Viaje astral.

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[ NOTA  AUTOR:

Este capítulo va dedicado a ''HBK CREW'' en específico a un grupo seleccionado de personas que hicieron su petición para una historia especial pues uno de ellos me dio la idea y el resto animó a que se realice. 

Debo decir que me ha costado mucho asimilar esta parte del ''cuento'' porque no he parado de reír porque me imaginé una cantidad de historias, pero llegué a un punto donde dije: ''Que salga lo que tenga que salir.''  Otra cosa, el internet se cayó un montón de veces por eso me demoré tanto en escribir.
¡Disfrútenlo y saludos. ] 

En cualquier estación del año la naturaleza se mostraba majestuosa resistiendo diferentes cambios de temperatura, sin importar cuál sea. La temporada más dura sin duda era invierno pues la nieve quemaba hojas, hacía que los troncos de árboles enormes se arquearan, el viento agresivo movía la copa de los mismos dejando a la tierra como un soporte débil para esos enormes madero de vida. 
El único lugar donde el color verdoso encendido lleno de vida, donde el aroma a flores seguía durando y la humedad se sentía levemente era en el invernadero de la academia. 
Pocos alumnos frecuentaban ese lugar pues era una conexión natural, un sector donde podían tener paz y aprender, entre esas personas estaba Zyra que adoraba cuidar de las flores con espinas o cualquier planta que tuviera espinas, incluso demostraba bastante interés en plantas carnívoras y exóticas. 
Jhin también cuida de ese invernadero pero no tanto como lo hace un viejo trabajador de la escuela. Ese cuidador era casi tan viejo como Camille pues él trabajó junto a la madre de la actual directora. Esmerado por su trabajo pidió incansablemente que no se le despidiera pues esa escuela era su vida, su razón eterna de vivir pues se decía que era el protector del bosque, el que siempre estaba pendiente de cualquier planta aunque muy pequeña sea. 
Durante años custodió los caminos verdosos siendo esa su única pasión hasta que un día su vida cambió radicalmente. 
Su hogar no era la academia, pero su hogar colindaba a la colina siguiente de esa prestigiosa institución por lo que era fácil asistir a su trabajo todos los días, el único conocedor de caminos. 
Hace aproximadamente quince años golpearon la puerta de su modesta cabaña de madera, al principio no prestó mucha atención pues nadie podía llegar tan lejos, vivía en una colina, ¿quién sería capaz de llegar hasta ese lugar? Él continuó bebiendo una infusión de hierbas y flores, nadie iba a interrumpir su tranquilidad, mucho menos el viento. A medida que avanzaron las horas, el fuego de su estufa iba perdiendo fuerza, las cenizas estaban con su último calor. En cosa de minutos se levantó de su silla de madera, sus pasos sonaron en el piso que crujía como si se fuera a romper, abrió la puerta para recibir el frío viento en su ya cansado rostro, se iba a mover como siempre desde la entrada hasta la bajada donde estaba la casucha de los leños para fuego, pero su acto no fue posible pues a los pies de la puerta había una canasta grande de mimbre con una cobija de lana de oveja gruesa, un gorro grueso cubriendo una cabecita de algo. Su primera impresión fue que se trataba de una mala broma, seguramente era comida, o bien, creían que era una especie de hombre pobre, pero todas esas ideas pasaron al olvida de un momento a otro pues en esa canasta se oyó el llanto de un pequeño bebé, ese llanto que pocos toleran y que para otros hace nacer la parte más dulce del ser humano. 
Ivern asustado por lo que encontró en su puerta, entró rápidamente a su hogar dejando el canasto de mimbre con la niña sobre la mesa, preocupado además salió por la puerta nuevamente para ver a los alrededores a los responsables de esa criatura encontrando solo árboles, viento, nubes acariciando casi la punta de la colina. 
¿Qué podía hacer? Con la edad que tenía sería difícil criar a una niña. 
Con prisa fue hasta la casucha para traer leños, cuando volvió a casa encendió nuevamente el fuego para tomara una buena temperatura. — De milagro no te has congelado ahí afuera.— Dijo el anciano acercándose a la canasta nuevamente. Retiró esa manta de lana de oveja, cogió a la niña en sus brazos con preocupación.— Deja de llorar, por favor. ¿Qué pasa? — Meció a la niña una y otra vez hasta que un olor desagradable le hizo reaccionar, con una sonrisa en sus labios fue hasta su habitación para buscar una manta limpia, un paño blanco y otras cosas más, cuando regresó nuevamente al comedor y cocina, dejó a la niña en la canasta para poner un poco de agua caliente y fría en una fuente, cuando reguló bien la temperatura, nuevamente tomó a la niña, la puso sobre la manta limpia, removió su ropita hasta sacarle todo, cuando la tuvo lista, sacó ese paño sucio para lavarlo después, al poco tiempo la chiquita ya estaba en esa agua tibia que gozó bastante pues se reía chapoteando un poco el agua. Parecía tener al menos siete meses de nacida pues era bastante hábil, aplaudía, movía la boca como si lanzara besos, balbuceaba ''ma'', ''da'' , ''bu'' entre otras pocas palabras. Ivern se enterneció tanto con la criatura.  Ahora estaba más convencido que nunca, los humanos eran peor que los animales abandonando a sus hijos a sus anchas o como le tocara la vida, pero, por obra del destino, Ivern era un viejo que había disfrutado bien su vida, tuvo una familia completa y muy amorosa, pero al pasar los años, su esposa lo abandonó junto a sus dos pequeñas hijas las cuales nunca más volvió a ver. Hizo verdaderos esfuerzos para encontrarlas, pero esa mala mujer se encargó para que ellas no vieran a su padre. Él sintió tanto dolor y desesperación que no aguantó la situación, la pena que cargaba era tan grande que incluso ideó un plan perfecto para abandonar su vida, pero cuando iba a poner en marcha esa decisión, una mujer evitó hiciera eso tan horrendo. Ella animó al tipo a seguir adelante. Años más tarde se retiró a la colina a vivir, después se enteró que esa mujer que le ayudó era la directora de la academia que colindaba más allá. Feliz por enterarse de eso, la buscó y en cuanto se reconocieron, ella le ofreció trabajo, él gustoso aceptó pues no había mejor lugar donde estar. Tenía a una mujer de confianza que la animó a seguir y que a pesar que no la vio en un par de años, le siguió ayudando. 

La primera noche con la niña fue algo bastante agitador pues en esos meses la chiquilla tenía el crecimiento de sus dientes, él conocedor de la naturaleza preparó recetas para aliviar esos dolores, también cocinó comida para que ella no tuviera hambre, preparó un fuerte gigante para que ella no se moviera y él fuera a toda prisa a buscar leche de la vaca para que se alimentara bien. 
Al día siguiente preparó un morral para llevar a la niña hasta la academia, ahí la vio la directora con ojos extraños, era una niña preciosa de cabello rubio casi como el sol, ojos verdosos, una piel como de porcelana. 
— ¿Qué debo hacer con ella? — Preguntó Ivern a la directora de la academia. — A mí edad será algo complejo criar, además la han dejado en la puerta de mi casa. 
— Lo mejor será dejarla en un orfanato, no queda de otra. — La mujer tomó las manitas de la niña, tampoco estaba muy convencida de su idea. 
— El orfanato...y como su clase social será determinada como baja, vivirá una serie de abusos en ese lugar. — Ivern no se hacía la idea, sabía que incluso eran abusadas y eso no le gustaba para nada.
— Ese es el gran problema, si llevas a esta niña a un orfanato, primero el sistema social del país analizará su situación y depende de eso la pondrán en un hogar de menores, lo más probable es que sea el peor, no teniendo padre ni madre. Sobre todo se abrirá una investigación a fondo y pasarás la mayoría del tiempo en un juicio...— Eso no le animó tanto. 
— Y...¿qué pasaría si me hago responsable para que no pase esas atrocidades? — Ivern la abrazó como si fuera su propia hija, es que era inevitable no sentir afecto por esa niña cuando faltó ver crecer a sus hijas, él todavía en el fondo era padre. 
— Pues...te diría que sería un riesgo total, pero...— La mujer suspiró levantándose de su asiento.— Te ayudaría a comprar sus cosas, pañales, medicina, comida, y así, además... en el tiempo que ella comience a crecer, ven a vivir a la academia, tenemos muchas habitaciones que son prácticamente una casa, tendrás más cuidado, podríamos traer a un pediatra solo para ella, y todo a cambio de tus servicios en la academia, ¿qué dices? así no será tan complicada su crianza. — Ella ofrecía toda la facilidad del mundo, pero Ivern estaba dudando pues no le gustaba dejar su cabaña por mucho tiempo, pero lo haría, era la pequeña niña la que necesitaba de él ahora. 
— Lo haré ahora mismo, si no es molestia. — Ivern contestó con modestia. 
— Pero qué molestia va a ser esa...— Ella se acercó a abrazar al viejo hombre.— Vamos, te llevaré a tu nuevo hogar junto con la pequeña. Por cierto, ¿ya planeaste un nombre? — 
Mientras ella e Ivern caminaban hasta la residencia de empleados, pensó un momento pues no tenía algo pensado para ella. La estudió con la mirada una y otra vez hasta que ideó algo asombroso. 
— Se llamará Daisy, mi linda flor...Margarita. — Levantó a la niña regalando el único rayo de sol que se asomó para invierno entre esas espesas nubes. 

La directora de esa academia cumplió con todo lo que prometió para Margarita, Ivern siempre agradeció cada gesto, incluso agradecía a Camille por la paciencia que tenía pues la chica en sus ratos libres cuidaba de la pequeña niña. 
A medida que avanzaron los años, Margarita fue desarrollando los mismos gustos que su papá, amaba la naturaleza, le encantaba explorar bosques, admiraba cada detalle en los seres vivos, no podía aplastar ni siquiera a una mosca. 
Llegaba a su habitación junto a su padre para regalarle maceteros con flores que encontraba, llegaba con una caja con algún insecto curioso para preguntarle a él, fue tanta su pasión por la naturaleza que aprendió mucho durante su niñez. 
Cuando la pequeña niña cumplió siete años, se anunció en la academia el triste fallecimiento de la madre de Camille, esto hizo que la cría se deprimiera mucho pues ella era como un ejemplo de madre, aunque se puso muy feliz cuando supo que Camille tomaría el puesto de ella siguiendo el legado de la academia, pues esa mujer de bonitas piernas la veía como una hermana mayor que siempre le llevaba alguna que otra golosina. 
Margarita estudió en buenas escuelas del país, Camille junto con Ivern se encargaron de que tuviera una educación buenísima y cuando estuviera lista, King Justice School sería su nueva academia para dar su ciclo. Cuando cumplió quince años ingresó a la academia, lo que no vivió en otras escuelas lo estaba viviendo en la academia, prácticamente en lo que era su hogar. No faltó quien habló mal de ella calificando que su padre era el jardinero, que vivía del trabajo forzado del obrero, entre otras malas palabras, sin embargo ella en vez de notificar esos malos tratos, se guardó esas dolorosas palabras en su corazón que poco a poco fue creando espinas para que nadie tocara ese lugar más que su propio padre que a pesar de su edad, hacía un gran trabajo, ella lo amaba como cualquier hija agradecida de su padre. Claro, ella sabía que él no era su verdadero padre pues la historia verdadera de cómo llegó ahí, Ivern se la contó, pero aún así, padre es quien cría no quien engendra. 

Tantos malos comentarios hicieron que esa muchacha tan dulce de primer año comenzara a ser más y más rebelde a medida que avanzaban los meses y los años. 
Su conocimiento era tan amplio que a las lejanías de la academia tenía su propio campo de flores exóticas, de ahí crecían florcitas que la hacían volar a otras realidades, siempre sabía medir la cantidad para consumir, tampoco quería pasar a mejor vida. 

[ Salón 412 A - Maestro jefe Yorick.] 

— Por favor, guarden silencio en el salón.— Trató de calmar el hombre que estaba perdiendo los cabales pues se había armado una polémica tan absurda sobre la teoría de la tierra.— No sé por qué no hablan de estos temas con su profesora Sivir, ella dirá si la tierra es plana o no, yo aquí vengo a enseñar literatura. 
— Es que si lo piensa bien.— Olaf no quería terminar con la conversación, era un alumno muy obstinado. — La tierra no parece plana, ¿qué nos dice cuando vamos a la playa? ¡se ve esa curva! 
— Sí, las curvas de las mujeres. — Shaco avivó la llama además con un silbido llamó la atención de sus compañeros. 
— Bueno, ¿van a parar? — Yorick al parecer estaba perdiendo el control de la clase pues todos estaban hablando al mismo tiempo. 
— Si la tierra es plana, será o no será, ¿qué importa eso? la tierra es tierra y ya. — Margarita lanzaba papeles a Shaco para que se callara un rato, pero esto hacía que más se rieran.
Solo un alumno estaba completamente tranquilo en su pupitre, claro, estaba igual de malas pulgas que su maestro, pero él esperaba pacientemente que ellos se callaran de una buena vez antes de que explotara entre gritos y se armara un espectáculo digno de ser pagado por jefes de circo. 
— De acuerdo, ¿estamos con esas? — Yorick golpeó su libro contra la mesa, era tan grueso y antiguo el libro que incluso botó polvo haciendo que los alumnos cercanos a su escritorio comenzaran a toser y a estornudar. 
— ¡Tsh, tsh, tsh! — Se escuchó a más de cuatro alumnos. — Cof, cof, cof — En el resto. 
— Al fin se callaron. Bueno, como es lunes y ustedes todavía están con la pereza del fin de semana, les daré un trabajo bastante específico. — Yorick fue hasta el pizarrón para escribir.— Escribirán una historia de no más de treinta páginas, puede ser: fantasía, ficción, realidad, etc. Pero cada historia debe tener un elemento. Por ejemplo: Los dientes. Si es de realidad, puede hablar sobre su utilidad, crecimiento etc, si es fantasía, allá ustedes con lo que creen. ¿Queda claro? No quiero ver que digan: ''Es que no pude'' tienen plazo hasta el otro lunes. Ese día será la entrega y la evaluación. 
— Entonces hablaremos sobre dientes.— Volvió a mofarse Shaco del maestro, pero uno de sus compañeros como lo era Maokai no aguantó más sus bromas. Se puso de pie de manera firme y se acercó hasta él para tomarlo del brazo y sacarlo del salón. 
— ¿Te crees tan gracioso? ¿qué pasa contigo?— Maokai había sido escogido el presidente de la clase no solo por su inteligencia, sino por ser un tipo de carácter fuerte y rígido. Nadie, pero absolutamente nadie se quejaba cuando él hablaba, era casi un dictador respetado pero tampoco temido. 
Shaco sintió el apretón entre la pared, su espalda y el puño firme del más alto, esto hizo que se pusiera derecho obedeciendo órdenes. 
— Yo lo siento, pero es que tienes que admitir que es un viejo amargado.— Trató de poner broma en sus palabras, algo que no resultó nada bien pues Maokai le gruñó como perro que no quiere ser tocado. La llamada de atención fue tanta que incluso sus compañeros se pusieron derechos en sus puestos. Cuando Shaco entró nuevamente al salón se notaba asustado con un particular gesto de querer llorar. 
— ¿Ven? — Yorick negó un par de veces hasta retirarse del salón.— Tiene más voz de mando que uno mismo, pero tranquilos, si se portan bien no habrán más regaños como ese. Además, no se quejen, ustedes lo escogieron como presidente y él hace valer su nombre. 
— ¿Presidente? Noooo...— Replicó Margarita atrás del asiento del nombrado chico.— Es un dictador, pero uno muy bueno. 

La clase finaliza pues las campanas sonaban por todo el establecimiento, eran pocos los alumnos que se retiran del aula pues afuera hacía un frío terrible, otros simplemente iban a la cafetería o centro de reunión donde habían sillones cómodos, televisión, vídeo juegos, algo para recrearse. 
Maokai era siempre el último en salir del salón junto con Margarita, ellos no eran compatibles por ningún medio. ¿Se conocían? Por supuesto que se conocían pues desde pequeños asistieron a la misma escuela primaria donde hicieron unos lazos amistosos bastante dulces, pero que con el tiempo se fueron destruyendo por los clasismos además la forma rebelde que tenía la contraria al asumir sus problemas. 
Maokai al principio pensó que era una etapa que se pasaría a sus quince años, pero no, se equivocó pues ella continuó teniendo actitudes extrañas como contestar mal, reír y comer en clases. Lo único que él pensaba era en la mala situación que vivía Ivern, aunque él tampoco era muy agradable pues siempre alejó a Margarita de su amistad simplemente por celos a perderla como fueron arrebatadas sus otras hijas. 
Ivern no quería que ella se enamorara, pero con el paso de los años comenzó a ver que esa relación que idealizó era imposible y eso le gustó mucho. 
Margarita por supuesto tenía sus propios problemas pues a pesar de ser prácticamente llamada la ''payaso'' del curso, igual era tachada de eventos de alto nivel, no era invitada a teatros costosos, nadie había regalado tarjetas hermosas, incluso a los que estaban a su mismo nivel de economía, les causaba una especie de repudio. Solo eran dos chicos acompañaban a esta muchacha y esos eran Shaco y Blue. Ella sentía que eran un par de amigos completamente fiel a su amistad, pero lo que ella ignoraba es que solo se aprovechaban de situaciones fuertes e incómodas que ella olvidaba. 
Margarita comenzó siendo una niña saludable pero también tenía una obsesión con su peso pues tenía algunos kilos demás; eso también era un signo de bullying para ella. 
¿Dónde podía refugiarse entre tantas malas palabras? ¿En qué lugar? Si su padre Ivern vivía prácticamente trabajando, Camille tenía asuntos de más importancia, Shaco y Blue pasaban el tiempo hablando de ñoñerías sin sentido y Maokai no le prestaba atención. 

Tanto como su padre comenzó una admiración y conocimiento de plantas y flores exóticas silvestres, seguramente cualquiera pensaría que su plantación era en el invernadero de la academia, pero no. Esas flores estaban bajo siete llaves en un invernadero que solo ella conocía. Ahí tenía diferentes especies como: Khat, hongos psilocibios y burundanga. 
La pasión la llevó a la perdición a la edad de diesiseis años pues comenzó a experimentar con sus hojas, tal vez alguna infusión para beber o perfume, pero sin siquiera pensarlo, comenzó a tener alucinaciones y temblores, se sentía liberada de alguna forma, incluso pensaba que los árboles enormes del bosque le hablaban y acariciaban, los abrazaba, les explicaba su situación, su pena y ella siempre admitía que le entendían cada palabra que hasta incluso lloraban con ella. Cuando su efecto se terminaba, estaba totalmente pálida, llena de náuseas. En horarios de comida no aceptaba nada, algo que pronto no fue indiferente y también fue tema de burlas. ''Ella hace dieta, seguirás igual de obesa'' comentarios así hicieron que se sumergiera más y más en esas drogas que actualmente la tendrían con un cuerpo delgado casi estropeado, con la dentadura frágil y con su necesidad angustiante del consumo. Deseaba fumar a todas horas sin importar el riesgo. 
Los únicos que sabían de su adicción era ella y sus árboles, sus amigos también experimentaron este tipo de alucinaciones, pero ellos la consumen muy pocas veces llevándola incluso a fiestas para venderlas. Claro, no la vendían en fiestas de la academia pues serían expulsados en el acto, pero si en fiestas de otras escuelas. 
Actualmente ella no ha contado de su adicción, pero las voces corren de que se entregó a la anorexia o la bulimia, otros que la habían visto llorar y que por la depresión bajó de peso, otros afirman que su padre el obrero había pedido un préstamo a la academia para que ella se hiciera cirugía. Palabras ineptas para gente sin cerebro. 

— Oye Margarita, ¿vas a comer con nosotros? Hay haggis, ¿te animas? 
— ¿Qué es eso? — La chica se levantó de su puesto para ir donde Shaco que llevaba una bandeja con ese extraño alimento. 
— Es estómago con pulmones, corazón y todo en un embutido condimentado. — Shaco ya iba feliz a sentarse cuando Daisy sintió una punzada en el estómago, era tan asqueroso que hasta el nombre le causaba náuseas. 
— Paso de eso...No comeré nada por hoy...
— Pero si hay más menú que eso, pero es el especial.— Shaco no aguantó las ganas de comer cuando dio la primera bocanada de ese apetitoso plato.— ¡Está delicioso! — Habló con la boca llena. 
— No seas asqueroso, no hables cuando tengas la boca llena.— Blue regañó al más delgado , él estaba a gusto comiendo spaghetti. 
— Vamos, tienes que comer algo, ayer no te vi comer nada ni en el desayuno ni mucho menos en el almuerzo, ¿ahora harás lo mismo? — Aunque parecía poco probable, Shaco se preocupaba por ella. 
— Bah, es que comí cuando papá me acompañó en la casa, además no me apetece tanto. — Poco a poco se fue alejando del comedor pues tenía otros planes. — ¿Qué clase viene después? — Al no mirar cuando iba retrocediendo, chocó con alguna de sus antiguos compañeros que no tardaron nada en molestarla. 
— Me ha tocado una zombie, qué asco, ¿tendrá algo? — Se limpió una rubia hacía escándalo por nada. — Aléjate insecto asqueroso. 
— ¡Hey! — Se levantó Blue.— No la trates así. 
— ¡Vaya! el trío de ignorados y pobres habla, ¿tuvieron educación? al parecer no. — La muchacha de cabello largo y rubio se acercó a su mesa.— Cuidado costal de basura que tus días acá están contados. 
— Por favor chicas, no se molesten con ellos, les pido una disculpa, no estaba mirando por dónde iba.— Margarita solo con ellas bajaba ese perfil rudo que ponía al resto. 
— Mugre, lárgate de una vez a comer tierra con tu padre. — Habló otra muchacha de piel tan blanca y de cabello castaño claro. 
El comentario ocasionó risas y tampoco indignación entre los presentes. Margarita no fue capaz de contestar, estaba harta de ese tipo de cosas, odiaba que Ivern fuera su padre, seguramente los padres que la abandonaron tendrían otro nivel social y ella no lo sabía, ¡no lo sabía! 
— O mejor dicho, ve a vomitar al baño y a comer tu devolución estomacal. — Siguió encendiendo las llamas de sus comentarios la misma castaña. 
Lulu quien iba entrando al gran comedor con Poppy presenció las mofas que tenía aquella muchacha, Margarita salió corriendo por el pasillo sin llorar, solo quería alejarse de los límites de la escuela. Maokai que iba por el mismo camino pero en sentido contrario, vio la desesperación en la muchacha, pero aún así no la siguió, tendría sus problemas, pero cuando llegó ese chico fortachón al comedor notó que la situación era incluso más complicada. 
— ¡Tsk! Ella es mi molestia, ¿por qué tanta pregunta? — Se movió el cabello la chiquilla rubia que contestaba comentarios de personas que no estaban a favor de su comportamiento, entre ellos estaba Kai'sa, Malzahar, Irelia y otros más. 
— Pero si eres una basura, solo te burlas de ella porque su padre trabaja aquí. — Shaco la defendía, comiendo, pero la defendía. 
— ¿Y qué? ¿por qué se ofende tanto? Ese jardinero ni siquiera es su verdadero padre, que no se les olvide que ella fue abandonada y que gracias a la ex directora tiene su hogar, es parte de la inmobiliaria de esta escuela hermosa, ella es como... un cajón viejo y marchito. —
Maokai se puso frente a la chica que hablaba deliberadamente para poner fin a la conversación, a pesar de que Margarita no era parte de su círculo amistoso normal, no iba a permitir siguieran hablando cuando ella no estuviese presente. 
— Cállate de una vez y come. — Ordenó él con furia. — Acá se viene a comer y no a hablar de tu clase social que tus padres te dan y que tú no te has ganado con esfuerzo, bruta. — Finalmente golpeó la mesa con rudeza, incluso la comida que tenía en su plato se movió como los cubiertos dejaron su orden. 
Por fin el silencio se hizo al menos en ella y para los que estaban a favor de la chica, los otros simplemente cuchicheaban entre risas pues la cara de espanto que ella puso fue lejos memorable. 

Lulu era tan astuta, tan pequeña y dulce que se preocupaba por todos incluso si no era su amigo, ella comprendía el dolor de esa chica, claro que no había vivido la misma situación, pero se notaba el gran pánico que Margarita llevaba. 
Minutos antes de que Maokai regañara a la muchacha castaña, Lulu había advertido a Poppy que iría al baño para lavar sus manos, su amiga no notó nada extraño pues Lulu siempre era muy limpia, así que solo se dignó a elegir los alimentos de almuerzo y buscar un puesto cómodo para ellas. 
La muchacha de tamaño pequeño caminó a paso apresurado atrás de Margarita, siempre muy sigilosa para que ella no se espantara aunque la última no notaba nada, estaba tan herida que poco escuchaba a su alrededor. 
Pasaron por el camino contrario al lago donde comenzaba el bosque 'encantado' hasta arriba se colindaba con el mirador de Hushbet de la academia y pasado al norte, los límites de la academia. La menor no se sentía tan capacitada de caminar tanto y al parecer Margarita tampoco pues justo subiendo el camino hasta el mirador, cayó al piso como si fuera un costal de papas. Lulu cansada se espantó por esa pérdida de control, la chica venía rodando desde ese camino de piedras y cemento hasta ella. Lulu subió escalón por escalón hasta frenar esos golpes. Margarita estaba inconsciente y sangrando. 
A los alrededores no había nadie pues pocos salían a disfrutar de la vista, estaban tan lejos del centro asistencial, lejos de la residencia de damas, lejos del establecimiento, lejos de todo pues el lugar era demasiado apartado. 
— Vamos, despierta...— Lulu golpeó suavemente el rostro de la más alta. — No te puedo dejar acá...— Puso sus dedos sobre su cuello para captar el pulso, era muy débil. Por el pánico comenzó a gritar auxilio, pero nadie contestaba. — Por favor, por favor, despierta...— Comenzó a llorar del miedo pues cada vez su pulso era más y más débil, la temperatura del lugar tampoco ayudaba. — ¡Ayudaa! 
Maokai sintió una fuerte punzada en el pecho, sentía que algo malo estaba pasando pero no tenía idea dónde ni cómo, fue entonces que dejó su comida de lado para salir del comedor y mirar por todos lados. ¿Estaba buscando algo? pero, ¿qué era? Seguramente el apetito se fue cuando defendió a Margarita y su estómago se apretó de la rabia, por eso necesitaba respirar. Qué sabio era el cuerpo de una persona. 
Avanzó por los caminos gruesos del patio nevado hasta la pileta del centro, era tan gloriosa con sus querubines y el agua semicongelada. 
El viento eclipsaba todas las voces de alumnos, solo golpeaba ramas de árboles del establecimiento. Cuando salió de ahí miró al fondo donde comenzaba el recorrido del bosque sur camino al lago, desde ahí vio al viejo Ivern con su cuerpo cansado, su joroba que se apreciaba bien cuando barría con su pala para quitar nieve de los caminos, su gorra de lana cubriendo su cabeza que casi no tenía pelo. Maokai sentía pena por él, muchísima pena. 
Se acercó al hombre anciano, seguramente Ivern le gritaría que no necesitaba de su ayuda, pero para su sorpresa Ivern le sonrió aceptando su caridad. 
— Gracias jovencito. — Ivern tosió seco.— Perdón, a esta edad toso más de lo común. 
— Por favor, no pida perdón que no ha cometido ningún delito. — Maokai se había quitado el vestón negro de la academia para amarrarla a su cintura, arremangarse la camisa y coger la pala, así comenzó a limpiar los caminos que Ivern indicaba. 
— ¿Sabes jovencito? — Llevó la carreta para también ayudar. — Camille me ha pedido incansablemente que deje de hacer este trabajo, que debería descansar en mi cabaña, que mis años de servicio acabaron y que seguirá pagando dinero por todo lo que he hecho, pero a mi no me apetece recibir dinero sintiéndome un inútil. Hace años me jubilé y aunque mejoré mi hogar para mí y para mi hija, siento que todavía le debo muchas cosas a ella.— Su tono de voz comenzó a ser mucho más triste.— Yo sé que tú has sido compañero de clases de ella y que incluso fuiste su amigo...— Se sinceró. Maokai no quería hablar de tema, ella era desagradable, pero en el fondo la estimaba. 
— Sí, pero su hija ya tiene nuevos amigos.
— Lo sé.— Volvió a toser perdiendo el aire unos segundos.— Pero... esos amigos son fieles solo en momentos cuando ella asiste a fiestas. Sé que es adolescente y que hay muchas cosas que le gustan, es normal, pero me preocupa mucho. Tengo conocimiento de que sus compañeros la molestan porque yo soy su padre y ella me odia por serlo, soy un simple obrero, un viejo arruinado que solo le brinda su amor...— Sus ojos cansados estaban mostrando tristeza. Al parecer quería descargarse después de tantos años sin hablar con nadie. La única que lo escuchaba era la madre de Camille e incluso la misma actual directora, pero con ella no era la misma relación. 
— Señor Ivern, usted no es un viejo arruinado, tampoco es un don nadie como ellos dicen. Mire, si no fuera por sus manos, este bosque estaría horrendo y seguramente todo esto no existiría, usted es un protector y lo admiro aunque años atrás haya sido un cascarrabias conmigo. Jamás pensé en llevarme a su hija como usted pensó, simplemente la protegí como corresponde porque no es justo. Mis padres y yo también somos amantes de la naturaleza, no teníamos riquezas grandes, pero ahora son empresarios de ecología. ¿Quién iba a decir eso? Por eso y por muchas cosas más a usted lo respeto porque usted es conocimiento, Margarita es igual a usted, solo que, vive su vida a su manera. — Maokai cortó el tema. 
— Margarita...— Lanzó la nieve de la carreta hasta el costado del camino.— Es buena, pero cuando llega a nuestro hogar, se encierra en su habitación, no come, no me saluda, a veces se escapa y no llega hasta el otro día y cuando lo hace llega pálida, la otra vez llegó con aroma a trago y así. Este fin de semana me gritó que me odiaba, que era un viejo imbécil...— En sus labios se formó un ligero puchero de tristeza, para nada infantil, pero por su falta de dentadura se formó. A Maokai se le partió el alma al ver eso. Él podía ser todo un enojón, pero no era cruel, era un hombre esforzado. Con eso dejó ver que Margarita no era más que una tonta que deseaba lujos de otros y que era una simple egoísta. 
Él dejó la pala de lado para ir hasta donde Ivern y abrazarlo, pero él se negó con una sonrisa, pero si agradeció lo que el muchacho iba a hacer. 
De pronto Maokai vio a una muchacha arrastrar a alguien por el camino alejado de la colina, poco a poco se escuchaba un grito de auxilio. 
Ivern también miró donde Maokai miraba, él por los años poco veía, pero por la corrida que echó Maokai se asustó terriblemente, con un paso más lento lo siguió, al parecer habían problemas. 
El fortachón era casi atlético pero ya estaba con los brazos cansados con ese trabajo de paleo; sin duda admiraba el valor de ese hombre Ivern. Cuando fue llegando al inicio de las escaleras se dio cuenta que había ocurrido un accidente, rápidamente subió con el aire frío pegando en su rostro, Lulu lloró pues por fin había alguien que escuchó su auxilio. 
— ¡Margarita! — Maokai vio el rostro golpeado de la chica y cómo estaba sangrado, buscó su pulso encontrando que este era demasiado débil. — ¿Qué demonios pasó? — Subió a la chica en sus brazos con firmeza para bajar las escaleras a gran velocidad. 
Lulu perdía su ritmo en los pasos pues él daba unos brincos enormes. 
— Es que ella estaba en el comedor discutiendo y salió corriendo, salí detrás de ella para saber si estaba bien y cuando la vi subir hasta acá, perdió el control de su cuerpo y comenzó a rodar por las escaleras, estaba llegando casi a la punta del mirador cuando ocurrió.—Gritaba Lulu que incluso tropezó al llegar al último escalón, pero se levantó de inmediato para seguir al muchacho. 
Ivern que poco pudo seguir al muchacho se acercó para preguntar qué había pasado, Maokai advirtió que debía ir al centro asistencial lo más pronto posible pues Margarita tuvo un accidente. 
Su padre asustado trató de correr, pero estaba casi cojo así que Lulu quien se arrimó a su lado le ayudó para que no fuera tan pesado el camino. 
Maokai entró al centro asistencial con prisa, las enfermeras vieron que ella estaba herida en la cara, tenía un golpe en la cabeza además, la llevaron a una habitación y los médicos la atendieron en cosa de segundos pues era demasiado grave. El chico quedó afuera del lugar pues eran procedimientos médicos.
En el interior estaban tomando sus signos vitales, sólo se veían enfermeras caminar a prisa de un lugar a otro buscando sueros y más elementos médicos. 
Ivern llegó al tiempo después agotadísimo por la caminata, Lulu lo sentó en la sala de espera, algunas enfermeras se acercaron a él para atenderlo pues no era sano corriera aún sabiendo su estado de salud. 
— ¡Mi hija! ¿dónde está mi hija? — Su mano tembló para apartar a las enfermeras, ellas entendían que no quería atención por sus nervios, pero debían hacerlo. 
— Señor Ivern. — Regañó una de ellas.— Su hija está siendo atendida por los médicos, no se alarme que pronto tendremos noticias. Por favor, déjese examinar. — 
Ivern se descubrió el brazo para que pudieran ver sus signos, todo era normal a excepción de su pulso acelerado, con rapidez su doctor llegó para preguntar cómo se sentía, pero él estaba pendiente de Margarita. 
Lulu estaba sumamente asustada, se acercó al mostrador donde estaba la secretaria, la chica era tan pequeña a sus quince años que a penas se veía. 
— Señorita...— La chica movió su mano para que la viera la mujer. — ¿Podría llamar a la oficina de la directora Camille o a la oficina de Elite Stern desde acá?
— Por supuesto. — La secretaria se puso de pie para entregar el teléfono y presionar un número de marcado rápido. Poco se demoró Camille en contestar la cual de inmediato fue advertida por la alumna sobre el estado de Ivern y Margarita. La directora iba en camino al centro asistencial. 
Lulu todavía muy agitada se sentó a esperar por alguna respuesta del médico, pero todavía no salía del interior de esa sala. Enfermeras salieron con algunas muestras de sangre, después llevaron a la chica con camilla y todo a una sala de rayos y más exámenes, todo fue demasiado rápido hasta que por fin estuvieron listos. 
Camille ya estaba en la sala de espera junto con Ivern para calmarlo, Maokai estaba mirando por la ventana, Lulu abrazó a una enfermera que le regaló una paleta para calmar su tristeza. 
El doctor salió con un gesto preocupado, no sabía por dónde empezar a dar la noticia. 
— Bien...— Se quitó la mascarilla el médico, pronto Maokai, Lulu, Camille e Ivern se acercaron al especialista. — No sé por dónde comenzar. Por el momento Margarita estable pero no tan bien como quisiéramos pues se golpeó muy fuerte en la cabeza y esto ocasionó una fractura en el cuello, estamos analizando un fractura leve en su frente, pero no hay de qué preocuparse pues está todo bajo control, otra cosa. ¿Margarita ha comida durante estos días? — 
Ivern negó de inmediato. 
— En casa no come, pero no sé si lo hará en el gran comedor. 
— No, no come, de hecho siempre evita comer ahí cualquier cosa.— Respondió Maokai.— Pero pensé que eso era debido a una dieta. 
— ¿Dieta? — Rió el médico.— Miren, hicimos exámenes de sangre a Margarita porque no por nada uno se desmaya como nos contó a pequeña aquí presente. Ella perdió el conocimiento por su falta de comida y porque encontramos algo más en su sangre...— Torció la boca el doctor.— Esto provocó que cayera por las escaleras... 
— ¿Qué es lo que encontró en su sangre, doctor? — Camille ya se sentía angustiada, por esa niña si sentía afecto pues ella la había cuidado un par de ocasiones cuando era una niña. 
— ¿Saben ustedes si Margarita consume alguna sustancia ilícita? 
— ¿Perdón? — Contestaron todos en unísono. 
— Me refiero a que si saben si Margarita consume alguna droga, algo que afecte severamente su salud, algo a lo que es adicta. — El doctor aclaró tan brusco que todos se sorprendieron. 
— Imposible, margarita pasa de la academia a casa porque nuestro hogar colinda con la colina del monte este, pero es al único lugar donde va, es un solo camino de ida y vuelta. 
— Lulu...— Camille interrumpió. — ¿Dónde iba exactamente Margarita cuando cayó?
— No lo sé, iba apurada subiendo hasta el mirador de la colina Hushbet pero de ahí no sé, yo solo la iba siguiendo porque en el comedor se estaban burlando de ella y huyó asustada. 
— De acuerdo doctor, gracias por informarnos. — Camille cortó la conversación con el médicos.— Mantenme informada por la salud de ella, y por favor Ivern, no descuides la tuya. 
— Señorita Camille.— Los ojos del viejo se llenaron de lágrimas.— ¿Ella está consumiendo algo malo? 
— No lo sé Ivern, no puedo decirlo...— Suspiró angustiada.— Pero debo hacer algunas llamadas para que revisen tu hogar y la academia, seguramente algo se nos está yendo de las manos y no nos hemos dado cuenta. Ella está siendo víctima de burlas nuevamente y se calla. ¿Ha pasado algo malo últimamente entre tú y ella? 
— Pues...— El viejo volvió a sentir tristeza.— El año pasado y el comienzo de este se ha fugado de la casa, va a fiestas, regresa con aroma a trago, cuando está en la residencia de chicas sé que se comporta y dice quedarse ahí, pero no, llega a la cabaña con temblores, me ha gritado innumerables veces que me odia y que soy un viejo...— No pudo terminar la frase pues habían groserías en medio.
— Ivern, ¿por qué no me lo has dicho? — Camille sintió tanto coraje. 
— Porque pensé que eran solo problemas de adolescente, seguramente iba a pasar, ella piensa que está gorda y yo asimilé que por eso no comía. 
— Mal, muy mal...— Camille sujetó por los hombros al anciano.— Siempre has pertenecido a esta familia, mamá siempre te dijo que contaras conmigo, te lo dijo y yo te lo volveré a decir, cuentas conmigo siempre, lo que pase Margarita debes contármelo. 
— Lo lamento mucho, yo lo lamento mucho. — El viejo no podía parar de llorar, en ello tuvo un ataque de tos bastante severo, las enfermeras lo llevaron de inmediato donde estaban los sillones para ponerlo con respirador y oxígeno. 
— Chicos...— Camille volteó para ver a Lulu que estaba llena de lágrimas en los ojos y a Maokai demasiado preocupado. — Por favor, vuelvan a sus salones, Margarita estará bien. 
— Directora Camille...— Lulu abrazó a la más alta.— Usted es muy buena. 
— Nos vamos entonces, pasaré a dejar a Lulu a su salón, ¿sería tan amable de dar aviso a los maestros la razón de nuestro atraso? 
— No se preocupe joven Maokai, avisaré de inmediato. — 
Camille tomó su teléfono celular para hacer un par de llamadas a los maestros. 
Maokai tomó la mano de Lulu que sujetó al más alto con fuerza la mano, era una niña preocupada. 
A los minutos después cuando llegaron al establecimiento Maokai dejó a Lulu en su salón que fue recibida por la maestra Karma, cuando él subió hasta su salón no pudo entrar, se sentía demasiado preocupado para enfrentar esas miradas. 
— Margarita...— Murmuró su nombre como si ella estuviera dejando el mundo. Apegó su cabeza contra la puerta, su estado de ánimo había cambiado drásticamente, ahora entendía el porqué dejó de comer tan de repente. — Qué demonios estás haciendo con tu vida... — Mordió su labio inferior, estaba angustiado sin duda alguna. 
Se brindó algo de energía, tomó aire y entró al salón. La maestra Kalista estaba haciendo su clase, por supuesto no le dijo nada pues él tenía autorización. 
Sus compañeros sintieron dudas pues aunque fingiera su dureza frente a todos, en el fondo estaba preocupado por algo. 
— Bien, ¿me prestan atención otra vez? — Kalista volvió a escribir en el pizarrón anotando fechas claves de la historia. 
— Ps...— Shaco le lanzó un papel a Maokai, él lo abrió de inmediato. 

* Oye, ¿estás bien? ¿viste a Margarita? Otra vez no está en el salón. * [ S ] 
* Lo estoy. ¿Tienes tiempo después de clases para conversar sobre un asunto? * [ M ]
* Sí, lo tengo. No me contestaste, ¿dónde está ella? ¿la has visto? [ S ]
* Por lo mismo quiero conversar con ustedes, porque se supone son sus amigos.* [M]

Shaco cuando recibió el papel y al leer lo último sintió algo de terror, ¿sería lo que estaba pensando?  No tenía forma de comprobarlo, por lo mismo le entregó el mismo papel a Blue que estaba a dos pupitres más allá. Cuando el chico leyó eso también sintió pánico, las manos le estaban temblando. 
Maokai notó un comportamiento extraño, ellos lo sabían. 
Camille hizo todas las llamadas posibles a investigadores especialista en la búsqueda de droga, la petición fue tan urgente que ellos acudirían de inmediato con equipos especializados e incluso con canes adiestrados. 
Una hora y media más tarde la clase acabó, todos por fin podían liberarse la historia universal, todos se iban retirando del salón incluso la maestra, Shaco fingió olvidar la conversación pero Maokai llamó la atención de su compañero, Blue también se quedó congelado con esa voz tan gruesa que presionaba a cualquiera. 
— Shaco, ¿cuál es la urgencia de irse? — Maokai se acercó hasta la puerta para conversar con esos dos. — Ustedes dos son los amigos de Margarita, ¿no?
— Sí. — Contestaron en unísono. 
— Qué buenos amigos son, tan buenos que supongo saben que ella hace consumo de drogas, ¿no? 
— ¿Ah? ¿de qué estás hablando? — Shaco contestaba completamente nervioso. 
— Sí, nosotros no sabemos nada de eso, ¿qué te hace pensar eso? — Blue quiso retirarse sin éxito alguno. 
— No irás a ninguna parte ni tú ni tú tampoco. — Señaló a Shaco. — Ahora mismo me dirán que clase de drogas está consumiendo Daisy. 
— Pero si nosotros no sabemos nada. — Shaco perdió la paciencia entre los nervios y la risa que delataba. 
— Shaco, te he visto llegar exactamente con los mismos síntomas a la academia los fines de semana, además si hacen exámenes de sangre les arrojará los resultados. 
— ¿Por qué te preocupas tanto por eso? Ni siquiera eres amigo de ella, la detestas con el alma porque se junta con nosotras. 
— Sí, Margarita no me simpatiza en lo absoluto, pero ella ahora mismo está en el centro asistencial de la academia porque le ocurrió algo grave y ustedes están acá negando lo que es evidente. — 
De pronto la puerta se abrió de golpe, era Camille junto con algunos policías de investigaciones. 
— Señor Maokai, usted mencionó que Margarita tiene dos amigos que pueden saber algo, ¿no? — Camille se acercó hasta esos alumnos. — ¿Son ellos? 
— Sí, Shaco y Blue pero al parecer no quieren decir nada, solo me dicen que no saben nada. — Maokai se hizo a un lado. 
Los policías se acercaron hasta esos chicos para tomarlo de los hombros. 
— Descuida, estos hombres harán las preguntas y sabrán si mienten o no. — Sonrió la directora. — Otra cosa, ¿te puedo pedir un favor? ¿puedes ir al centro asistencial a acompañar a Ivern? Yo sé que ya no eres amigo de Margarita hace años, pero Ivern está solo y...
— No se preocupe señorita Directora, iré a cuidar de él. — Se abrió paso por la puerta. — Si hacen la revisión de drogas por favor, que vayan hasta esa colina, por algo Margarita iba a ese lugar. 
— Ya hay policías en ese lugar como en la residencia de varones y damas, están en todos lados así que no se espante si ve el operativo. ¿Bueno?
— No me espanto, es lo mejor que pueden hacer. — 

Maokai se tardó al menos veinte minutos en llegar al centro asistencial pues ya no tenía tanta urgencia, en el interior se encontraban algunos alumnos sospechosos haciéndose exámenes de sangre, entre ellos Shaco y Blue. Ivern estaba al interior de la habitación de Margarita, ella todavía no despertaba pues estaba dormida todavía por los calmantes para el dolor. El chico entró golpeando la puerta antes, el viejo aceptó que entrara sin problema, pronto el silencio de la habitación se hizo presente. Ivern no hacía más que tocar las mano derecha de su hermosa hija y verla a la cara, de vez en cuando daba besos con su temblorosa boca, acariciaba su brazo con sus palmas ásperas. Había calmado ese llanto hace mucho. 
— Su pena ha sido muy grande, hijo...— Comentó el anciano. — Soportar que la abandonaran, aguantar gritos de gente que no la conoce, tener problemas con su aspecto, parecer fuerte ante los demás y creer que no tiene personas que la escuchen porque no la comprenderán, pero se olvidó que estoy yo.
— Señor Ivern, Margarita debe cortar sus problemas de raíz. Primero debe admitir que tiene problemas, seguramente debe visitar a un especialista para que la escuche, hay cosas que la persona no puede decir por vergüenza y es mejor decirlas a un desconocido que sabe del tema para que pueda ayudarla. — Comentó Maokai. 

Mientras en la academia los policías hacían revisiones de habitaciones una por una con perros para detectar droga, fue la búsqueda más larga, al final encontraron en la habitación de Shaco y Blue pastillas hechas de hongos alucinógenos, caja fuerte con dinero, un libro donde sería sus futuras ventas, etc. 
Camille estaba furiosa al enterarse de esto, en su academia no había venta de esto pues sería muy obvio y ellos irían a la cárcel más rápido de lo que canta un gallo. Los policías debían saber dónde la conseguían la planta porque era demasiado difícil encontrar de esas en el país, también dónde se hacía todo el procedimiento para hacerla una pastilla. 
Respuestas que a la hora siguiente fue contestada pues dos policías llegaron a la bajada contraria de la colina donde había un bosque y un invernadero algo rústico. 
En su interior se encontraron plantas que no conocían, algunas botellas de bebida alcohólica, encendedor, papelillos, entre más. De inmediato llamaron a un especialista en plantas, el policía conocía un hongo, por lo que pidieron ayuda a Zyra, sabían que ella reconocería cualquier flor o planta y así fue. 

— Este...— Señaló Zyra. — Es una planta  se llama Catha edulis, qat o Khat, es una droga usada para masticar, lo utilizaban hombres para tener alucinaciones, su consumo es grave pues afecta el sistema nervioso incluso provoca retraso. — Mencionó la chica. — Acá también tiene hongos psilocibios, con esto se hacen las pastillas alucinógenas, puede provocar hasta la muerte. Y la planta que conocen como la burundanga— La señaló. — Todas son adictivas, pero ustedes saben que la burundanga hace perder el conocimiento, es una planta utilizada en otro países para violar gente, produce arritmias entre otros síntomas. 
— Muchas gracias por su ayuda, señorita Zyra, su madre estará orgullosa de usted. — Felicitó Camille y el policía que pidieron de su conocimiento para reconocer plantas. 
El perro de uno de los policías simpatizó mucho con la muchacha, tanto que pedía caricias en su cabeza. 
— Ts, tranquilo Speed. — Le decía el policía a cargo del can. 
— Ah, pero qué lindo es, me recuerda al perro que tenía cuando era niña, era un lobo, yo lo llamé:  Warwick. — Zyra contó recordando a ese perrito que parecía más bien un lobo alocado y chascón. 
El can al escuchar ese nombre de inmediato se desordenó volviéndose loco pues reconocía ese nombre, tanto fue que se lanzó sobre ella lamiendo su cara e incluso llorando. 
— Disculpe muchachita, ¿cómo perdió a su perro? — Zyra estaba impresionada, jamás había sentido tanto apego por los animales a excepción del perrito que cuidaba día y noche hasta que un día desapareció.
— Mamá me comentó que un día se metieron a la casa a robar y que se lo llevaron en una camioneta, nunca más lo volví a ver. — Dijo Zyra con pena. — De hecho tenía una marca en la panza, era una mancha como si fuera una 'W' por eso le puse Warwick. — 
Los policías se quedaron mirando uno a otros, Zyra incluso preguntó qué pasaba, para cuando el perro se tiró al suelo mostró la panza para ser acariciado como buen perro, fue ahí cuando la chica notó esa marca en su panza. 
— ¡Warwick! — Zyra lo abrazó con tanto amor, era un reencuentro poco usual. Tuvieron todos que abandonar el lugar menos los policías, pero sí el hombre de la jefatura que le enterneció ese raro encuentro. 
— Este perro siempre está llorando, hace su trabajo como corresponde, pero siempre está buscando un aroma diferente, busca algo y al parecer ya sabemos lo que buscaba. 
— Es que, este perro es tan hermoso, no sabe lo feliz que me hace. 
— Si quieres puedes quedarte con él, tenemos muchos perros adiestrados y Speed, quiero decir Warwick es uno de los mejores luego de Nasuth, pero él querrá quedarse contigo. 
— Bueno, si ellos te lo pasan y te haces responsable de tu perro, puedes tenerlo, siempre y cuando sea tuyo y de toda la escuela porque a mi también me simpatizó, además será útil para detectar cosas ilícitas en la academia. 
— ¡Así será! 

