Primer todo: 22 años.

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Maratón 1/3

Emilio lo había logrado, luego de unos años, de un crecimiento personal importante, de luchar contra un olvido tan poderoso, luego de todos los obstáculos lo había logrado. Él creía que su parte había sido difícil, jamás se imaginó que todo había sido el doble de duro para Joaquín, quien desde hacía mucho más de dos años,  se había sentido de esa forma frente a él, que cada atención, protección, seguridad, consejo, beso, habían sido una total condena, un infierno personal que tenía cada vez que compartía con su mejor amigo.

Joaquín al recordar a Emilio, los hermanos Bondoni, a pesar del impacto de conocer nuevos hechos, estaban aliviados de que por fin todos estuvieran siendo sinceros, además de que su hermano mediano por fin recordaba al hombre por el que estuvo babeando, llorando, sufriendo y queriendo por tantos años.

Naveen, por otra parte, estaba sin palabras, se sentía traicionado. Era más que obvio que Joaquín, desde antes de estar con él, estaba enamorado de Emilio, y de todas maneras estuvieron juntos. Quizás cuantas veces lo pensó, lo extrañó, y ¿qué pasaba si su relación había sido parte de la fantasía que tenía Joaquín con Emilio? ¿Qué todo lo que había tenido con Naveen, en realidad, el castaño lo quería vivir con Emilio? Existieron besos, pero Naveen sabía que Joaquín era infiel, el comienzo de su relación fue por estar juntos cuando Joaquín estaba siendo novio de un tal Troy, incluso él era engañado por mucho más tiempo.

Pero ese momento era el más inadecuado para hablar con Joaquín, esperaría a que se sintiera mucho mejor para tener tal conversación. No podía dejar todo tal y como estaba, debía cerrar ciclos, y estaba más que claro que este era un caso de aquellos, porque la forma en que Joaquín miraba fijamente a Emilio mientras el Doctor Ortega les daba los últimos avances, había sido una forma tan particular, especial y profunda, que jamás pudo ser observado así por el castaño.

—Entonces... —continuó el doctor Ortega entregándoles una explicación a la familia por el recuerdo repentino de Joaquín —Decir una serie de hechos con demasiados detalles, tiene poca utilidad en estos casos. El paciente comenzará a imaginar y no a recordar, en cambio, en el momento de cantar, el ritmo, las palabras, son capaces de recordar un entorno y no un hecho, ahí es más fácil recordar.

—No, no, no —se interpuso José negando —Yo le canté la de la flor y lo curé, no me venga con las mamadas de que Emilio una vez más lo salvo.  La flor que da fulgor, con su brillo fiel, vuelve el tiempo atrás, volviendo a lo que fue —argumentó el mayor de los Bondoni con la misma lírica de la canción, haciendo que su hermano menor cubriera su vista ante la vergüenza que sentía en aquel momento —¡LA MALDITA FLOR QUE DA FULGOR QUITA LA ENFERMEDAD Y EL DESTINO CRUEL! ¡LA SALACADULA CHALCHICOMULA BIBIDI BABIDI BU SON SIETE PALABRAS DE MAGIA!

—Señor Bondoni, creo que no comprendió mi punto... —intentó hablar Diego, pero Emilio se involucró.

—¡LA SALACADULA CHALCHICOMULA BIBIDI BABIDI BU HACE MILAGROS CON LA CANCIÓN! ¡BIBIDI BABIDI BU! —atacó de inmediato y reclamó todos los créditos por el hacer recordar a Joaquín con su canción —¡Además tuve performance! ¡TENÍA UN TERMÓMETRO QUE ERA MI VARITA MÁGICA!

—El termómetro fue la clave —apoyó Mateo al rizado, que asintió por la razón

—A ver —desafió José a Emilio, para luego acercarse a Joaquín —Hermanito, dinos quién te hizo recordar. ¿Yo con la flor o Emilio con su truco de magia abracadabra que supuestamente te cantaba siempre?

Joaquín arrugó su ceño, para luego sonreír.

—Emilio pocas veces cantaba Bibidi Babidi Bu, él siempre me cantaba una canción de Tarzán.

Emilio asintió porque Joaquín le encontró la razón, pero luego se volteó confundido, con su ceño fruncido y sus brazos cruzados.

—¿Qué canción de Tarzán? No lo recuerdo —respondió sincero y Joaquín suspiró.

—Cuando me dio apendicitis, me operaron. En algún momento nos dejaron solos y yo dormía y desperté porque me cantabas Tarzán. Fue una de las películas que vimos antes de la desgracia —explicó el castaño encogiéndose de hombros, intentando sentarse. Emilio lo ayudó, ambos olvidándose que había más gente en la habitación.

—¿Pero qué canción? —insistió Emilio, sin intenciones de que Joaquín se sonrojara por la vergüenza y la ternura del recuerdo.

—En mitad de la canción, yo fingía dormir y luego llegó mamá y los dos me cantaron... —su mirada se dirigió al piso y sus cabellos cubrieron su rostro, antes de comenzar a cantar de forma dulce, sin querer ver a los presentes —Como me apena el verte llorar, toma mi mano, siéntelaYo te protejo de cualquier cosa, no llores más, aquí estoy. Fuerte te ves, pequeño estás. Quiero abrazarte, te protegeré. Esta fusión es irrompible, no llores más, aquí estoy.

—En mi corazón tú vivirás... —comentó Emilio en un susurro el título de la canción.

Joaquín continuó sin elevar su vista.

Desde hoy será y para siempre amor. En mi corazón, no importa qué dirán, dentro de mi estarás siempre.

Un silencio se extendió por la habitación. Nadie murmuró una sola palabra, ni menos algún sonido. Todos percibieron cuanto tiempo ambos habían estado juntos cuidándose y queriéndose, no desde una forma romántica, sino por solamente ser tan cómplices y leales el uno al otro.

Hasta que alguien rompió en llanto.

—"No importa qué dirán", y Joaquincito es gay —sollozó Renata en alto, con lágrimas cayendo por sus mejillas —Por esas cosas nuestro hermanito se enamoró de Emilio, y él lo protege y...

—¡Y él lo pedía tanto en el tour! ¡Era un cochino pero en serio lo quería! —sollozó esta vez Mateo, con sus lágrimas cayendo por sus mejillas.

—¡Somebody else era para él! ¡Siempre lo fue! —chilló esta vez Naveen, sumándose al llanto colectivo que se formó en la habitación.

—Me siento bajo el mar con tantas lágrimas —bufó José, rodando los ojos.

Joaquín elevó su mirada para ver con confusión a todo el mundo, las lágrimas y sollozos.

Un rizado le sonreía con ternura.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó con su ceño fruncido y el mundo ahora entró en pánico.

José caminó rápido para estar frente a su hermano castaño y lo tomó del cuello de la bata hospitalaria.

—¡RECUÉRDAME MAMÁ COCO!

Emilio frunció el ceño al igual que Joaquín, que le dedicó una mirada al pelinegro.

—Era una broma, pero este pendejo necesita más cultura Disney —le comentó como si José no estuviera entre ellos.

Emilio rodeó los ojos y levantó su mano, haciendo un gesto para quitarle importancia.

—Es una vergüenza. Hay que enseñarle mucho, está un poco loco...

Y Joaquín soltó una gran carcajada. Emilio nunca antes se sintió tan cálido haciendo feliz al castaño, que tenía su lengua entre los dientes, totalmente risueño de recordar todo.













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yA TERMINÉ MIS EXÁMENES WUUUUU

aquí está el maratón que prometí, estaré subiendo el segundo más tarde. chaito

KISSES 「emiliaco」Where stories live. Discover now