Trabajo, trabajo, trabajo. Espera, ¿cómo conseguiste trabajo?

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    La última vez que Arthit vio a Kongpob fue cuando el alienígena estaba profundamente dormido en el sofá esa mañana. Y como Arthit tenía que ir a trabajar, simplemente dejó una pequeña nota en la frente de Kongpob recordándole calentar lo que sea que estuviera en el refrigerador y que volvería tan pronto como terminara su jornada.

    Kongpob no le ha dicho de sus planes para después de falsificar sus papeles, lo cual para ser honestos aún tiene intrigado a Arthit. Cómo lo hizo el alienígena y si los papeles fueron lo suficientemente bien hechos para ser considerados como auténticos.

    Tiene sus respuestas cuando regresa del trabajo sólo un poco después de las 6:30 de la tarde.

    Kongpob está sentado en el mismo sofá en el que Arthit lo dejó, concentrado en la laptop en frente de él.

—Hey —saluda Arthit mientras coloca su maletín en la silla al lado del alienígena.

—¿Qué tal el trabajo, Arthit? —Dice Kongpob sin dejar de ver lo que se las arregló para llamar su atención.

—Lo mismo de siempre —hace un ademán. Arthit va hacia Kongpob y recuerda algo—. Oye, ahora tienes que llamarme de forma apropiada.

    Entonces, Kongpob lo mira desde abajo, con la cabeza ladeada y el ceño fruncido.

—Tu identificación dice que tienes 24 años —explica Arthit—. Yo tengo 26.

—No veo el problema, Arthit.

    Suspira.

—En este país tienes que ser respetuoso con tus mayores...

—He oído que el respeto es algo que se gana y no algo que das como publicidad.

—¿Cómo sabes siquiera...? ¿Sabes qué? —Arthit se sienta al lado de su amigo alienígena, algo frustrado por una cosa tan simple—. ¿No me respetas?

—Lo hago —dice Kongpob—. Pero ¿qué tiene que ver eso con llamarte de forma apropiada?

    Arthit en realidad no tiene respuesta a eso. Eso se le ha inculcado desde que era un niño, en este país se llaman por honoríficos y en realidad nada cambia si Kongpob lo llama o no por honoríficos, pero...

—De acuerdo —cede Arthit—. Sigue llamándome casualmente, no me importa.

    Nota una sonrisa traviesa en los labios de Kongpob, así que gira los ojos.

—Sólo estoy, como dicen los niños, vacilándote —dice Kongpob con todo y comillas al aire. Y antes de que Arthit pueda recordarle a Kongpob que él sigue formando parte de esa etapa generacional, Kongpob lo llama—: P'Arthit —lo cual no hace que el corazón de Arthit dé un salto, claro que no.

    Suena bien viniendo de los labios del alienígena.

    Arthit siempre ha sido hijo único y no tiene nadie cercano que sea menor que él, y que Kongpob al fin lo llame con el honorífico apropiado le hace sentir ciertas cosas.

—No fue muy difícil, ¿o sí? —Murmura, desviando su atención a la laptop de Kongpob... su laptop, o lo que sea. Kongpob la está usando ahora. —Como sea, ¿en qué estás trabajando?

—Conseguí un trabajo —dice Kongpob.

—¿Conseguiste qué?

—Un trabajo —Kongpob se gira hacia él, y como si le hablara a un niño, explica—: Es algo que hacen los adultos para ganar dinero.

—¡Sé lo que es un trabajo! —expresa Arthit, indignado. No es muy fan de que se burlen de él. —Tengo uno, ¿recuerdas? ¿Cómo conseguiste trabajo?

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