Tormenta de verano.

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— Abre bien grande...di ¡Ah! — Nunu había pasado la semana completa con Amumu en el centro asistencial. Hizo su mejor esfuerzo para poder asistir a la academia y luego ir al centro asistencial con algún maestro de turno que pudiera ayudar a Amumu con las materias de las cuales necesitaba aplicar.
Lo único desagradable fue toparse nuevamente con Graves cuatro veces en la academia como en el hospital.
Amumu ya estaba en el departamento de la academia descansando en su cama, despejaron los pasillos  junto con Gnar para que pudiera entrar y salir con la silla de ruedas. 
— ¡Ah! — Recibió la comida con gusto, ya estaba comiendo con normalidad, el único problema es que tenía la mano derecha ocupada pasando materia del cuaderno de Gnar al propio. 
— Moo~ no entiendo cómo él te puede dar de comer si no tienes las manos inválidas. 
— Pero está copiando la materia, mientras más tenga tiempo, mejor, además, se atrasaría si no lo hace. 
— Lo entiendo, lo entiendo, solo quieres ayudar. — Infló las mejillas con diversión. — ¿Y estás seguro de que quieres quedarte acá? tu departamento está a la vuelta del pasillo. 
— Quiero, después de todo me siento culpable todavía. 
— No ha sido tu culpa, Nunu, ya te lo he dicho. Yo estaré bien. 
— Sí, pero por más que me lo digas, no estaré tranquilo, además no tienes sirventes que te atiendan, ¿o si?  — Sirvió otra cucharada grande de comida para que pudiera comer. 
— Es un sueño...— Murmuró Gnar. — Un hombre como Nunu...es un sueño. — Se levantó de la cama para ir a la salida de la habitación. — Bueno...tengo que irme, nos vemos. 
— Que te vaya bien. — Se despidió Amumu junto con Nunu. Una vez quedaron solos, Nunu pudo sentirse mejor. 
— ¿Qué es lo que entrena? — Dio la última cucharada de comida y con eso finalizó. 
— Pues...— Tragó pronto. — Él hace baile artístico. Antes era patinador artístico como yo, pero prefirió los implementos como las cintas y los aros, pelotas y así. 
— Vaya, estoy rodeado de artistas. 
— Jaja, así es. Él es buena persona, es muy dulce, me encanta su forma de vestir y de ser. 
— Hablas de él como si estuvieras enamorado. 
— ¿Eh? ¡Oh no! Somos muy buenos compañeros. Me cuenta siempre sus inquietudes, sus miedos, todo. Así como yo...
— Me imagino que le dices quién te gusta también, ¿no? — Se llevó los platos hasta la cocina. 
— ¿Qué? — Se tocó las mejillas avergonzado. — No, él no lo sabe.
— ¿Y yo cuándo lo sabré?
— ¡Nunca! — Gritó avergonzado. — No deseo que lo sepan. 
— Entiendo, entiendo. — Volvió donde el contrario con gesto de diversión. 
— ¿Qué hay de ti? — Bajó la mirada un momento. — ¿Todavía sientes algo por esa muchacha?
— ¿Annie? — Había dejado de pensar en ella las semanas que entraban, de hecho eso se le hizo bastante extraño pues su mente estaba más en cuidar de Amumu que pensar en algo que ya era caso perdido. Eso lo alivió un poco, era la oportunidad perfecta para analizar bien sus sentimientos. — Puedo decir con certeza que no. Ya no tengo ese afecto amoroso, solo es una buena amistad con ella. 
— Ya veo...— Sonrió. Un calor abrasador envolvió su corazón, al menos saber ese pequeño dato lo aliviaba bastante. — Y...¿hay alguien más en tu corazón? — 
La pregunta fue directa para Nunu, tanto así que lo dejó en un aprieto bastante fuerte. 
— No estoy seguro...
— ¿No estás seguro? — Torció los labios un poco. — Eso quiere decir que sí hay alguien. 
— Puede ser, pero...prefiero mantenerme al margen con esa situación ahora. — Cambió el tema de inmediato después de que su celular comenzara a vibrar como loco. — Hum...
— ¿Qué sucede?
— Es Anivia, viene en camino con Camille. 
— Menos mal estoy bañado. — Bromeó un momento, pero al parecer el momento no era ese para hacerlo. — ¿Sucede algo?
— ¿Recuerdas cuando estuvimos en el centro asistencial y el médico pidió sacar unas muestras de tu boca? 
— Sí, dijo que era para ver la cantidad de defensas o no sé. 
— Mintió. 
— ¿Qué? — Amumu se asustó. — ¿Cómo qué mintió? ¿Entonces para qué era...
— Permiso. — Una voz gruesa, bastante varonil hizo eco en todo el departamento. Por suerte el lugar estaba en orden. 
— Adelante, en la habitación está. — Camille dio autorización.
De pronto por el umbral de la puerta apareció un chico que se le hacía conocido, su aspecto alto delgado, de cabello castaño lustroso, aretes de oro sutiles en la oreja, un delineado negro no muy pronunciado, un atuendo no llamativo sino que corriente. 
— Usted es...
— Azir, el hermano de Sivir. — La última estuvo a su lado con un gesto que Amumu no pudo averiguar. — ¿Cómo estás?
— S-su...su majestad...yo...— Amumu intentó levantarse para saludar como era debido, pero Azir se acercó para impedir esto. — Estoy bien, gracias a Nunu y a los buenos médicos de la academia. 
— Me alegra. — Miró hacia atrás donde estaba su hermana, detrás de ella estaba el médico tratante de Amumu, este se había lavado las manos para quitar parte de las gasas del pie de Amumu. Azir se inclinó para ver la marca, este abrió los ojos de par a par, estaba sorprendido con lo que veía. — Las pruebas son ciertas...
— ¿De qué están hablando? — Amumu comenzó por asustarse. — Su majestad, perdón por preguntar, pero, ¿qué hacen todos ustedes acá? Soy un alumno común y corriente de la academia, no pensé que tuvieran tanto interés en mi desempeño como patinador. 
— Amumu...— Murmuró Nunu preocupado por cómo este muchacho tomaría la noticia. 
— Amumu...— Se acercó Sivir al muchacho con un papel de laboratorio. — Quiero que veas esto antes de cualquier cosa. — 
El chico de inmediato tomó el papel en sus manos, salía el nombre del laboratorio, el doctor que tomó las muestras, los nombres de Azir, Sivir, los reyes del reino del desierto y de Amumu. 
En un principio no entendía nada, pero pronto vio los porcentajes y el resultado final. 
— ¿Examen de ADN? — Estaba pasmado. — ¿Por qué...
— Así es, Amumu. — Interrumpió Azir. — ¿Estás consciente de la marca que tienes en la planta del pie? 
— Sí, pero, mis padres siempre han dicho que es algo que no formó bien y...
— Tus padres no son esos dos extraños, ¡no lo son! — Dijo el moreno con seguridad y algo de molestia en su voz. — Ellos servían al palacio real, eran unos simples sirvientes de mis padres, pero fueron despedidos cuando unas joyas desaparecieron, joyas valiosas. Pero ellos no tiene la culpa, de hecho, fueron obligados a hacerlo, a cuidarte, a alejarte de tu verdad. 
— No entiendo, no entiendo...
— Amumu, tú eres parte de la corona real del reino, tú eres príncipe como Azir, tú eres el pequeño emperador que nunca más volvimos a encontrar, tú eres...— Sivir se ahogó en las lágrimas. 
— Tú eres nuestro hermano, tus padres son los reyes del desierto, tú eres parte de nuestra familia. — Finalizó Azir para la sorpresa de Anivia y Neeko, Gnar que recién entraba también escuchó lo que pasaba. Casi se desmaya. 
— ¿Qué?... — Amumu sintió un pitido agudo en el oído, ese ruido que tuvo en los oídos antes de quedarse dormido en la operación. Su corazón comenzó a hacer un fuerte golpe, la sangre se le subió a la cara, fue tanta información en un par de minutos que su cuerpo no lo soportó y finalmente se desmayó en la cama. 
— ¡Amumu! — Se asustaron todos tratando de ayudar. Solo el doctor pudo asistir ahí, simplemente tenían que dejarlo hasta que despertara. 

Azir, Sivir, Camille, Anivia, Gnar, Neeko y Nunu estaban en el sofá del departamento de Gnar y Amumu. Todos estaban esperando a que Amumu despertara, sabían que tomaría tiempo, después de todo, era difícil para él escuchar cosas negativas. 

— Sivir me comentó sobre los padres de Amumu, gracias a usted directora, pudimos hacer investigaciones. Hicimos todo tan rápido, mis padres también hicieron todo lo posible para enviar el ADN. Como usted sabe yo aún estoy en mis últimos años de universidad. 
— Lo entiendo, escogiste hacer un magister, tengo entendido. 
— Así es. — Bebió un poco de té de menta. — Como le decía. Mis padres fueron hasta ese local de recuerdos y se dieron cuenta que estaban esa pareja de sirvientes, pero que también estaba la doncella de mi madre, esa mujer traicionera. — Azir se refirió a ella con rabia. — Tantos años sirviendo a la familia y enterarse que, fue ella la causante de tanto dolor en el reino. 
— ¿Cómo fue que pasó todo esto? — Preguntó Nunu también bastante intrigado. 
— Resulta ser que la doncella que servía a mi madre, estaba profundamente enamorada de mi padre, durante años intentó algo con él, por supuesto debía ser sigilosa con su amor. Era un amor obsesivo. Mi madre cuando quedó embarazada de Amumu, no tenía un nombre todavía, no había planeado nada hasta que naciera. Pero cuando nació le preguntó a su doncella qué nombre le pondría, ella le dijo que pensaría en uno. 
Nosotros éramos unos niños, pero sabemos que al día siguiente nuestra hermano había desaparecido. Nadie en el palacio supo cómo lo sacaron, nadie vio nada, ni siquiera las doncellas. 
— Pero, ¿y cómo llegó con los sirvientes?— Neeko estaba a punto de sacar algunas galletas de la despensa de los chicos. 
— Verán; hubo un robo grave en el palacio. Las joyas de los hermanos habían sido robadas. Los únicos sospechosos eran esos sirvientes, eran los únicos que estaban en la habitación. La doncella que trabajaba para mi madre le dijo que ellos estaban en ese lugar, así que mi madre y mi padre los culparon solo por oír a su doncella. Ellos fueron despedidos injustamente, por supuesto la doncella se lavó las manos diciendo que jamás acusó a nadie. 
— Entiendo...— Camille sirvió un poco más de agua caliente en las tazas. — Entonces, esos sirvientes se fueron ¿antes?
— Así es, ellos se fueron un año antes de que mi madre supiera que estaba embarazada, al año siguiente ella ya había dado a luz. Fue ahí cuando la doncella secuestró a nuestro hermano y lo dejó a su suerte. Ellos encontraron a nuestro hermano en un canasto, sin importar nada lo cuidaron y se llevaron. Por lo que dijeron, cuando él comenzó a crecer se dieron cuenta que había algo peculiar en él, esa marca. 
— Pero, ¿por qué no lo entregaron a penas sospecharon que podía ser el hermano de ustedes?
— Porque estaba bajo amenaza de la doncella. — Sivir añadió con rabia.— Esa mujer se veía muy sencilla, humilde, buena, pero es una bruja. Amenazó a los sirvientes con matarlos si decía algo, amenazó con exterminar a la isla del sur si se les ocurría hablar. No satisfecha con eso, ideó la forma de robar dinero del palacio para dárselos a los sirvientes. Paga por silencio.. 
— Entonces, ahora comprendo de dónde salió tanto dinero para el ingreso de Amumu a la academia en primaria. 
— Sí. Ellos les dijeron a mis padres que a pesar de todo lo que ella amenazó, idearon un plan para meter a Amumu a estudiar acá, así podía encontrarse con su hermana, descubrir algo...Ellos no tenían la culpa. — Azir dejó la taza en la mesa de centro. — Ellos tuvieron intenciones buenas, si bien tenían necesidades para callar todo ese tiempo, pero también idearon algo para que Amumu descubriera su verdad. Él es un príncipe. — La sonrisa de Azir se expandió en su rostro. Siempre mostraba un gesto serio, tosco, pero ahora era todo lo contrario, era simple felicidad. — Llevamos años preguntándonos y buscando rastro de él y ahora ...está aquí. 
— Él es un chico ejemplar. — Sivir contaba a su hermano.— En las clases siempre tuve un lazo con él. Aplicado en todo momento, único, dulce. Cuando me tocó con sus manos la primera vez sentí algo extraño, pero no pensé que fuera precisamente esto, pero ahora...— Se llevó las manos al pecho.— Es...es nuestro hermano. 
— Amumu tendrá trabajo en asimilar todo esto, tienen que darle un poco de espacio. Creo que también tendrán que ustedes tomar tiempo para conocerlo. — Nunu opinó.— Digo, maestra Sivir, usted ya lo conoce, pero si quiere ganarse ese cariño de hermanos, tiene que hacerlo de otra forma. Lo mismo para usted, su majestad. 
— Lo sé muy bien, sé que debemos trabajar con él. — Azir miró la entrada donde estaban los patines de Amumu.— Me entristece conocerlo y verlo así. ¿Crees que debamos dejar sirvientes para que lo cuiden?
— Eso sería mucho para él. — Frenó Sivir.— Hay que darle espacio, además, Nunu cuida mucho de él. 
— Lo sé, te agradezco mucho lo que haces por mi hermano. — Azir se puso de pie. — ¿Ya estará despierto? 
— No lo creo...— Sivir miró el marco de la puerta que daba al pasillo. — Azir, supongo que ya que estás acá, podemos salir a dar una vuelta, así nos distraemos un poco. Tal vez más tarde podamos regresar. 
— Como tú digas, hermana. — 

Camille, Anivia, Gnar, Neeko, Azir y Sivir salieron del departamento. Afuera habían miradas sorprendidas, Azir era un ícono, pero donde más lo miraron fue fuera de la residencia de los chicos, pues habían un montón de mujeres amontonadas mirando al guapo hombre de pelo castaño y piel algo tostada. 

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