Décimo todo: 24 años

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—No quiere salir —escuchó comentarios y el pelinegro tragó duro ante los nervios. No le podía pasar aquello, no en aquel lugar ni menos en tal ocasión.

—Seguramente se arrepintió —ante el nuevo comentario, Emilio ya sentía que la corbata lo asfixiaba. Había sido todo una pésima idea, sobretodo aceptar usar esa corbata.

—Yo feliz me casaría con él —escuchó un nuevo comentario y se estremeció. Una chica levantó su mano en saludo y Emilio, totalmente incómodo, lo respondió.

—Insisto que esto no era necesario —susurraron a su lado y Emilio se volteó para toparse a Mateo, tocando sus nudillos sin preocupación, todo lo contrario a él. Estaba que se cagaba en esos pantalones de vestir.

—Joaco insistió —recordó el pelinegro, volviendo a ver el corredor donde se suponía que en cualquier momento, les darían la señal para que caminaran hasta el centro donde se ubicaba un altar y así encontrarse con el castaño —Sabes que es perfeccionista, lo conoces hace más de dos años.

'Oh Emilio, lo conozco hace mucho más que dos años'

—¿Pero no crees que es demasiado? Invitados, flores. Habló con el dueño del maldito restaurante para que se lo prestara una noche —volvió a insistir Mateo y Emilio negó, aún temblando por los nervios y ansiedad. Ahora que Mateo lo comentaba, en serio Joaquín sí que había invertido producción para el evento convocado. Él apenas entregó dinero para el servicio y la comida, además de facilitar un auto y una habitación en algún hotel 5 estrellas.

—Tienes razón —aceptó Emilio, arreglando las mangas de su camisa negra de vestir, pero aún así recordó las palabras de su novio —Pero él dijo que esto era lo mínimo que podía hacer por ustedes, dijo algo de que le entregaron esperanza a su vida y sobretodo, que la salvaron. Sobretodo tú, así que él siente que debe de darles este regalo.

Mateo sonrió a Emilio y detuvo su juego con las manos, para erguirse en su lugar y mirar a los invitados.

—Aunque no le haya pedido ni matrimonio a Diego, y que poco menos él haya llegado un día 'x' al hospital diciendo que debía conseguirme un traje en menos de un mes porque nos organizó una boda, creo que yo aún tengo una gran deuda con él —Mateo dio dos golpes a la espalda de Emilio —Yo me casaré, no tú, como para que estés tan nervioso respecto a esto. Ademas es una boda simbólica, deberías estar deseando ahogarte en la mesa de alcohol.

—Estoy nervioso porque Joaquín planeó esto con mucho esfuerzo, entraría en pánico si algo no sale como él espera. Sabes que tiene poca tolerancia a la frustración —explicó Emilio observando una vez más a los invitados, hasta que en su campo de visión pudo ver a Sussie abriéndose camino entre los invitados. Cada paso, era un murmullo más que se silenciaba.

Cuando llegó al piano, el restaurante estaba en completo silencio. Se sentó con elegancia frente a su instrumento y sonrió a los invitados, para que luego sus dedos comenzaran a deslizarse entre las teclas blancas y negras.

Las notas comenzaron a sonar y Mateo reconoció de inmediato la canción que la mujer tocaba. Sus ojos se cristalizaron y cuando Sussie se acercó al micrófono para cantar, Emilio comenzó a guiarlo por el pasillo hasta frente el piano, en el altar que Joaquín había decorado por sus medios.

Hello, I've waited here for you, everlong. Tonight, I throw myself into and out of the red, out of her head he sang

Mateo vio a Diego y este le sonreía emocionado, igual que él. Tenía su brazo enredado en Joaquín que lo guiaba, tal como Emilio lo hacía con el judío. Los cuatro caminaban felices, escuchando la canción que en el pasado Mateo le dedicó a Diego, la que se había transformado en su canción, en su historia, en su unión.

Joaquín tomó la mano de Diego y Emilio la de Mateo y los hicieron entrelazar sus dedos, para que luego ellos estuvieran en el altar, tal como sus amigos.

—En serio es un honor que todos ustedes fueran invitados a esta ceremonia, me alegro que estén presentes en un día tan especial para estos dos hombres que jurarán su amor frente a nosotros, compartiendo todos sus recuerdos, abriendo sus almas y corazones —comentó Joaquín, Emilio observó el perfil del castaño, sus ojos miel conectándose con los rostros de los invitados, mientras que Mateo y Diego no dejaban de observarse.

Joaquín habló, pidió que Mateo comentará algún recuerdo, su primera impresión de Diego, alguna discusión tonta que sacó risas al público. Luego fue el turno de Emilio, quien le preguntó a Diego como fue que notó que Mateo le gustaba, si existía alguna anécdota que pudieran compartir y nuevamente todos rieron.

—Y ahora —comentó Joaquín sonriendo a la pareja, que guió su mirar al castaño —Es el momento de los anillos.

Joaquín miró a Emilio y su rostro se deformó al ver que el pelinegro estaba pálido con una mueca en sus labios.

—¿Y los anillos? —susurró Emilio con humor, pues él ni estaba enterado que estaban bajo su responsabilidad los anillos.

Porque, por favor, la ultima vez que tuvo contacto con un anillo, fue hace dos años cuando existió un mal entendido en el fisting. Ni él confiaba en sí mismo ahora para utilizar anillos y le estaban encargando la alianza de una boda.

—Te dije antes de salir que trajeras los anillos —susurró Joaquín tenso, con una sonrisa falsa en su rostro. Emilio tragó duro.

—La ultima vez que tuve un anillo en mi poder, terminó en mi ano. No, gracias —respondió Emilio con la misma sonrisa falsa. Parecían ventrílocuos en la boda de unos de sus mejores amigos.

—Eso pasó hace dos años, deja el trauma.

—Lo dice el hombre que tiene fetiche Disney. Entre los dos, tú eres el traumado —gruñó Emilio y Joaquín suspiró cansado.

Eso era un caos.

—¿Y qué hacemos con los anillos? —susurró Emilio alarmado, cuando a sus espaldas, aclararon su garganta. Ambos se voltearon y Sussie aún tocaba el piano, pero hacía un gesto con su barbilla a la caja de terciopelo en la cola del piano. Ambos le sonrieron agradecidos.

Joaquín tomó la caja y la abrió, dejando al descubierto las alianzas. Sus amigos sonrieron con sus ojos cristalizados por la emoción.

—Prometan de todo, sean libres y ámense hasta el infinito —murmuró Joaquín.

—Y más allá —cooperó Emilio con la frase de Toy Story. Joaquín rodeó los ojos con una sonrisa.

Mateo comenzó con el discurso, logrando que el salón estuviera en silencio. Ellos compartían su intimidad, sus secretos y promesas con todos los presentes.

Joaquín observó a sus amigos que conoció en circunstancias completamente extremas, esto era lo que les debía. Él confiaba que con la boda, lograrían encontrar un descanso eterno, porque a pesar de no ser tan expresivos o que él no supiera muchas cosas de su relación, se notaba el amor que existía.

Luego la mirada de Joaquín se dirigió a Emilio que miraba con una sonrisa a la pareja que estaba teniendo una boda simbólica. Se notaba emocionado, feliz por ello, pero al percatarse de la mirada de Joaquín, volteó su rostro y le sonrió aún más, incluso cerrando sus ojos, buscando sus manos para entrelazar sus dedos.

Joaquín lo recordó.

Esta era la boda a la que Mateo se refería en uno de sus tantos paseos en el limbo. En el pasado se entristeció pensando que no se trataría de él y Emilio, pero ahora estaba tan feliz porque se tratara de aquellos dos hombres, que el detalle de que nunca se casaría con Emilio pasaba inadvertido.

Ninguno de los dos estaba apto para el matrimonio, y eso ni era algo que les preocupara.




















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el siguiente capítulo es el último, también hay epílogo pero ese solamente será subido si ustedes lo desean.

Kisses

KISSES 「emiliaco」Where stories live. Discover now