Cap. 46: Sólo un malentendido

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Mi espalda se sentía fría, quizás había sido esa sensación la que me había logrado despertar. Bostecé quedamente mientras movía un poco mis piernas, dándome cuenta de que las tenía enredadas entre unas sábanas, no le di importancia, estaba demasiado cansada como para preocuparme por eso. Estiré mi mano derecha para taparme con las colchas, pero a medio camino de mi espalda algo las trabó, me volteé perezosamente y lo primero que vi fue un brazo sobre mi cintura. Fue entonces cuando un pequeño pánico me obligó a mirar hacia el lado contrario, haciendo que me encontrara de frente con el rostro de alguien que aún dormía.

-¡¿Qué mierda?!.- exclamé con la voz ronca, empezando a toser casi al instante.

Me cubrí la boca con una mano mientras tosía, cuando de pronto mi estómago se revolvió ruidosamente y una arcada me advirtió lo que venía. Me levanté de la cama lo más rápido que pude, pero al momento que mis pies tocaron el piso la sábana hizo de las suyas haciendo que me cayera idiotamente al piso. Mascullé una maldición hacia el cielo, pero me interrumpieron las asquerosas ganas de vomitar. Me volví a levantar a duras penas y corrí hacia la primera puerta que distinguí entre la oscuridad del cuarto, pero al abrirla me topé con un jodido armario. Le di la espalda a ese armario y fui a la siguiente puerta que apareció frente a mis ojos, corrí hacia ella dando tontos tropezones con cosas invisibles y cuando la abrí fue casi como un milagro. ¡Era un baño! Nunca en mi vida un baño había sido tan hermoso, en fin, me desplomé sobre el retrete y dejé que un ácido, aguachento y asqueroso chorro de vomito saliera de mi boca. Perdón por ser tan descriptiva con esto, pero vamos, todos hemos vomitado alguna vez... y todos sabemos lo desagradable que puede llegar a ser.

-Qué asco...- dije bajando la tapa del retrete y luego jalando de la cadena.

Me levanté con rapidez y una punzada terriblemente fuerte me atravesó el cráneo, en realidad desde que abrí los ojos me había dolido la cabeza, pero quizás las ganas de vomitar me habían hecho olvidarlo. Fui hacia el lavamanos mientras me acariciaba las sienes, abrí unos cajones y en uno de ellos encontré pasta de dientes. Agarré el tubo de pasta y lo vacié en mi boca, luego me enjuagué hasta que estuve segura de que el mal sabor de boca se había ido.

-Listo...- susurré aliviada.

El baño estaba oscuro, al igual que la habitación, lo que me decía que aún no amanecía por completo. Salí del baño tanteando las paredes para no caerme de boca al piso y fui hasta la cama, cuando llegué gateé sobre ella y me recosté para seguir con mis sueños. En realidad no me sentía cansada, pero sí me dolía la cabeza y según yo el mejor remedio para eso era una buena siesta. Me metí entre las sábanas y me hundí en ellas hasta estar completamente a gusto, estaba lista y dispuesta para cerrar los ojos y dormir hasta que... recordé que no estaba sola. Di un salto que casi me bota de la cama, ¿cómo era posible que se me olvidara todo lo que había pasado anoche? o mejor dicho, ¿hace unas horas atrás?  En serio, deberían hacerme un homenaje por ser tan malditamente despistada.

Me senté cautelosamente en la cama y estiré mi mano hasta encontrar el interruptor de una lámpara que había sobre la mesita de noche, en eso la mitad del cuarto quedó completamente iluminado. Bajé los ojos hacia mi cuerpo y la verdad me alivié al encontrarme semidesnuda, era mejor que estar sin nada... ¿cierto? En fin, agarré las sábanas tirándolas y desarmando todo el orden de la cama, luego me las enrollé en el cuerpo usándolas de vestido. Ahora venía la segunda parte de lo que debía hacer sí o sí, tenía que despertar a Chris y comprobar si recordaba. Aunque suponía que sí lo hacía, porque si yo me acordaba de todo no veía la razón de que él no.

Estiré mi mano sigilosamente hasta que estuvo a unos centímetros de su mejilla, en realidad no estaba muy segura de querer despertarlo... pero debía hacerlo, pero no pregunten porqué.

DescontrolWhere stories live. Discover now