En tanto otro equipo especializado de policías llevaba toda la evidencia, arrancaba el problema de raíz incluso sacando las semillas y toda clase de plantación ilegal. Ahora el problema de Margarita quedaba en los aires, ella estaba colgando de un hilo en su vida y futuro. 

Daisy estaba confundida, miraba cada rincón de la habitación con la cabeza tiesa, sentía los brazos hinchados, la espalda le dolía, mareada comenzó a desesperar. ¿Qué hacía en ese lugar? Pronto la imagen se aclaró más y vio a Ivern tomando su mano esperando a que abriera sus ojos. 
— ¿Qué pasa? — Preguntó con un hilo de voz, estaba completamente molida. — ¿Qué hago acá? 
— Hija, hija...— Ivern se levantó tembloroso para tomar parte de su hombro y besar su frente. — Estás bien, estás bien mi pequeña margarita. — 
Cuando el mayor le dio el beso ella se mostró molesta pues sentía dolor en el cuerpo además porque no quería afecto por parte de él. Ivern consciente de que ese gesto le incomodó, tomó distancia prudente de ella para contar. — Perdiste el conocimiento y rodaste por las escaleras, una alumna te encontró y Maokai ayudó a traerte, tienes fracturas por todas partes, en la cabeza, en el cuello, el tobillo, tienes lastimados los codos, fue horrible mi pequeña margarita. — Tomó su mano con cuidado. — Te hicieron diversos exámenes. 
— ¿Me sacaron sangre? — Preguntó secamente pero preocupada también. 
— Sí...— Admitió el viejo, todavía veía poco probable lo que decían los médicos. 
— ¿No dijeron nada malo? — Volvió a preguntar. 
— No, no lo han hecho. — Ivern se avergonzó porque estaba mintiéndole a su hija, en vez de preguntar, en vez de saber la verdad, estaba haciendo que ella se quedara con su realidad. Tenía miedo, era obvio, no quería que la volvieran a apuntar con el dedo, pero era la peor forma de hacerlo. 
Maokai se sintió enojado porque para colmo, ella seguía reprochando las caricias del viejo y encima que la encubría de sus errores. 
— Puedes irte ya, no necesito de ti en estos momentos. — Cortó secamente la muchacha. 
— Pero hijita, estoy preocupado.
— ¡Sal de acá, estás con un olor insoportable a tierra mojada! Además tu presencia no hace más que estorbar, ve a hacer lo que tengas que hacer, acá hay otros profesionales con mejores cosas y estudios que tú. — Margarita se comportaba como una mujer sin corazón. 
Ivern al escuchar esto sintió que su corazón se rompía en mil pedazos más, la tristeza lo estaba matando lenta y dolorosamente. 
— Margarita...mi pequeña margarita...
— ¡Vete viejo apestoso! — Gritó secamente provocando la furia en el otro chico que estaba presenciando todo. 
— ¡Ya basta! ¿no? ¿qué demonios te crees que eres? — Maokai tomó al viejo por los hombros que poco a poco se deshacía de la pena. — ¡Mira en la posición que estás desagradecida! 
— ¿Qué haces tú acá también? Yo no pedí ningún super héroe. 
— Y tu padre tampoco pidió a una ingrata como tú que desea lo que otros tienen, si lo deseas tanto, gánate la vida como ellos lo han hecho, si el señor Ivern no tuvo la misma suerte que ellos fue porque se rompía el lomo trabajando para que tú tuvieras una vida digna sin penas, para que obtengas la mejor educación, para que tengas comida en tu mesa, para brindarte amor, porque lo quieras o no, tus padres te abandonaron porque eras un estorbo para ellos. Mira la realidad princesa de campo, no eres diferente a él ni a nadie, no eres tan diferente a como son esas chicas que te molestan en la academia porque tú así lo quieres, ¿por qué no te sientes orgullosa de este hombre que ha hecho de todo para hacerte feliz? Ni siquiera eres su hija, cualquier persona te hubiera dejado en un orfanato sufriendo por malos tratos, pasarías hambre y frío como esos niños, no tendrías nada de lo que tienes ahora. Has ido a los mejores establecimientos educacionales del país, ¿qué más quieres? ¿una corona? ¿por qué no eres agradecida? ¿cómo demonios quieres que te tomen en cuenta cuando tampoco aceptas quién eres? — Maokai desenvolvió la lengua de la picazón y rabia que sentía, la detestaba todavía más. Ivern trató de calmarlo, pero él no hacía caso.— ¡Contesta! Además, hace lo posible por mentir, preguntaste por el exámen de sangre porque sabías que encontraría algo en ti. ¿No? eres una consumidora activa de drogas, ¿te sientes feliz? además de alcohol, ¿qué culpa tiene él de haber hecho todo lo posible? Si tienes una pena coméntale a él que es la única persona, el único ser humano que abrió las puertas de su casa que por muy modesta que fuera, fue tu hogar durante años. — Golpeó la cama sin importar ella sintiera dolor. — Fui tu amigo durante años y ahora te desconozco completamente, me alejé de ti por tus actitudes infantiles, seguiste las masas de la popularidad que nada te hacen porque no eres siquiera feliz y no es por la culpa de él, es culpa tuya que siempre estás volando en ilusiones vacías, seguramente también te satisface el hecho de verlo triste, ¿no? Estás podrida, tu corazón está podrido como las ramas de los árboles que nunca encontraron amor, así te quedarás, como un tronco sin hojas y solitario, ¡sola! 
¿Piensas enamorar a un chico? No lo conseguirás tan fácilmente, a no ser que sea parte de una ilusión por tu consumo. — Finalizó enojado. — No te permitiré vuelvas a faltar el respeto al señor Ivern que por muy padre tuyo que sea o no sea, es quien te permitió seguir adelante. — Sacó lentamente al señor que ahora era un manojo de lágrimas silenciosas, no iba a decir nada pues no estaba en posición de pelear. — Ahora verás tú cómo solucionas tus problemas con las drogas, de ahí no te vas a poder mover porque ahora mismo hay policías por toda la academia para la revisión de sustancias ilícitas, ¿y sabes qué? tus amigos irán a la cárcel. Ruega porque tú no tengas la misma suerte. — Cerró la puerta de un portazo. 
De inmediato entró Camille con hombres de investigación policial a cuestionar a Margarita. 
Ivern no aguantó tanta presión que empezó a perder el control de su respiración, cada vez más le dolía, tosía tan feo que Maokai lo llevó donde las enfermeras, ahí fue rápidamente atendido siendo regañado por su doctor. 
Cuando al señor Ivern lo llevaron a un salón para ser atendido, Maokai pateó un basurero, todavía estaba enojado, no sabía qué estaba haciendo ahí pendiente de una persona que no era de su interés. 

Margarita estaba rodeada, asustada, todo lo que dijo Maokai era cierto, pero no lo quería ver, ella estaba convencida de que su futuro sería diferente. Camille había conversado un momento con Maokai que le dio información valiosa, algo que ocuparía ahora mismo. 
Los policías le preguntaron cómo consiguió la planta, de inmediato negó la participación de Ivern, pero sí afirmó que ella misma las consiguió en un mercado de la ciudad el cual hace años había sido investigado y cerrado. 
Una psicóloga realizó un par de preguntas más también, quería saber el motivo de su consumo, también cómo sus compañeros hicieron ese tipo de pastillas. Ella se sinceró, dijo que ellos la convencieron de darle esos hongos para ayudarla con su adicción, pues le darían dinero para que cumpliera sus sueños de tener una casa enorme para ella sola y no tener que aguantar al viejo de su padre. Preguntaron también por la burundanga, pues ellos habían confesado algo que no dejó indiferente a los policías, mucho menos a Camille que sentía una pena y dolor enormes en su corazón. 
— ¿Alguna vez hicieron que la olieras? — El policía iba anotando todo en su ordenador. 
— Sí, varias ocasiones, decían que eso me calmaba, yo conocía las plantas que tenía y sus funciones, me gustaban también por sus formas, en un principio creí que podía pasar por un medicamento. Pero tampoco conocía sus efectos hasta que las probé, al tiempo después le conté a Shaco y a Blue sobre esto y ellos aprovecharon y me dijeron eso. 
— Pero sobre la burundanga, ¿sabías? 
— Solo sé que me hace perder la noción, que puedo estar tranquila aunque el corazón se me acelere, no me acuerdo de nada con esa flor. 
— ¿La probaste con tus amigos? — Preguntó la especialista mental. 
— Sí, pero ellos la probaban después de mí porque decían que eran unos cobardes. — Comentó Margarita. 
— Entonces, tú les dabas el ejemplo como si fueras valiente, ¿no? — Dijo el policía. 
— Sí, era una forma de sentirme bien conmigo misma, después de todo... con los hongos podía hablar con los árboles, ellos me escuchan, ellos oyen mi pena... — 
Un médico se acercó a Margarita para probar sus reflejos, ella tenía una falla cerebral y de reflejos, se podría pensar que era por los golpes, pero Camille reunió información suficiente con sus maestros para analizar el comportamiento de su estudiante. 
Yorick afirmó que se distraía fácilmente, pedía permiso para ir al baño pues palidecía por los vómitos, Karma comentó incluso que en ocasiones movía la mandíbula como si hablara sola, se tocaba los oídos con terror, tenía severos temblores, de hecho esto se sabía porque lo asimilaron por el bullying que sufría, más nunca se imaginaron que fuera efecto de las drogas. Darius, el maestro de deportes habló sobre sus reflejos, cuando corría se cansaba, su orientación era extraña pues lanzaba a un punto y pensaba que era a otro lado. No pensó que fuera por drogas sino que por algún problema de vista o algo parecido. 
Camille se maldecía, las señales estaban ahí y aún así no pudo evitar esto. 
La conversación se alargó durante una hora más tarde, para cuando ellos se fueron, hicieron varias órdenes de investigación psicológica a Margarita como a Shaco y a Blue, la academia sin duda iba a ser nombrada durante la semana y no con algo bueno sino que su nombre se vería afectado, las llamadas no iba a cesar. 

— Margarita, mírame. — Camille por fin estaba a solas con la muchacha que confesó un par de cosas claves. — Tú siempre estás cuestionando qué sería de tu vida si tus padres biológicos estarían contigo. ¿Quieres saber quiénes son ellos? — 
Margarita prestó toda la atención del mundo, por supuesto que quería saberlo. 
Camille abrió un archivo de la policía como otros documentos que reunió años atrás junto con su madre. 
— Hace años atrás mamá predijo que esto podía pasar algún día y comenzó a hacer una investigación sin que Ivern supiera pues se iba a sentir triste porque podía tomarlo como si quisiéramos separarte de ti, pero la curiosidad de tu persona no se iba a detener hasta que supieras la verdad. — Acercó el libro. — Naciste en un hospital de social baja, tus padres se dieron a la fuga luego de que naciste, incluso tu nacimiento salió en las noticias porque literalmente te dejaron botada en el baño del hospital, fuiste encontrada por una de las pacientes del lugar. Se abrieron investigaciones hasta que dieron con el paradero de tus padres, ellos confesaron absolutamente todo. Su situación no era la más favorable, ¿sabes por qué? tal y como Ivern, tenían una casa en el bosque. Tu madre se llama Ashley Hunter, tu padre Dimitri Belle. Ambos tuvieron antecedentes penales por tráfico de drogas, homicidio, robo a mano armada entre otros delitos. Se inyectaban sustancias en el cuerpo, renegados sociales. ¿Crees que tu vida habría sido mejor con ellos? — Le fue mostrando fotos. — Ellos para no caer en la cárcel demostraron ser buenos padres durante tus primeros meses, claro que no por eso dejaron de consumir drogas y alcoholizarse, de hecho, tú te alimentabas solo de poca leche que a penas te da tu madre. Cuando naciste, a los pocos meses ella volvió a quedar embarazada, después de eso tú apareciste en casa de Ivern en un canasto de mimbre. Tú tienes una hermana, de hecho ella se llama Annie Belle. — Siguió mostrando Camille.— Tu nombre verdadero es Eva Belle. — Le entregó el libro de evidencia. — Tus padres murieron de sobredosis. 
Mamá y yo teníamos que investigar de dónde venías, tanto fue el revuelo que llamamos a médicos, por eso estabas constantemente sometida a exámenes. No sé cómo, pero te libraste de no tener nada en la sangre como drogas, hasta ahora que comenzaste a hacerlo. — Se mostró tan decepcionada. — Margarita te puso Ivern por tu hermoso cabello rubio como el sol, ojos verdosos como el tallo y tu piel blanca como sus pétalos. Yo no puedo juzgarte, sé que tienes problemas psicológicos, permite ser ayudada Daisy, si no lo haces, podrás ir a la cárcel y terminar como ellos.  — Cuando Camille dijo eso, Margarita vio la última imagen donde se veía a los cadáveres encontrados muertos con las jeringas en los brazos. Eso causó rechazo a la muchacha. 
— Yo no quiero terminar como ellos...— Se sintió tan culpable, había sido injusta hasta el cansancio con Ivern creyendo que si no lo hubiera conocido, con sus padres biológicos pudo ser feliz, pero no, la realidad era todo lo contrario. — Ayúdeme a salir de eso... admito que soy una adicta. 
— Al menos das tu primer paso. Te advierto que vienen días de investigaciones, citas con especialistas, incluso King Justice School será muy mal visto. — Murmuró Camille.— Pero no me importa, ¿y sabes por qué? porque tú eres una Ferros tanto como yo. — 
Margarita no entendió por lo que Camille explicó. — Por supuesto que cuando te encontró Ivern no te iban a dejar con un completo desconocido, por lo que mamá hizo muchos trámites de adopción para él, como vieron su situación te iban a negar hasta el fin de los tiempos, ¿cierto? — Sacó de su bolso otro papel de adopción. — No es llegar y tener una niña así como así. Aquí todo se rige con leyes. — Mencionó.— Como Ivern estaba perdiendo esperanza de tenerte, mamá hizo movimientos por todos lados, de esta academia han salido estudiantes estrellas que son abogados, jueces, etc. Por lo tanto, mi madre te adoptó como su propia hija, pero cuando llegara el día de su muerte, ibas a pasar como hija legítima de Ivern. Tú tienes muchos beneficios de Ferros y tu padre aún no capta la noticia de que ustedes gracias a esto tienen un por venir incluso mejor que el resto de alumnos. Tú no eres una pobre muchacha desamparada, el hecho de que tú no tengas conocimiento de tu herencia ferros no quiere decir que seas siempre una mujer simple, y de hecho, si lo fueras, no se notaría porque la elegancia y los valores no se hacen del dinero, se hacen por los golpes que da la vida. Algunos tienen más suerte y otros no, pero tú, tú tienes suerte de tenernos a nosotros. — 
Margarita abrazó como pudo a Camille, eso hizo que le diera un dolor horrible en su cuello. 
Ahora veía con más claridad las cosas; pero tenía cosas en mente. 
Cambiar su actitud, dejar su adicción, disculparse con su padre y encontrar a su hermana.

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