Cap. 67: Amor y odio en el aire

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¿Recuerdan que unas asquerosas polillas se juntaban a parrandear en mi estómago de vez en cuando? Bueno, hoy esas polillas decidieron hacer una fiesta épica de año nuevo por todo mi cuerpo, las que estaban en mi estómago vomitaban por haber bebido mucho, las de mi pecho bailaban como locas y las del resto de mi cuerpo corrían de un lado a otro.

Sé que no suena muy romántico decirlo así, y que debería estar pensando cosas poéticas como que me elevé hasta el cielo de azúcar flor, donde había nubes de algodón rosa y pajarillos rosas que vomitaban gomitas de colores sabor caramelo. Ya saben, cosas cursis, pero nop, no es lo mío. Ah, y también sé que arruiné todo el momento con esta introducción, pero bueno, ya digo lo que está pasando en la realidad.

Apenas rocé sus labios, temiendo que me alejara de golpe por la cercanía, pero en vez de alejarme o de corresponderme simplemente se quedó ahí, quieto. No tenía idea de qué significaba eso, pero mi cerebro me decía que lo más sensato sería alejarme y pedir disculpas. Lástima que nunca escucho a mi cerebro.

Me alcé más sobre la punta de mis pies e hice que mi boca se presionara con más fuerza sobre sus labios, dejé mis manos alejadas de él, por extraño que pareciera, y considerando que estaba obligándolo a besarme, no me atrevía a tocarlo. Quería que él me tocara.

-Haz algo...- le pedí.

Apenas me había separado de él para poder hablar, abrí un poco los ojos, los cuales había mantenido fuertemente cerrados, y vi que me seguía observando con atención. Como si yo fuera algo infinitamente interesante, ok, sé que lo soy... pero aun así me estaba incomodando.

-¿Qué quieres que haga?.- "Muchas cosas..." respondió una pervertida vocecita en mi cabeza, la cual decidí ignorar, igual que siempre.

-Lo que sea.- terminé diciendo.

Entonces hizo algo, puso su mano encima de mi cabeza y me dio una suave palmadita, igual a esas que odiaba tanto recibir de su parte. Después de eso casi pude escucharlo decir "Lo siento, pero no puedo. ¿entiendes?" luego darme otra palmada en el hombro y abrirme la puerta para que me fuera. Pero, eso no fue exactamente lo que pasó.

Su mano se deslizó por mi cabello hasta mi nuca, y lo siguiente que supe fue que estaba besándolo decentemente y que él me correspondía. Y morí. Sí, aquí termina la historia, me dio un ataque al corazón y dejé de existir, adiós mundo, universo, polillas y todo eso. Mi hora había llegado, bienvenida muerte, quiero dejarle mis pertenencias a... un momento, no, seguía viva y tenía que aprovecharlo.

Si hubiera sido por mí lo habría besado con mucha más intensidad, el problema era que él estaba llevando el ritmo, porque él me estaba besando a mí, no yo a él. Hay una diferencia, ¿sabían?. Y lo hacía tan tranquilo, tan lento y delicado que me estaba desesperando, pero había algo atractivo en ese límite que me estaba poniendo, algo que me hacía esperar más emocionada el momento en que simplemente me dejara tomarlo como quería.

Tomó mi rostro con sus manos y sentí cosquillas mientras sus dedos se deslizaban por mi mejilla, continuando por mi barbilla y terminando el recorrido cerca de mi cuello. Me presioné más contra él y mordí su labio en un intento de dejar atrás el cuidado, casi lo logro, casi hice que se descontrolara, pero al final lo único que logré fue hacer que se alejara de mí.

Cuando me dejó sentí que no podía respirar, el muy maldito me había robado el aliento literalmente y cuando respiré otra vez, muy idiotamente, comencé a hiperventilarme. Me llevé una mano al pecho, percibiendo los descontrolados latidos de mi corazón y temiendo que quizás sí moriría.

-Te odio.- dije, respirando pesadamente.

-Yo debería odiarte, no tu a mi.- dijo con una sonrisa irónica. Había esperado cualquier cosa de él, menos verlo sonreír incómodamente.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora