Always love you

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Cuántas veces sintió el pecho comprimido sin poder decir lo que realmente le sucedía, las personas por fuera podían comentar que ella tenía toda la suerte del mundo, y aunque no ignoraban la clase de trato que vivió desde el inicio de la vida de Margarita, no se podía sentir lo que ella. Por otro lado, las personas que menos pensaron hicieron un daño incluso mayor del que se pensaba. Camille había tomado cartas en el asunto. 
La investigación abrió muchos debates en la academia cuestionando la perfección de la institución, sin embargo, los docentes y maestros como el cuerpo de rectores, reafirmaron que el caso era algo muy poco usual pues jamás se había visto un episodio que rebajara el nombre de King justice school. 
La directora en la primera semana fue interceptada en varias ocasiones por la prensa nacional como internacional respondiendo dudas e incluso mentiras que los medios provocaron para darle más importancia a la noticia. 
Las academias de otros países tomaron provecho de esto dando opiniones muy poco acertadas y aprovechando el sistema de marketing para elevar a sus propias instituciones como mejores, sin embargo, Ferros logró desmentir muchos dichos que salían en televisión; los medios recibieron fuertes críticas por intentar desprestigiar a una institución tan reconocida como lo es King Justice School. 
Caitlyn también estuvo entre la espada y la pared pues como presidenta del centro de estudiantes fue muy cuestionada por no actuar a tiempo, pero sus pares, Jayce y Yasuo hablaron en su defensa ya que ella no podía estar veinticuatro siete con todos los alumnos pues debía preocuparse también por su propia educación y bienestar. La misma muchacha habló en los medios sacando la voz hasta el final pues no le parecía que este tipo de situaciones se prestaran para un espectáculo lleno de falsedades. Aclaró que ella no era un tipo de adivina pues si los alumnos no se acercaban a ella para pedir ayuda, entonces poco y nadie podía hacer. 
Nuevamente las preguntas se hicieron escuchar, pero ella obtuvo la palabra final tapando la boca de medios e incluso alumnos: ''Yo no soy una cámara de vigilancia, no estoy tocando puerta por puerta de la academia para saber sus problemas, no soy un programa de psicología, hay especialistas para ello. A mí me escogieron para hacer de esta academia un lugar más ameno y así será, ahora por favor déjenme pasar pues tengo que ir con la alumna en cuestión.'' 
Fue tanta la furia en sus palabras que los medios dejaron de molestarla, su carácter frívolo era solo para los medios. 
Sin duda para todos, incluso su maestro tuvo una semana totalmente terrorífica de medios mentirosos y sistemas coludidos. King Justice School tenía una mancha en su nombre y únicamente por las drogas. 

Ivern veía desde el centro médico todo lo que pasaba, se sentía descolocado pues a él también deseaban hacerle al menos una entrevista, pero gracias al centro de apoderados esto no fue posible pues la salud de él no era óptima. El padre de Caitlyn se encargó de alejar medios del centro asistencial, si se acercaban con alguna cámara fotográfica serían demandados llegando hasta las últimas consecuencias. 
Estaban hartos, tanto fue que llegaron a un acuerdo donde los medios no podrían ingresar al recinto privado de la academia. Así fue que toda la prensa salió del lugar sin siquiera pedir alguna explicación. Todo lo que se tenía que decir estaba dicho. 

Camille se tocó la cabeza demostrando en su gesto el nerviosismo, la rabia. Jhin intentó calmar a la directora sirviendo una taza de infusión de melisa, lavanda y manzanilla. 
— Toma esto Camille...— Le acercó la taza a la contraria que estaba a punto de llorar, sin duda esto la estaba llevando a un límite. 
— No logro sentir la calma, Jhin. — Al tomar la oreja de la taza, su mano tembló.— Y para peor, la salud de Ivern está cada vez peor, Margarita no puede verlo pues a penas se mueve, la prensa llega y me colma la paciencia, hasta Caitlyn fue cuestionada. ¿Sabes? Tengo un nudo en la garganta, jamás pensé que esto sucedería, menos acá conmigo. Desearía que mamá estuviera acá para decirme qué hacer. Me siento desorientada, perdida. 
— Por favor Camille. — Jhin se acercó a su lugar para que dejara esa taza de lado y tomar sus manos.— Vamos, respira profundo al mismo tiempo que yo lo hago. Inhala, exhala. —
Ambos hicieron unos ejercicios de respiración para calmar la ansiedad, fue efectivo en ese momento. — Todo esto se va a calmar, ya lo verás preciosa. 
— Gracias Jhin, siempre sabes qué decir o qué hacer para que todo tenga otro color. 

En el centro asistencial se encontraba Caitlyn paseándose de un lado a otro a la espera de Lulu quien había entrado primero a ver a Margarita, cuando la pequeña salió de inmediato se lanzó a los brazos de Caitlyn para ser recibida con bastante cariño.
— ¿Cómo está ella, Lulu? — Cuestionó la Elite stern. 
— Oh, se siente un poco mejor, pero está algo irritada pues dice que quiere consumir algo, que quiere conversar con los árboles. Me gritó un poco pero ya se le pasó, una enfermera le puso un calmante porque ella casi se arranca los vendajes para salir de la habitación. — Dijo Lulu intentando no llorar pues no le agradaba las situaciones agresivas. 
— Bueno corazón, puedes regresar con el resto de tus amigas, yo me encargaré. — Sonrió suavemente dejando a la chica de lado. La pelinegra ingresó a la habitación justo después de la psicóloga. Saludó como correspondía recibiendo el mismo afecto por parte de las dos, la profesional sentía mucha presión pues Margarita era testaruda para contar sus problemas, ella no la necesitaba, ella necesitaba sus drogas, sus árboles, su adicción. 
— No quiere decirme nada, solo ha dicho cosas claves que también mencionó con la policía y la directora. Ya llevamos una semana y no hemos avanzado casi nada la verdad. 
— ¿Qué tal si me deja un momento a solas con ella? Puede que no ayude mucho, pero...
— Lárguese, no necesito de ti...— Margarita estaba muy incómoda, llevaba días sin moverse. — Elite Stern, necesito que tú te quedes, tú y yo nos conocemos muy bien...mi papá y los tuyos se llevan muy bien, incluso hicieron el arreglo a nuestra modesta cabaña. — Comentó Daisy, eso hizo sonreír a Caitlyn. La profesional se puso de pie de inmediato para retirarse, no se enfadó, ella entendía que no era de total confianza. Cuando cerró la puerta, Margarita sujetó la mano de la contraria.— ¿Sabes? Para el día de elección de Elite Stern, yo voté por ti, pensaba votar por Jayce, pero los hombres siempre han tenido un papel importante en los Elite, era tiempo que una chica tomara esa posición tan privilegiada. — Cerró los ojos.— Además de eso, voté por ti porque si algún día me dignaba a decir lo que siento, sería con alguien como tú. Camille ya tiene suficientes problemas como para escuchar los míos.
— Camille siempre está dispuesta a escucharte, corazón, pero si tú te sientes más cómoda conmigo, no tengo problemas en ayudarte y guiarte. — Caitlyn se acercó un poco más a la cama donde ella reposaba. 
Margarita suspiró para confesar lo primero que había hecho, su mano tembló en un principio, incluso presionó la contraria pero debía decirlo. El mundo era opaco para ella, simplemente Ivern hacía su mejor esfuerzo y aunque por mucho amor pusiera en su papel paterno, ella se sentía sola y muy poco amada, era extraño porque siempre tuvo mucha ayuda, pero podía admitir que las palabras de los chicos siempre le afectó en el fondo de su corazón pues sabía que era abandonada con un pasado que no fue el mejor pero que pronto fue mejorando. Tal vez podía tener todo, pero no era feliz. A veces se sentía muy presionada por Ivern que prohibía mucho disfrutar de su infancia tal vez por miedo. Daisy era consciente del pasado de su padre con un desenlace poco alentador, pero ¿por qué ella tenía que pasar lo mismo? 
Contó además las sensaciones que nacían en ella, la pérdida de consciencia, las cosas y en lugares de la academia donde apareció. ''Recuerdo que desperté con la blusa abierta, tenía el brasier suelto atrás, mis medias estaban manchadas de sangre e incluso mi braga tenía manchas, era asqueroso. En ese momento pensé que me había caído, no lo tenía muy claro. Hasta el día de hoy quiero saber qué pasó después de esa salida.'' 
Caitlyn aguantó la respiración en ese momento, e incluso preguntó si había vivido algo similar más adelante y la respuesta fue: '' En ocasiones, cuando salía con ellos sucedía lo mismo, ellos decían que bebíamos juntos, siempre demostré ser valiente probando ese tipo de sustancias, pero luego de hacerlo, no recuerdo nada, pero al recobrar la consciencia, me sentía cansada, los muslos me dolían, tenía después marcas en mis brazos y piernas, incluso tenía mis rodillas raspadas con la tierra. Me decían que tampoco recordaban nada.'' Margarita estaba mirando los ojos de la chica de moño, por el gesto que tenía se sintió algo preocupada. 
— ¿Qué pasa?
— ¿Te puedo preguntar algo de tu intimidad, corazón? — Caitlyn de verdad estaba muy preocupada. 
— Por supuesto...¿qué es?
— ¿Tú haz tenido relaciones sexuales en tu vida? ¿deseas eso en alguna ocasión? 
— ¿Eh? Oh, ¡sí! yo soy todavía virgen, hemos visto eso varias veces con la señorita Karma, pero mi único deseo por decirlo así no ha brotado, pienso dejar eso a alguien que realmente lo merezca. Mi sueño es casarme y que mi padre me entregue a la persona que amo. — Sonrió en el momento, pero pronto cambió el tema. — ¿Por qué me preguntas eso? 
— Mira cielo, te pregunto porque estaba interesada en saber si alguien te gustaba, tal vez en esa persona te puedas aferrar también...
— Un momento...— Margarita pensó. — ¿Te gusto? ¿eres lesbiana? 
— ¿Qué? — Caitlyn se sorprendió. — ¡No! ¿cómo se te ocurre? yo solo lo pregunto porque, a veces el amor te puede sacar de ese espacio tan oscuro.
— Lo mismo pienso, pero no hay nadie que se interese por mí, de plano y por donde se me mire, soy una mujer bastante fea, extraña y no tengo gracia ni cuerpo para ser amada. 
— Cuando alguien te ama de verdad no se fija en tus defectos, no se fija si eres alta, flaca, gorda, baja, si tienes uniceja o cualquier cosa, él simplemente te amará tal cual eres. 
— ¿Te puedo decir algo? 
— Lo que tú quieras, Margarita querida. 
— Gracias por escucharme, la psicóloga me da mucho miedo... no confío en ella, además es como si fuera a dar toda la información afuera. Sé que han estado lidiando con la televisión, lo he visto acá en el centro asistencial. 
— Mira, por eso no te preocupes que siempre vamos a tener respuesta para todos, además...
— Sé que tú serás la futura dueña de esta academia, tus padres ya son dueños...pero yo quiero pedir perdón. No puedo mentir, en estos momentos quiero salir de acá e ir a consumir lo mío, estoy tiritando de miedo, sé que grito, me pongo agresiva, sé que ocasiono problemas a los médicos de acá, pero hago el intento. Solo quiero ver a mi papá, pero me han dicho que no ha podido porque debe estar distanciado de mí, no lo entiendo...
— Oh, ¿en serio? pensé que había estado contigo acá, pero en fin, trataré de que venga, ¿bueno? 
— Sí, deseo pedirle perdón, no fue justo para él que se sintiera atacado por mi forma tan infantil...¿me ayudarías con eso? 
— Por supuesto, te ayudaré. Ahora, debo retirarme corazón, ¿bueno? — Se acercó para dejar un beso en su frente.— Hazme un favor cielo, ¿si? por favor, colabora con la profesional que ella solo quiere ayudar, por mucha cara de loca que tenga, el tratamiento y todo esto te librará de los problemas pues tú no tienes culpa alguna. Yo no quiero verte en una cárcel, no es justo, yo quiero que tú estés bien, y no solo yo, también Camille, tu papá, Lulu, todos. 

La despedida duró solo unos instantes pues Caitlyn debía salir de ahí, cuando cerró la puerta detrás de su espalda, se apoyó unos segundos en ese lugar con la respiración agitada, en el pasillo no había nadie. Bajó la cabeza con indignación, suspiró entrecortado casi llorando, tenía tanta rabia, odiaba a las personas injustas, a los aprovechados. Llegaría hasta las últimas consecuencias para que eso no sucediera más, el bullying estaba firme en estudiantes que debían tener un criterio formado. 
Se secó rápidamente las lágrimas al salir del pasillo, avanzó molesta por el mismo lugar cuando chocó con la directora que la tomó firme por los hombros. 
— Caitlyn, perdón por aparecer así de la nada. ¿Te ha dicho algo? 
— Señorita Camille, creo que hay que pedir una autorización para examinar a Daisy...
— ¿Por qué? ¿qué te ha dicho? Por favor, no guardes los secretos de ella por mucho que te lo pida, estoy muy angustiada. 
— No estoy muy segura, pero con lo que pudo contarme en sus experiencias alucinógenas, comentó que en un par de ocasiones despertó con moretones, con las bragas manchadas, con el brasier suelto, etc. — 
Camille se cubrió la boca de inmediato para no dar el grito de impresión, ella comprendía lo que estaba pasando. Caitlyn tenía razón, no era la única que pensó exactamente lo mismo. 
— Temo que...— La pelinegra se mordió los labios antes de murmurar.— Margarita ha sido violada en un par de ocasiones por sus compañeros...
— Debe ver a una matrona, a un ginecólogo, debe ver a alguien...— Camille miró a la psicóloga que también estuvo escuchando la conversación. Ella no era ninguna espía, solo quería el bienestar de la alumna. 
— Ella no es más que una víctima. Maokai su compañero me había dicho que Shaco siempre se burlaba de ella, que incluso Blue hacía lo mismo, pero que desde que los tres se desaparecía, la relación con ella fue cambiando. 
— No quiero pensar que se aprovecharon más de esto para hacer malas prácticas, de verdad que no...— Camille estaba al borde de la furia. — Tenemos que pedir autorización de Ivern para exámenes, o también pueden venir de mí, pero lo que no sabemos es que si Margarita querrá examinarse. 
— Ella no es consciente de nada, me ha dicho que incluso quería guardar ese momento especial para alguien que la amara...eso me dolió más, tengo rabia. — Dijo Caitlyn que junto con la directora y la psicóloga fueron hasta el cuarto piso donde estaba siendo atendido Ivern.
La médico profesional se sentó en la sala de espera, era turno de Camille ingresar junto con Caitlyn, cuando ambas iban a abrir la puerta, el mayor estaba siendo atendido por dos especialistas. 
— Mira Ivern, tu situación ha ido avanzando a raíz de tu poco cuidado, por supuesto que te hemos hecho los tratamientos como corresponde, pero no está respondiendo como se debe.— El doctor limpió el ante brazo de Ivern.— Esta es la última etapa...¿sabes lo avanzado que estás? — 
Camille no pudo entrar, ¿Ivern estaba enfermo? es que lo sabía, pero pensó que era algo normal por su edad que sintiera dolores musculares, al menos eso siempre lo decía cuando trabajaba. 
Caitlyn tampoco tenía idea de que estuviera tan enfermo, él no lo demostraba, siempre se veía tan feliz, pero cuando le decían que se retirara del trabajo, se molestaba muchísimo porque no tenía edad adecuada para trabajar. 
— Sé que ha avanzado...pero no me quiero ver como un viejo débil, no quiero retirarme de lo que más amo. 
— No es normal, todo tu cabello se ha caído, todo te debilitas más y más con la fuerza, las enfermeras tienen que ir a tu cabaña para que nadie se de cuenta, pero no puedes guardar más este secreto, tarde o temprano se van a enterar, Ivern. 
— Yo sé, pero no quiero preocupar a nadie...— El mayor comenzó a sentir muchas nauseas, la enfermera se acercó con una chata para que pudiera expulsar sus vómitos. 
Tanto fue que lo recostaron de lado para que no sintiera tanto dolor. 
— Vamos... Ivern, aguanta ¡tú puedes! — El médico acariciaba su brazo con cariño.— Debes contarle a la directora Camille Ivern, no debes hacer más fuerza, por favor comienza por cuidarte. Yo no puedo seguir mintiendo por que tú no quieres hacer las cosas bien. 
— Yo todavía soy muy fuerte ¡lo soy! — Era un viejo tan vivaz.— Este cáncer de pulmón no me va a llevar, soy como un roble, duro, fuerte, resistente, este viejo no se irá a ningún lado... 
— ¡Así se habla! — Animó la enferma. 
— ¿Cáncer? — Camille y Caitlyn dijeron en unísono, no lo podían creer, era terrible. 
El doctor miró a la puerta donde escuchó las voces de ambas mujeres, se sintió asustado por lo que le pidió a la otra enfermera continuar con el tratamiento, de inmediato fue a la puerta donde las retiró del lugar con tranquilidad para llevarlas a una oficina más adecuada para hablar. Ninguna dijo nada, Caitlyn estaba perturbada, Camille estaba golpeada, no sabía qué decir. 
— Yo...— Habló el médico siendo interrumpido por una furiosa directora. 
— Usted, usted. — Contestó Camille con furia en sus ojos. — No debió jamás ocultar una cosa así y menos sabiendo que yo soy la única responsable por la salud de los trabajadores, ¿entiende? 
— Señorita Camille, Ivern siempre me lo pidió con súplica, lloró muchas veces para que ustedes no lo vieran como un viejo débil pues me contaba que querían sacarlo del trabajo. 
— ¡Pues es obvio hombre! — Habló nuevamente.— Ahora mismo debería descansar, siempre me decía que continuaría, nadie le pide que trabaje, tenemos muchos más jardineros, pero él tiene que cuidarse siempre, no está en edad, su contrato expiró pero aún así recibe paga y no es menor, ¡son sus años de servicio! Pero, pero ... ¡esto se escapa de mis manos!  — Sus manos temblaron de la rabia.— No es menor lo que tiene...¡para nada! Dígame, ¿qué tan avanzado es el cáncer de Ivern? 
— El cáncer de pulmón está muy avanzado, él utiliza oxígeno, a veces se quita los balones de oxígeno para salir a trabajar, es por eso que las enfermeras siempre andan detrás de él, no porque sea un viejo amado, bueno, sí lo es, pero es porque lo cuidan, porque saben de su estado. 
— Pensé varias veces que estaba con dolores musculares, con resfriado, pero nunca se me pasó por la cabeza que fuera eso...— Murmuró la menor. 
— Dime la verdad, por favor. — Suplicó la mujer. — Qué tan avanzado está su enfermedad. 
— Ivern a entrado en una etapa terminal...
— ¡¿Qué?! — Camille presionó su boca nuevamente con fuerza pues la noticia era muy fuerte. 
— Me temo que a Ivern no le queda mucho tiempo, exactamente unas semana, él mismo está cansado, apenas camina, a duras penas come, duerme, se decae fácilmente, por mucho que pida estar afuera, no dura nada... 
— ¿C-cómo que unas semanas? — El mentón de Camille se arrugó como sus labios, su boca se torció, sus ojos se llenaron de lágrimas. — No...no puedo creer esto... mi viejo, mi querido viejo...
— Lo lamento, hemos hecho lo posible en todo momento, cuando lo tuvimos hace años acá llamamos a todos los especialistas, recibió el mejor tratamiento, pero a su edad su cuerpo no permite hacer mucho...
— ¿Ya no se puede hacer más? — Caitlyn no entendía mucho del tema, sabía que el cáncer era una terrible enfermedad, pero no lo tomaba el peso, hasta ahora que lo estaba viviendo un ser cercano. 
— Me temo que no. Durante años le hicimos tratamientos, el cáncer fue muy silencioso, cuando lo detectamos ya estaba pasando por diferentes fases, operamos en ocasiones pero avanzó como si no hubiese freno, especialistas también lo trataron y su cuerpo rechazó el tratamiento, ahora da resultados pero muy poco... hemos hecho hasta lo imposible. 
— Es que...— Camille se sentó pues su cuerpo comenzó a tambalear de un lado a otro, estaba respirando tan rápido que apenas sí podía entender lo que decía. Caitlyn la abrazó. 
— ¿Me puede dejar a solas con ella por favor. — Pidió la pelinegra, de inmediato el doctor se retiró y cuando lo hizo, Camille se apoyó en el vientre de Caitlyn para soltar un desgarrador llanto, se sentía tan triste. Apretó la espalda de la chica, era un balde de agua fría en su cabeza demasiado doloroso. Caitlyn apoyó su mentón en la cabeza de la directora, apretaba sus labios para no llorar, pero fue imposible, también lloró. ¿Cómo se lo dirían a Margarita? 
Tenía miedo, más ahora cuando Daisy deseaba verlo y pedirle perdón. 
— Quisiera que nada de esto estuviera pasando Cait...— El hipo tomó su llanto, suspiraba constantemente, trataba de recobrar su postura dura, pero no podía, el corazón estaba hecho un nudo. — Todo esto es culpa mía...
— No ha sido culpa suya, de verdad, usted siempre ha hecho lo mejor por todos, incluso por Ivern...
— Caitlyn, él es como mi familia, él es mucho más que un cuidador o un jardinero, él siempre ha sido como mi padrino, como el abuelo que nos acoge, es alguien muy especial... no quiero que se vaya. Sé que el ciclo de la vida es así, pero no de esa forma...no por una enfermedad maldita.
— Señorita Camille...Debe ser fuerte, si él ha sido fuerte y perseverante todos estos años, usted debe ser igual, todos nosotros tenemos que actuar de la misma forma, él no quiere que estemos tristes, él quiere que lo veamos con ojos esperanzadores, que vale la pena verlo feliz y dichoso con lo que hace...por eso...— 
Caitlyn no pudo continuar pues afuera las advertencias se encendieron, el médico que esperaba paciente a las dos mujeres tuvo que correr de su oficina con varios especialistas más a la habitación de Ivern. 
Camille y compañía salieron de la oficina para saber qué pasaba, la psicóloga las siguió pues al parecer el señor de la habitación comenzó a tener complicaciones. Esto hizo que la directora corriera a la habitación del hombre mayor, pero le impidieron el paso, no podía ingresar por nada del mundo. 
Ivern no podía respirar, su cuerpo se estaba debilitando por cada minuto que pasaba. 
La tortura más grande para la directora del cuerpo estudiantil que rogaba al cielo, pedía a su padre y en especial a su madre para que nada le pasara a Ivern.
— Mamá...escúchame por favor, acompáñalo, por favor...

Los médicos estuvieron aproximadamente una hora tratando de estabilizar a Ivern, lo lograron con bastante éxito, pero ellos sabían que la situación bajó rotundamente las expectativas de vida. 
El doctor a cargo de Ivern se acercó a Camille donde conversaron en privado alejados de Caitlyn, en ese momento los ojos de aquella mujer se llenaron de lágrimas. 
Debían despedirse de él, tenían que hacer lo posible para que estos momentos fueran especiales para ese hombre tan fuerte. 

La primera hora antes de hacer visita al paciente, Camille organizó una reunión de apoderados, de alumnos y de todo el cuerpo académico en el teatro central que no iba a ser transmitido en la televisión cerrada de la academia. 
El llamado fue tan urgente que todos acudieron a esa dicha reunión que de pronto surgió de pronto. Camille también había hecho llamada a los abogados personales, llegaron tan rápido como pudieron con algunos papeles. Tenían muchas cosas que hacer antes de que lo peor pasara. 
Las enfermeras hicieron lo posible para que margarita viera a su padre, la llevaron en una silla de ruedas para que pudiera ir hasta el cuarto piso.

— ¿Está acá en el centro asistencial? ¿Él está bien? 
— Por supuesto, lo que pasa es que tu papá es tan pero tan descuidado que pescó un resfriado y lo tienen conectado al oxígeno, no puede respirar el aire normal porque le haría peor porque tiene muchas flemas en sus pulmones. 
— ¿Va a mejorar? 
— Por supuesto, él hará lo mejor para recuperarse, ¡siempre! además, tienes que verlo, sé que hace días no lo ves y tienes que conversar muchas cosas con él, ¿cierto? No queríamos sacarte de acá porque no te puedes mover mucho. ¿Cierto? Pero la directora me dijo que te secuestramos para que lo vieras. 
— ¿En serio? ¡Woah! Estoy agradecida. — Comentó mientras la puerta de la habitación de Ivern se abría. 
El viejo apenas vio a Margarita sonrió, quería correr y abrazarla, pero no podía, su cuerpo no se lo permitía, el cansancio, su respiración. 
— Hijita mía...— Susurró débil. 
— