Cap. 12: Primer día

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El maestro aún no llegaba y yo ya me estaba impacientando, las tontas risitas de las chicas me retumbaban en los oídos desesperándome, sentía unas ganas terribles de ir y hacerlas callar a todas, pero no... tenía que ser buena. Para calmar un poco mis ímpetus me puse a mirar el salón, era grande, tenía capacidad para al menos 35 personas y un gran pizarrón blanco se hallaba al frente de toda la clase. Las paredes, como era de esperarse, eran de un color rosa claro, los marcos de las ventanas blancos, el piso era una madera brillante, y luego de que echara la cabeza hacia atrás cansada vi un candelabro de hierro al medio del salón. Al menos yo estaba lejos de él, por lo que esa estructura metálica nunca caería sobre mi cabeza.

De pronto todos los chillidos de las muchachas cesaron, lo que me hizo creer que el maestro ya estaba en el salón. Bajé la cabeza para ver qué pasaba y las vi a todas de pie en sus puestos, imitándolas me levanté y estiré el cuello para ver a la maestra, porque era mujer. Debía de tener unos cincuenta años, era muy bajita y se vestía muy anticuadamente, delante de sus ojos había unos lentes gigantes y su rostro ya tenía varias arrugas.

-Buenos días chicas.- saludó con una voz seca y rasposa.-Para las que no me conozcan me llamo Juliana Petrova.- ¿Por qué nadie tenía un nombre inglés?

Unos “buenos días” generales se dejaron escuchar por todo el salón, luego, con un ademán de la mano, la petisa mujer nos dejó tomar asiento.  Me desplomé en mi silla de mala gana y disimuladamente conecté mis audífonos a mi IPod, no tenía ganas de escuchar las bienvenidas de la señora, así que aprovecharía de... hacer nada.

Ok, esto es lo que pasó después, yo estaba de lo mejor completamente sumida en mi mundo del rock cuando de repente una presencia me molestó. Me volteé y lo primero que vi fueron esos gigantescos lentes ópticos, la maestra estaba parada frente mío, me miraba con desaprobación y... tenía una varilla en las manos. Lo que me hizo entrar en pánico ¿Acaso la usaría para golpearme las manos o qué?

-Guarde eso, estamos en clases.- dijo con seriedad.

-Ehh... es el primer día, no se lo tome tan enserio.- le dije sonriendo.

-Ahh... así que no quiere que me lo tome enserio...- dijo pensativa.-Pues entonces deme ese aparato del demonio.- dijo estirando su mano.

-¿Aparato... del demonio?.- dije confundida.

-Sí, ahora.- ordenó con severidad.

-No.- le dije mientras abrazaba mi “aparato del demonio”.

-¿No?.- preguntó ofendida.

Durante el corto silencio incomodo vi por detrás de la maestra a las demás chicas, varias nos observaban con la boca abierta, como si fuera la primera vez que alguien se negaba a una orden directa... y otras reían por lo bajo. Pero lo que me llamó la atención fue ver a Rita haciéndome gestos para que dejara de hacer lo que hacía. Por estar mirando a mi alrededor apenas me di cuenta cuando la maestra me quitó los audífonos de un tirón y luego fue por mi preciado IPod.

-¡Oiga, suéltelo!.- le grité mientras forcejeaba con ella.

-Te enviré a la dirección niña, desobediente.- me amenazó, pero yo no quería soltar mi querido reproductor de música.

Luego de estar forcejeando con ella por un rato, resignada solté a mi bebé y lo dejé en manos de ese pequeño monstro, con dolor vi como se lo llevaba y metía dentro de la cajonera de su escritorio mientras me miraba con cara de “Yo te gané, perdedora.” Frustrada me crucé de brazos y me hundí en mi asiento al momento que mentalmente le gritaba todo tipo de cosas a aquella señora. Ok, ese fue un mal comienzo.

-Bien, chicas.- dijo luego de escribir algo en la pizarra.-El examen comienza ahora, saquen una hoja y un lápiz.- dijo y todas lo hicieron.

