Cap. 25: Las charlas

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Otra vez me encontraba sentada sobre la silla de cuero café frente a un escritorio tallado en madera, esperando a que Lucas decidiera dirigirme la palabra. En realidad siempre se tomaba unos minutos de silencio antes de regañarme, como si estuviera analizando la situación cuidadosamente antes de abrir la boca. Resoplé algo exasperada por su silencio, no me gustaba andar con rodeos y ya me empezaba a cansar de esperar, quería irme a mi habitación y perder el tiempo en cualquier otra cosa.

-Si no me vas a decir nada mejor me voy.- dije haciendo el ademán de levantarme, pero la mirada de pocos amigos de Lucas me obligó a sentarme.-O quizás no...- susurré al aire.

-Bueno, Laila...-comenzó a decir.-Por tu bien no comentaré tu... pequeña indiscreción.-

-¿En serio?.- pregunté.-¡Oh, gracias!.- exclamé con una sonrisa.

-Pero sí tendremos que conversar de ciertas cosas.- dijo interrumpiendo mi alegría.-Primero que nada, es muy imprudente de tu parte andar besuqueándote con chicos que apenas conoces.- dijo.-No es apropiado en una señorita.-

-¡Ay, por favor!.- exclamé interrumpiéndolo.-No es para tanto, no es como que halla perdido mi dignidad, además Paulo me gustaba.- le dije.

-¿Te gustaba?.- preguntó él enarcando una ceja.

-Es que me di cuenta que las cosas iban muy rápido, así que mejor me busco a otro.- dijo sin darle mucha importancia.

-Es a eso a lo que me refiero, no es muy bien visto que andes de chico en chico.- dijo él.-Primero era Seth, ahora Paulo...-

-¡Un momento!.- grité, literalmente.-Yo nunca tuve nada con Seth.- dije tan ofendida que me levanté de la silla.

-Pues a mi me parecían bastante cercanos.-

-¿Cercanos?.- reí como loca y me volví a desplomar sobre la silla.-Por favor, Sr. Parker, las cosas que dice.- dije con la voz un poco más aguda que de costumbre.

-Es completamente cierto, señorita Renault.- dijo él siguiéndome el juego.-A pesar de que, según sé, discutían mucho... era muy notoria la atracción.- continuó como si fuera lo más normal del mundo.

-¿Atracción? ¿Se da cuenta usted de lo que está hablando?.- le pregunté.-Porque a mi me parece que está alucinando todo esto, es más... estoy segura que son delirios suyos.- terminé de decir con seguridad.

-Es sólo lo que yo veía, pero como sea, lo que quiero pedirte es que te mantengas soltera.- dijo.-Además estás muy joven para tener novio y todas esas cosas.- dijo como si es fuera extraño.

-¿En qué época vives?.- pregunté entrecerrando los ojos sin creérmelo.

-Bueno, ahora pasemos al segundo tema en cuestión.- su expresión se cambió de la seria y molesta, a la seria e informativa. Sí, sus expresiones están clasificadas dentro de mi cabeza.-Creo que es tiempo de darte la charla.- finalizó.

-¿Qué charla?.- pregunté conteniendo el aire.-Hay muchas charlas.-

-Sabes a lo que me refiero...-

-Puede ser la de navidad, la de la pascua, la del ratoncito de los dientes, la de los bebés, la del tiempo, la de los idiomas...- comencé a enumerar, y tenía muchas ideas más, las hubiera nombrado si es que él no me hubiera interrumpido.

-Bueno, la que te corresponde hoy es la de educación sexual.- dijo con toda la maldita normalidad del mundo.

-¡Ah, no!.- exclamé.-No quiero escuchar esa charla, menos si eres tú el que me la dará.- me reusé cruzándome de brazos.

-Siendo tu tutor soy el encargado de guiarte en todo lo que no sepas.-

-Pero no quiero ser guiada en eso, además preferiría que una mujer me explicara.- dije aún reacia a escucharlo.

-Mujer, hombre... es lo mismo, además ya estás en edad de la charla.- "La charla" hasta la manera en que lo decía me resultaba incómoda.

