Cap. 58: La loca y el asesino

58.1K 1.5K 43
                                    

Volví a apretujar el brazo de Seth con todas mis fuerzas mientras decía algo como “¡Oh, pero que maravilloso día!”, estaba casi segura que ya le había cortado la circulación del brazo derecho, pero si así era, él no había mostrado señales de ello. Íbamos caminando por el pasillo que llevaba desde los comedores a los jardines centrales, no teníamos un rumbo en específico, sólo caminábamos mientras tratábamos de ignorar las miradas, ok, lo admito, era yo la que trataba de ignorar las miradas de las personas por dos cosas. Uno, porque me estaba poniendo en ridículo al estar literalmente colgada del brazo de Seth admirándolo, y dos, porque las ganas de girarme y gritarles que dejaran de mirar amenazaba con hacerme romper mi record de cinco días de pura amabilidad. Y eso era algo que no permitiría, no me detendría hasta escuchar decir a Seth que yo era el ser humano más afectuoso que había conocido jamás.

-Estoy cansada, quiero estirarme en el pasto.- le dije usando mi tono de niña buena, agudo, suave e insistente.

-En realidad quería ir a ver a Keith...- comenzó, pero tuve que interrumpirlo.

-¡No!.- exclamé alejándome de él, pero sin soltar su mano.-Llévame al pasto, por favor, por favor... por favor, ¿sí?.- pedí revolviéndome con impaciencia mientras tiraba de su brazo.

-Pero te dije que...-

-¡Por favor!.- exclamé por sobre su voz.-Me encanta estirarme en el pasto, anda Seth, llévame.- continué.

-Ok...- dijo al fin, ligeramente irritado.

-Gracias, cielo.- volví a enredar mis brazos alrededor del suyo y de paso le planté un sonoro beso en la mejilla.

Mi plan iba funcionando poco a poco. Hacía unos días me había convertido en la chica más dulce, tierna y empalagosa del mundo, y aunque al principio él recibía todos mis intentos por molestarlo como algo divertido, ahora ya estaban comenzando a hostigarlo. ¿Y a quién no? me había pasado todos los días encargándome de llenarlo de muestras de fastidioso cariño, si yo fuera él ya me habría puesto un alto.

Cuando llegamos a uno de los rincones del patio le solté y fui dando saltitos por sobre el pasto hasta que encontré el lugar más cómodo y me tiré sobre él como un saco de papas, me gustaría decir que caí sobre el césped como una delicada flor, pero no, saco de papas me suena más acertado. Los pasos de Seth se acercaban lentos mientras yo enterraba mis dedos entre las hebras verdes, sintiendo el frescor que desprendían. En serio me gustaba tirarme sobre la hierba.

-Me encanta este lugar, ¿a ti no, cielo?.- le pregunté sin mirarlo, tenía los ojos cerrados para así no quedar ciega con el resplandor del sol.

-Bueno...- dijo soltando un suspiro.-La última vez que estuve contigo en un lugar como este terminé con la boca llena de tierra y hojas.-

-¡Oh!.- exclamé.-Recuerdo eso, fue un buen día.- dije con una sonrisa.

-Para ti tal vez, yo no había planeado tragar tierra con gusanos.-

-No tenía gusanos.- lo contradije.

-Sí los tenía.-

-Claro que no.- insistí.

-Tú no los masticaste.-

-Te digo que no...- me detuve a media frase, dándome cuenta que estaba empezando a sonar enojada y que en el rostro de Seth se formaba una sonrisa al notarlo.-Digo, sí, tenía unos cuantos gusanitos.- me corregí.

La curva de sus labios desapareció al ver que no había conseguido enfadarme, luego se dejó caer de espaldas sobre el pasto como si se hubiera rendido. Aproveché que se había puesto de esa manera para tirarme sobre él y rodearlo con mis brazos, apretándolo tan fuerte como podía.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora