Cap. 17: La venganza de Laila

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El día era hermoso, la luz del sol brilla en un cielo completamente despejado, la suave brisa revolvía el cabello con delicadeza, las chicas de la academia Archibald conversaban coquetamente con los galanes del instituto Applegate, el ambiente era simplemente maravilloso. O así se veía desde la ventana, porque gracias a mi “escapadita” estaba encerrada en el despacho de Lucas mientras él me recitaba una lección de matemáticas. Claro, yo estaba atrapada en un cuarto oscuro mientras todas las otras suertudas hacían vida social con los idiotas del otro internado. Ok, si hablo con la verdad puedo decir que sentía unas ganas gigantescas por salir de la oficina y tirarme sobre el pasto de los jardines, pero no...

-Y eso es todo por hoy.- dijo de pronto Lucas llamando mi atención.

-¿En serio?.- me levanté del pupitre y me acerqué a la velocidad de la luz a él.

-Sí, son las...- miró su reloj con atención unos segundos.-Dos de la tarde y debes ir a comer, además hoy tengo cosas más importantes que hacer que estar contigo enseñándote.- sonrió levemente y comenzó a guardar los libros.

-Oh Dios, te amo.- le dije tirando de su corbata infantilmente.-¡En serio, eres lo mejor!.- exclamé dando un saltito.

-Ya, suéltame.- dijo tomando mis manos con delicadeza y alejándolas de él.-Vete a... hacer lo que sea.- sonreí abiertamente y volví a dar un tonto saltito.

-Me caes bien... cuando tenga 18 seremos novios, recuérdalo.- dije mientras me acercaba a la puerta.

-¡Ay, por favor!.- bufó.-Ya vete.-

-Sólo quedan tres años, prepárate.- canturreé y salí de la habitación.

Cerré la puerta con delicadeza mientras mi sonrisa divertida se convertía en una llena de malicia, porque hoy sería el día en que la maldita María Gómez me pagaría su jugarreta. Estaba claro que las cosas no quedarían así, y para ella tenía planeado algo simple, pero efectivo.

Caminé tranquilamente por los largos pasillos de la academia mientras ignoraba a todo aquel que pasaba por mi lado, al menos ahora no había sólo chicas dándose vueltas por la escuela, también habían unos lindos chicos que me encargaría de conocer cuando me dieran ganas. Llegué a mi habitación y cerré la puerta de un portazo, luego corrí a mi armario y lo abrí tirando varias prendas sobre la cama. Un pantalón de jeans ajustado y una remera gigante que solía ser de mi hermanito, sólo la usaba porque me daba igual que se ensuciara, lo que era probable si se me ocurría esconderme dentro de un basurero... aunque no creo tener llegar a eso. Me puse los pantalones, la remera negra y unas zapatillas Converse negras, recogí mi cabello en una cola de caballo no muy prolija y me puse una pequeña mochila con estampado de cebra a la espalda. Salí de la habitación con toda tranquilidad y comencé a pasearme por la academia en busca de María Gómez, enseguida se me ocurrió que debía de estar comiendo, así que partí al comedor.  

Aquel comedor que antes sólo se veía repleto de chillonas vocecitas y tontas risas estaba equilibrada con la presencia de los muchachos, admito que me gustaría sentarme a conocer algunas, pero estoy muy ocupada para eso. En fin, a lo lejos vi la mesa que solíamos ocupar las chicas y yo, ahí las vi a todas conversando naturalmente, ¡oh! y acompañadas por unos chicos. Esquivando a la gente que pasaba de aquí a allá con bandejas en las manos logré llegar a la mesa, lugar en el que me desplomé sobre una silla.

-¡Laila!.- exclamó Rita.-Estos son Joel y Cho.- dijo apuntando a unos muchachos que sonreían, el segundo era claramente asiático.

-Ah, sí, hola...- dije sin mucho interés mientras seguía buscando con la mirada a María Gómez.

-Pensé que estabas castigada.- comentó Eva luego de darle un sorbo a su jugo de naranja.

-Me liberaron por un rato.- le dije sonriendo.-Aunque creo que lo que tengo planeado hacer me dará muchas semanas más de castigo...- murmuré por lo bajo.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora