Caminaron entre pasillos de piedra, paredes completamente tapizadas con rústicos libreros de madera y llenos de enormes libros de todo tipo. La iluminación cálida de las lámparas en cada pasillo hacía que sombras misteriosas se curvaran en cada esquina. Sin embargo, cuando llegó a un cuarto con varias camas, le pareció un buen lugar para dormir.

—Compartirás ésta habitación con Yerik, otro de nuestros alumnos más aventajados. Ahora mismo está en el bosque —explicó, mirando la única cama que tenía junto algunos objetos personales. —Lo conocerás por la mañana. Por ahora, deberías dormir. Tu adiestramiento comenzará al despertar.

Dyan, incapaz de pronunciar una palabra, se sentó en la cama que a partir de ahora le correspondería. El maestro lo miró un momento, antes de decidir ablandarse un poco y palmear gentilmente su cabeza en algo reconfortante. Después se dio la vuelta torpemente y se marchó por donde vino.

La soledad se apoderó del cuarto. El corto gesto de gentileza había roto las presas de Dylan, quien comenzó a llorar audiblemente. Hasta quedar dormido.

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—Hora de levantarse. —Una voz masculina llamó mientras se separaba con dificultad de la cama. —Hmm... Pareces ser mi nuevo compañero de cuarto. Eres más bajo de lo que esperaba.

Dylan se enderezó, sorprendido por el comentario, encontrándose con un chico tal vez un par de años mayor que él, pero increíblemente alto a comparación. —Me llamo Yerik. Llevo un mes aquí... Y hasta ahora tenía la habitación para mí —pintó una sonrisa traviesa. —Pero no importa...

Dylan vio un par de prendas que había dejado sobre la cama la noche anterior, comenzó a vestirse mientras Yerik seguía hablando. —¿Sabes que hablas en sueños? Parecía una mala pesadilla. A muchos les pasa durante su primera semana, otros no duran tanto... —Dylan se quedó congelado en su lugar. ¿Realmente era tan malo...?

Se miraron unos instantes antes que Yerik agregara, con cierta sorna. —Tampoco tú si no te mueves. —Dylan se apresuró a terminar de vestirse, mientras Yerik seguía hablando entre risas. —El maestro del gremio nos espera al otro lado del río, no querrás llegar tarde el primer día.

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(15:50 - 16:23)

El gremio pasó a ocupar la existencia del chico. Los recuerdos de las llamas de su pueblo aún arrasaban su mente, pero pronto no pensaba en nada más que en su preparación, haciéndose más fuerte y ágil con el paso de los años.

Pasaba sus días con extenuantes ejercicios y sus noches estudiando en la biblioteca.

Se volvió un digno aprendiz del Gremio, tal como Brishen había previsto.

Su adiestramiento real iba a comenzar.

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(17:47 - 18:10)

Después de recibir el permiso del maestro del Gremio, Evan, para usar armas reales, Yerik lo animaba constantemente con competencias amistosas, aunque era fácil darse cuenta que el más alto era orgulloso y odiaba ganarle fácilmente. No podía evitarlo, le tenía miedo a la espada después de lo que había visto.

—Blanca. —Reconoció el maestro. Mirando a la heroína acercarse al ring donde estaban entrenando. La mujer estaba vestida con una enorme armadura con motivos de fuego, aunque ella se movía con ella como si no le pesara en absoluto. —Vienes a ver cómo va tu hermano, ¿no?

Yerik lanzó una mirada venenosa a Evan por tal pregunta. —Podría decirse que sí. —respondió, casi ronroneante. —Yerik me dijo que está entrenándose con un granjero. —Blanca miró de reojo a Dylan, quien no pudo evitar sentirse retado. Se había hecho amigo de Yerik, sabía que no se refería a él de esa manera, ¿quería hacerlos pelear de verdad?

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