Epílogo: Incestuosamente homosexual.

5.7K 533 194
                                    

Luhan coloca ambas manos alrededor de la taza de té, dejando que el calorcito que ésta desprende se filtre en sus palmas y les quite los rastros de frío que la nevada de allí afuera dejó. Tras una pequeña cantidad de minutos, toma finalmente un sorbo y chilla en su interior cuando se quema la lengua. Últimamente le ha estado pasando seguido, por lo que su lengua parece haber creado un escudo contra el dolor porque esta vez le quemó un poco menos que la última vez que experimentó la horrible costumbre.

Una presencia física espeluznante acaricia su pierna y Luhan tiembla levemente, moviéndose para ver debajo de la mesa a la estúpida y gorda gata de Sehun, Michi, porque sí, esa cosa resultó ser una gata y ninguno de los dos se dio cuenta hasta que llegó con pequeños gatitos en su vientre de gato. Ahora come el triple y está muy obesa que apenas puede caminar; Luhan asegura no quererla, pero en su interior, muy dentro de él, quiere a Michi como una hija. Y está un tanto molesto, porque será abuelo con apenas veintiséis años.

—¿Qué quieres ahora, portadora de fetos? ¿Más comida? ¿En verdad quieres más? —la gata se refriega contra la pierna de Luhan y éste suspira, dándole una segunda sorbida a su té para levantarse y buscarla bolsa con comida para gatos, la cual se encuentra casi vacía y no hace más de dos semanas que Luhan la compró—. Ten, come y alimenta a tus bebés, sé una buena madre —es bastante patético que Luhan le esté hablando a Michi, pero da igual, es una costumbre que ya no puede sacarse de encima.

Tras darle una buena cantidad de alimento para gatos a la mascota de Sehun, el castaño termina por tomarse su taza de té y su lengua sufre un rato largo, pero ya no siente tanto frío como antes y la ansiedad mezclada con unos indescriptibles nervios se le esfuma lentamente de la boca del estómago.

Para intentar sentirse menos incómodo con su propia presencia, se lanza al sofá de la sala y toma el álbum fotográfico que jamás terminó de ver, tal vez ahora pueda tomarse el tiempo de observar todas las imágenes de él junto a Sehun y sus padres cuando eran demasiado jóvenes. Su padre hubiese querido eso.

Retoma desde la mitad del álbum y ríe con la primera fotografía que se encuentra de Sehun cubierto de pastel de chocolate en la boca mientras mira al frente con expresión de confusión, algunos pelos negros muy cortitos y pocos saliendo de su cabeza y algunos dientes faltantes en su dentadura. En la siguiente página están ambos abrazándose y mirando a la cámara, Sehun usando una ortodoncia que le duró casi tres años, pero al menos pudo darle una sonrisa el doble de encantadora.

Cuando comienza a llover con granizos nuevamente, Luhan ya ha terminado de ver el quinto álbum fotográfico que su padre le dio semanas antes de fallecer. Intenta no pensar en eso y ponerse triste porque no hay necesidad de lamentarse por algo que ya tiene meses, además de lo molesto que se pondría su padre si supiese que su hijo mayor está deprimiéndose por su culpa. Desde entonces, Sehun y Luhan han estado viviendo en la antigua casa de su padre, incapaces de darse algo más que un simple beso en la comisura de los labios; simplemente no pueden.

Y hace unas dos semanas una familia aceptó comprar la casa, por lo que Sehun se encuentra ahora mismo arreglando unos papeleos y la correspondiente herencia que cayó en ambos hermanos.

Tienen pensado muchas cosas para el futuro, seguir con sus correspondientes trabajos –Luhan trabaja como enfermero en el hospital de Beijing en un cargo no tan importante, pero algo es algo, y Sehun se encarga de unas reparaciones a electrodomésticos a domicilio, ganan lo suficiente para vivir y se tienen el uno al otro–.

Desde que Sehun volvió a Corea del Sur, logró terminar los estudios sin perder el contacto con su padre y su hermano en China, y Luhan se mantuvo cuidando de su padre y aprendiendo de su persona. Luego de casi un año, Sehun regresó a China con un pequeño título que lo ayudó a conseguir su trabajo y el padre de ambos estaba feliz de nuevamente tenerlos con él; pero pasaron unos días y éste tuvo unas recaídas, hasta que el maligno cáncer lo consumió y le quitó la vida, dejando atrás a sus hijos, una herencia a ambos y una promesa que se hicieron de vender la casa e irse lejos, a un lugar donde puedan vivir tranquilos y tener una vida normal sin pesos a sus espaldas.

Quiéreme. [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora