Tercer algo: 14 años.

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Realmente Emilio estaba demasiado emocionado por ese campamento, pues desde que se unió a los chicos scout por la curiosidad de Joaquín y porque no podía hacer aquello solo, esta era la primera aventura realmente interesante en la que estaba casi explotando de felicidad.

Sería un fin de semana en el bosque, en completa naturaleza, cerca de un lago y con uno de los mejores cielos estrellados que podían presenciar ambos chicos de catorce años.

Mientras que Emilio caminaba al primero en la fila, con una sonrisa en sus labios por la felicidad del momento, Joaquín estaba a sus espaldas acurrucado a su gran mochila, observando todo el hábitat con temor. El menor sentía que se arrepentía de su decisión de venir a tal lugar, que corría demasiados peligros y que un error podría condenarlo a una gran desgracia, donde todo se desarrollaría muy lejos de una carretera para pedir atención médica.

Temía realmente morir en ese bosque y no haber podido decir cosas realmente importantes a su mejor amigo.

-¿Alguien huele eso? -Joaquín se volteó ante la voz de Jerry, un chico que a veces era realmente molesto, pero ahora era honesto, pues algo realmente apestaba horrible.

-Esas son eses, revisen sin pies porque pueden atraer algún animal y que en la noche se leve sus zapatos -comentó el guía, continuando su camino mientras que los chico, sin detener sus pasos, revisaban un zapato a la vez.

-Rayos -susurró Joaquín cuando notó que era su zapato izquierdo el que estaba contaminado con tan espeso y oloroso material, donde estaba por los bordes y hojas junto ramitas, ya se habían pegado en aquel.

Aún en el sendero, comenzó a quedarse levemente atrás para buscar un árbol del cual apoyarse mientras que, con una rama, sacaba la mezcla café, y cuando halló el indicado, se apresuró un poco entre sus compañeros y comenzó su misión, que era un poco difícil por la gran mochila de camping a sus espaldas.

Levantó su pie a tal altura que podía ver el panorama, acercó la rama y comenzó a raspar el material, arrugando su redonda nariz por la molestia del aroma horrible que desprendía la mezcla. ¿Cuál era la dieta de ese animal como para apestar tanto?

Y mientras pensaba acerca de qué animal podría tratarse, su otro pie comenzó a deslizarse sobre las hojas resbalosas por el rocío matutino, y así perdió el equilibrio.

-¡Emilio! -chilló cuando el peso de la mochila era demasiado en contra de su equilibrio, haciendo que se inclinara hacia atrás, desviándose del sendero para caer.

Emilio, cuando escuchó la voz de Joaquín, rápidamente se volteó junto a todo el grupo, y todos retrocedieron con rapidez, notando la ausencia del castaño, preocupándose a más no poder, sobretodo su mejor amigo.

Pero los quejidos y jadeos los ayudaron a encontrar a Joaquín.

La caída había sido de dos metros en la tierra inclinada, golpeándose sus piernas y sobretodo dejándose llevar por el peso de su mochila. El guía ordenó a los chicos que se quedaran ahí mientras él bajaba, pero antes de que terminara las instrucciones, Emilio comenzó a deslizarse sobre la tierra sentado, sin importar el ardor que comenzaba a sentir por los rasguños que le dejaban algunas ramas y rocas pequeñas en sus desnudas piernas por los pantalones cortos.

-Estoy aquí, Joaco... -susurró cuando llegó al lado de su mejor amigo que jadeaba con los ojos cerrados, logrando que con la voz conocida de Emilio, los abriera, mostrando que estaba aguantando las lágrimas.

-Mi...mi hombro -y antes de que Emilio dirigiera su vista al hombro de su mejor amigo, el guía llegó junto a ellos para inspeccionar este, pues la mochila no sólo había comenzado con si desgraciada caída ni la había guiado, sino que también había sido la protagonista de dislocarle el hombro derecho a Joaquín.

-Emilio, ayúdame a quitarle la mochila a a Joaquín. Mientras lo levante, tú lo deslizas -ordenó el hombre, logrando que Emilio asintiese para quitarse la suya antes de ayudar a Joaquín.

Con mucho cuidado, el guía comenzó a inclinar a Joaquín hacia adelante, mientras que Emilio quitó rápidamente la mochila del hombro izquierdo de Joaquín, para concentrarse y hacerlo lentamente del lado derecho.

-¿Algo más que te duela, Joaquín? -preguntó el guía, intentando averiguar otra herida del castaño, algo que este negó.

-Sólo...sólo mi hombro -dijo con su voz rota, intentando tolerar el horrible dolor.

El guía asintió hasta Emilio cuando este terminó de quitar la mochila de Joaquín. Con lentitud, le ordenó a Emilio que sostuviera por la espalda a su amigo, así que el chico se sentó en la húmeda tierra y pasó sus piernas por la cadera de su amigo, y luego las deslizó por las de él, para sí abrazarlo por la espalda, colocando sus brazos alrededor de su cintura.

-Joaquín, esto te dolerá mucho, pero debo tocar los alrededores de tu hombro para ver si me es posible volverlo a su lugar -el castaño asintió con sus ojos cerrados a las palabras de su guía, intentando concentrarse en el calor humano que desprendía Emilio a sus espaldas.

Cuando el guía comenzó a dirigir su mano hasta el lugar herido, Joaquín abrió sus ojos y se lo prohibió.

-¡Espere! -chilló fuerte, logrando que este se detuviera. Joaquín soltó un suspiro- Emilio, por favor... -suplicó, y su mejor amigo asintió, guiando sus labios con lentitud hasta el hombro de Joaquín, todo por sobre la tela, dejando un beso en aquel lugar, mientras que el castaño cerraba sus ojos- Ahora sí, hágalo -pidió

El guía comenzó otra vez a dirigirse al hombro de Joaquín y comenzó a tocar los alrededores, intentando asegurarse que sólo era una dislocación del hombro, aún conociendo que el castaño exclamaba mucho dolor y que ese no era sólo por algo como una dislocación. Suspiró cuando comprobó que efectivamente, algo más estaba mal.

-Joaquín, no puedo volver a poner tu hombro en su lugar porque creo que te fracturaste la clavícula...

-¿Qué? -preguntó el castaño impactado por la gravedad del asunto, haciendo que su guía llamara a dos chicos de arriba del sendero, para que dejaran sus mochilas en este y bajaran a llevarse la suya como guía, y la de Joaquín, para ayudarlo a subir pronto.

-Tengo que llevarte a un hospital, seguramente esto necesitará una operación.

Y aunque Emilio se lamentó por no poder ver el cielo estrellado del bosque, prefería acompañar a su amigo al hospital, donde sabía que iba a necesitar muchos besos para ese hombro mal herido

KISSES 「emiliaco」Where stories live. Discover now