-¡Mentira!.- exclamé.-Me acabas de decir que aún soy muy enana para tener novio, lo que quiere decir que no necesito la charla, porque sin un novio no puedo poner en practica lo que me cuentes ¿ves?.- dije apresuradamente.

-Laila... calla y escucha, además siempre es bueno estar informado.- dijo él con suma tranquilidad.

-Ay, dios, no.- me quejé.

-En fin... te lo explicaré así: es normal que a tu edad ya comiences a tener curiosidad por los chicos, algunas... sensaciones se irán despertando.- oh, no lo estaba diciendo...

-¡No! ¡Lucas, no!.- le rogué.-Prometo que nunca más miraré a un muchacho, lo juro por lo que quieras.-

-Déjame seguir.- exigió.-Esto será largo y quiero que prestes atención.-

Y así fue como quedé traumada de por vida, no por el tema en sí, sino porque no podía soportar que fuera precisamente Lucas quien me lo explicara. Digo, a él lo veo prácticamente todos los días y por alguna razón se me hace incomodo... nunca más podré mirarlo a los ojos sin recordar cómo me enseñó a poner un preservativo. Ok, definitivamente fue la conversación más incómoda de toda mi vida.

Deambulé por los pasillos arrastrando los pies, mirando el piso sin poder olvidar todo lo que mi tutor había dicho, además de que aún estaba algo aturdida, porque sí que descubrí cosas que no sabía... no diré cuales, por cierto. Mientras caminaba apenas me di cuenta de que me seguían, sólo lo noté cuando la siempre energética Rita dio un salto frente a mi sacándome de mi ensimismamiento.

-¡Laila!.- gritó.-¿Te castigaron?.- me preguntó enseguida.

-¿Por qué me castigarían?.- pregunté haciéndome la desentendida.

-Por haberte sorprendido con Paulo en tu cuarto, obvio.- dijo ella.

-¿Y tu como sabes eso?.- inquirí frunciendo el ceño.

-Porque él le contó a Eva y ella me contó a mí, en fin, en realidad todos saben, pero eso da igual.- dijo Rita.

-¿Todos saben?. ¡Genial! Me encanta que la gente sepa lo que me pasa.-dije con un nada disimulado sarcasmo.

-No te preocupes, digo, ya tienes apodo y todo... pero eso da igual.- dijo sonriendo.

-¿Apodo?.- pregunté enarcando una ceja.

-No quieres saberlo, créeme.-

-Habla.- exigí.

-No es nada...-

-¡Que hables!.- la grité espantándola.

-La putaricana.- dijo ella muy bajito, pero aún así logré escucharla.

-¿Y que mierda significa eso?.- pregunté bastante molesta.

-Es una mezcla de... puta y americana.- abrí los ojos y la boca por la impresión.

-Oh mi dios, ¿es que no podían ser más creativas? Es el sobrenombre más ridículo que he escuchado en toda mi vida, ¿además en que les afecta que sea americana?.-

-A los ingleses no les agradan mucho, no sé porque...-

-Un momento...- la interrumpí levantando una mano para que se callara.-¿Porqué tanto lío? No hice nada grave, en realidad no hice nada importante, creo que no tengo lo suficiente para ser una puta.- dije analizando la situación.

-Laila... este es un internado de señoritas, ten en cuenta lo conservadoras que son todas aquí, es como si todas aspiraran ser monjas o ser vírgenes hasta el matrimonio.

-Que absurdo.- bufé.

-Lo sé, y somos muy pocas las que nos damos cuenta de eso.-

-Dime otra cosa, Rita. ¿Quién fue la muchachita que inventó el apodo?.- le pregunté hablando con dulzura.

-María Gómez, es la única que te odia... bueno, ella y todas sus amiguitas.-

-Ok... al parecer no entendió el mensaje de la última vez.- dije casi complacida, eso significaba que la guerra volvía a ponerse en pie. Lo sé, me aprovecho de todo para divertirme un rato... ¿pero a quien le importa?.




DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora