Capítulo 1: Primeros síntomas.

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Capítulo 1:

Primeros síntomas.

Sus ojos se perdían en el paisaje frente a él; llegó un momento en que sus orbes tuvieron una rápida vista de la entrada del Tongunung, el único cementerio de la ciudad que tenía sus años y sus historias. Luhan arrugó su entrecejo y pensó en el abuelo de Jongin, preguntándose si su amigo lo visitaba seguido o simplemente no se encontraba capaz aún de superarlo. A pesar de que las cenizas del viejo habían sido arrojadas al río Han, los padres de Jongin se habían encargado de hacer una tumba allí para tenerlo en el recuerdo.

Apartó la vista de la ventana y movió sus nerviosos dedos, cambiándolo de posición su dedo anular. El papel bien agarrado a sus manos quemaba como si fuese fuego. Tenía el rostro neutro, sus cejas relajadas, sus labios desprendiendo una pequeña ráfaga de monóxido de carbono cada segundo y sus cabellos azabaches se movían al compás del viento que entraba por la pequeña fracción de espacio de la ventana semi abierta. Un último suspiro cansado y el auto se detiene.

— ¿Estás emocionado? —a su lado, Sehun le susurra, mostrándole una sonrisa que hace que las pupilas de Luhan se dilaten. Asiente e iguala aquella sonrisa.

Sehun es lindo piensa Luhan, observando a su hermano por unos segundos. Realmente era lindo; con los costados rasurados, con su color natural de cabello y la parte de arriba teñido de un rubio ceniza, un color de piel que estaba entre ser pálido y tostado, unas orejas con una forma unida –justo como a Luhan le gustaba- y unos labios delicados.

Sí, Sehun era más que lindo.

Su madre, quien condujo desde su hogar –en el cual se mudaron hace unos pocos meses- hasta la nueva universidad de su hijo mayor y el instituto dónde su hijo menor cursaba el primer año de secundaria en Seúl, puso el freno de mano al automóvil y se giró para sonreírle a sus dos muchachos.

— ¿Vamos?

Sehun, adoptando su reciente actitud de hijo rebelde cuando su madre le echó una ojeada, aparta la mirada y se encoje de hombros, indiferente. Luhan capta la acción del menor sin ni siquiera mirarlo y resopla, abriendo la puerta para salir de aquel ambiente que lo estresaba. Cuando Sehun se ponía así, no era tan lindo.

Los dos restantes también salieron del auto y caminaron en dirección a la universidad, ayudando a Luhan con las maletas que llevaba en manos, aunque no eran tantas.

Al entrar, se toparon con un inmenso pasillo con aulas a sus costados, alumnos observando unos papeles colgados en la pared y un enorme mapa pegado a un lado que describía la ubicación de cada lugar en aquella enorme construcción.

Mientras su madre se dirigía junto a Sehun a terminar unos trámites, Luhan aprovechó la oportunidad y escapó de ellos dos, comenzando a subir las escaleras para dirigirse a la habitación que se le había sido asignada con un compañero de habitación.

Bien, eso iba a ser nuevo para Luhan, el tema de compartir un pavimento de cuatro paredes que se convertiría en su nuevo hogar con un completo desconocido, cinco días a la semana, teniendo únicamente los sábados y domingos para poder ver a su madre, a su hermano…

Mientras Luhan se quedaba hipnotizado observando la puerta de la habitación número cinco del primer piso, una presencia a su lado lo hizo dar un respingón por la sorpresa.

— ¿Aún no ves tu habitación? ¿Qué estás esperando?

— ¡Sehun! ¿Qué haces aquí? Vuelve por dónde viniste, mamá se enojará contigo. —el mayor regañó al más alto y abrió la puerta, dándose unos segundos para deleitarse con la perfección frente a sus ojos; una amplia, muy bien pintada y organizada habitación únicamente para Luhan y bueno, su compañero.

Quiéreme. [HunHan]Where stories live. Discover now