-¡¿Qué?!.- exclamé.-No puede hacer un examen el primer día.- reclamé inclinándome sobre mi pupitre.

-Sí puedo, y lo haré.- dijo con una sonrisa.-Será su primera calificación, espero le vaya bien.- dijo con cinismo.

-Me contaron que no te fue muy bien en la clase de Petrova...- comentó Eva luego de que nos sentáramos a comer.

-¡Ni hagas que me acuerde de eso!.- exclamé mientras cortaba una rebanada de pan con rabia.

-Es que tu no la viste.- dijo Rita con una sonrisa.-Fue muy divertido, ojalá hubiera durado toda la hora.- comentó con emoción.

-Tienes suerte que no te castigara, generalmente es muy estricta.- intervino Carly al momento que cambiaba la página de uno de sus libros.

-Oye...- miré a Rita para ver que quería.-¿Y... como te fue en el examen?.- preguntó cautelosamente.

-Excelente.- le dije con una sonrisa gigante cargada de sarcasmo.

-Oh, bueno... ya te irá mejor.- dijo la chica con entusiasmo.

-Eso espero...- dije luego de suspirar sonoramente.

-¿Y quién te tocó?.- preguntó Eva dándome un codazo.

-¿Quién me tocó de qué?.- dije confundida mientras revolvía mi ensalada.

-Quien es tu tutor, a eso me refiero.- dijo sonriendo.

-¡Ahh!.- exclamé.-Un tal Lucas Porter.- dije haciendo un ademán con la mano restándole importancia.

-¿Parter? ¿No será Parker?.- dijo Rita.

-Ah, sí, ese.- contesté asintiendo.

-¡No!.- exclamó Carly alargando la expresión.-¡Yo a él lo amo!.- exclamó emocionada.

Eva y Rita se miraron por unos segundos con seriedad, pero luego ambas comenzaron a reír a carcajadas. Tan grande fue su ataque de risa que se sujetaban el estómago y secaban sus lágrimas, y yo... yo no entendía qué tenía de gracioso. Rodé mis ojos hasta encontrarme con Carly para ver alguna señal, y la señal era más que clara... la española miraba a sus amigas con indignación, rabia e incredulidad. Todo junto le daba una expresión bastante amenazadora.

-¿Qué pasa ahora?.- pregunté al aire. Rita fue capaz de controlar su risa y tomando una actitud seria me miró, entrelazó los dedos y se dispuso a contestarme.

-Lo que pasa, mi querida Laila.- dijo con gravedad.-Es que nuestra querida amiga Carlota San Martín, tiene un terrible complejo de debilidad hacia cualquier hombre, sea viejo o joven, que le sonría o la trate bien.- explicó.

-¡Agh!, Rita cállate.- espetó Carly.

-No te quejes, es la verdad.- se defendió la pelirroja.-Eres la chica más enamoradiza, loca y arrastrada que conozco.- le dijo.-No te ofendas, pero cuando se trata de hombres pierdes toda la dignidad.- dijo con seriedad, una seriedad que claramente molestó a Carly.

-Ohh... ya veo. Entonces te gusta Lucas, que raro... él es muy viejo para ti, sin mencionar que sería un pedófilo si es que llega a tomarte en cuenta.- analicé en voz alta, aunque eso era más para mí.

-¡No es así!.- exclamó ella.-Ustedes no entienden.- dijo molesta y cruzándose de brazos.

-Por favor, Poupées.- dijo Eva luego de rodar los ojos.-Dejemos el tema aquí, todas sabemos lo enamoradiza que es Carly, lo loca que es Rita y lo perfecta que soy yo.- dijo sonriendo.-Así que dejen de lado las diferencias y seamos felices. ¿Entendido?.- preguntó y las miró a ambas, las dos chicas asintieron obedientes.

-¿Acaso tu eres la madre o qué?.- dije riendo.

-Soy la voz de la razón para ellas, y te apuesto que algún día la seré para ti.- dijo mirándome a los ojos segura de sus palabras.

DescontrolWhere stories live. Discover now