Cap. 29: La perfecta ejecución

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-Vaya, te has estado comportando últimamente.- dijo Lucas mientras miraba mis expedientes.

-Sí, para que veas... he sido terriblemente buena.- sonreí abiertamente y me acerqué un poco más al escritorio.

-Pero...-

-¡No!.- exclamé tapándome los oídos.-¡Peros no!.- definitivamente no quería saber que algo andaba mal.

Había estado portándome de lo mejor para no llamar la atención y así poder terminar con mi venganza tranquilamente, además estaba segura que con mi plan no podría ser castigada de ninguna manera. Obviamente no... no pueden castigar a alguien por besar al novio de otra chica, sería ridículo.

-Esta bien, dime.- me rendí, no podía ponerme a discutir con él ahora...

-Tus calificaciones no son lo mejor.- dijo pensativo.-Así que tendrás tutorías luego de las clases, no puedes faltar.- fruncí el ceño, eso no era algo que me gustara escuchar.

-Está bien.- dije sin más.-¿Me puedo ir ahora?.- le pregunté ansiosamente.

-¿Porqué tienes tanta prisa?.- preguntó curioso.

-Bueno... porque hoy se van los chicos y me quiero despedir de... los amigos que hice.- dije con simpleza, aunque en realidad era porque la hora límite se me estaba acercando.

-Ya veo.- dijo él.-Anda.- le sonreí contenta y me levanté del asiento.

Salí del despacho de Lucas con una gran sonrisa en el rostro, hoy al fin pondría fin a los tontos comentarios de María Gómez y lo mejor era que de seguro quedaría tan dolida que nunca más tendría novio en la vida. Bueno, eso esperaba al menos... además el remordimiento que había tenido al principio se esfumó literalmente de un día a otro. Ella se merecía aquello por ser tan jodidamente molesta cuando yo no le había hecho nada, al menos nada a propósito. Porque lo de darle su nombre al guardia el día que me salí no fue intencionalmente, ni idea tenía de que una chica se llamaba así. Además la muy maldita me había mandado a esa sucia celda en la pequeña comisaría y ahora le daba por andar hablando idioteces de mí. Era el colmo, las cosas tenían que cambiar.

Continué mi camino por los corredores de lo más tranquila, con ambas manos entrelazadas en la espalda. Sin darme cuenta tropecé con alguien, no muy bruscamente, sólo lo suficientemente fuerte cómo para espantarme. Apenas vi de quien se trataba mi mejor sonrisa apareció en mi rostro casi automáticamente, era Ethan... y esta vez ni me había esforzado en encontrarlo.

-Hola.- me dijo con una sonrisa de medio lado.

-Hola.- le respondí.-¿Cómo estás?.-

-Bien, algo atareado... no he terminado de arreglar mis maletas.- bufó algo cansado y procedió a seguir caminando.

-Debiste haberlo ordenado todo anoche, así hoy estarías desocupado.- era gracioso que yo dijera eso, sobretodo porque solía dejar las cosas para última hora.

-Lo sé, pero ayer estuve casi todo el día con Marie.- casi me da una arcada cuando escuché su nombre.

-¿Así que estaban aprovechando sus últimas horas juntos?.- pregunté subiendo y bajando mis cejas.

-Algo así.- sonrió y miró hacia otro lado ciertamente ocultando algo.

¡Oh! ¡Lo sabía...! ella no era tan santa, definitivamente no estuvieron sólo hablado de lo lindo que era el amor, digo, este chico era atractivo y quien sabe que tanto podía resistirse María a él.

-¿Podrías decirme la hora?.- le pedí, debía estar en el baño de chicas exactamente a las 4, sino las cosas no saldrían tan bien.

-Las 3:30.- me informó luego de mirar el reloj en su muñeca.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora