Lemon To a Knife Fight

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No sabías exactamente cual era la razón de tu reacción tan desesperada, pero sentías como si estuvieras al borde de un ataque, imágenes de la noche que Brahms se reveló por primera vez inundaron tu mente, y de cierta forma te preguntabas porque es que ahora estabas decidida a encontrarlo, por primera vez te sentiste en verdad aterrada de ser la única en esa casa.

—¡Brahms —gritaste cuando saliste por el pasillo sin ser capaz de siquiera ver más allá de tu nariz. La oscuridad era espesa y abrumadora—. ¡¡Brahms!!

De repente, escuchaste el sonido de pasos a unos metros detrás de ti y gritaste aterrada.

—Soy yo... —escuchaste al ojiverde decir, su tono inmutable, haciéndote parecer histérica-

—Hay alguien afuera... —susurraste asustada, pegaste tu pequeño cuerpo al suyo y sostuviste sus brazos sobre la tela de su suéter—. Hay alguien afuera Brahms... —repetiste importándote poco que hablabas como una loca.

—No hay nadie afuera... —escuchaste al hombre decir, y un escalofrío te recorrió cuando sentiste su mano sobre tu cabeza.

—Pero... —balbuceaste girando tu cabeza a todos lados aún sabiendo que no podías ver nada.

—No hay nadie aquí linda ________ —soltó Brahms, sentiste un vuelco al escuchar que te llamara de esa forma, como solía hacerlo cuando te amenazaba. —Si hubiera alguien allá afuera ya lo sabría, llevo todo mi vida en esta casa, llevo toda mi vida escondiéndome de las personas.

Detuviste tus movimientos erráticos al instante y, aunque no podías verlo podías sentir su respiración sobre ti, el dolor y a la vez la indiferencia de sus palabras te pesaron como el demonio.

—Tranquila linda _________—dijo una vez más—. Y la incomodidad regresó, no te gustaba como sonaban esa palabras incluso si las decía para tranquilizarte.

Entonces te diste cuenta que seguías aferrada a su suéter y te sentiste abrumada, abrumada de su cercanía, del horror que te daba que te hablara así, del olor de jabón en su cabello y la humedad de su ropa. De repente la oscuridad a tu alrededor no era el peor de tus problemas.

—¿Estás bien linda _________? —Lo escuchaste decir a lo lejos y la fuerza con la que te sostuvo de los hombros te regresó a la realidad.

La realización cayó unos segundos después, estaban solos ahí, en la oscuridad, Brahms sostenía tu piel con más fuerza de la necesaria y tu pulso se aceleró, te habría gustado pensar que de expectación, pero fue de miedo, de él, del hombre que era.

Diste un paso hacía atrás disimuladamente, no querías que pensara que estabas asustada, pero vinieron a tu mente toda clase de preguntas, eras una mujer después de todo, y él era un adulto...

La mayoría del tempo te gustaba pensar en que necesitaba un figura materna, alguien que cuidara de él, y a pesar de que se la pasaba diciendo que eras suya y que no te dejaría ir, veías toda esa situación como una situación platónica, nada más, sobre todo porque la mayoría del tiempo se comportaba como un niño.

Pero no lo era.

Tragaste saliva y contuviste el poco oxigeno que tus cuerpo contenía.

—Lo lamento Brahms...todo se puso oscuro y me asuste... —dijiste levantando tu mano y poniéndola en su hombro, a forma de decirle que todo estaba bien— No es nada. —dijiste fingiendo una sonrisa que aunque no podía ver, cambiaba el tono de tus palabras.

Querías salir de ahí lo antes posible y sacudirte la sensación que hacía que un escalofrío te recorriera la espalda. La revelación repentina (y que te lamentabas no haberla visto antes) de que habías accedido a quedarte a vivir con un hombre que podía hacer contigo lo que quisiera sin siquiera usar toda su fuerza, te había hecho perder algo de firmeza en las piernas.

Pasaron unos segundos tortuosos en los que el pelinegro te sostuvo de los hombros y pudiste sentir el calor de su respiración sobre tu cabeza, y sobre todo el calor emanando de su cuerpo.

Pero te soltó.

—La electricidad se corta seguido en la mansión... —dijo como si nada, su acento inglés mas relajado que nunca.

Las palabras se estrellaban en tu garganta sin embargo no eras capaz de decir nada, lo que acaba de pasar te había afectado más de lo que te hubiera gustado aceptar.

—Iré a dormir en ese caso... —dijiste, agradeciendo que no pudiera ver la forma en la que tu mano limpiaba el sudor de tu frente y comenzaste a caminar a tientas por el pasillo.

—¿Segura que estás bien, linda ______? —preguntó de nuevo, supiste de inmediato que se había quedado en el mismo lugar por el eco de su voz en la madera del pasillo, pero había algo raro, como si la persona que te explicó por que no podía haber nadie afuera hubiera sido una diferente a la que te preguntaba ahora si estabas bien.

"El no va a hacerme daño..." hablaste en tu cabeza, y era verdad, el chico que estaba sentado en el piano apenas esa misma mañana parecía dispuesto a no recaer en su actitud violenta, pero ahora detrás de ti había otra parte de Brahms, la oscura y perturbadora, casi la misma que te levanto del suelo la noche de la tormenta.

Cuando llegaste a las escaleras tus ojos se había acostumbrado a la falta de luz y pudiste diferenciar al menos un poco la silueta de los escalones, sosteniéndote fuerte de la baranda de madera subiste lo mas aprisa que pudiste a tu habitación. Cuando cerraste la puerta escuchaste con atención, pero sabías que era inútil, si Brahms quería moverse por la casa y pasar desapercibido lo podía hacer sin mayor dificultad.

Podía hacer contigo cualquier cosa sin problemas, y nadie se enteraría nunca.

INTOXICATED [BRAHMS HEELSHIRE X TÚ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora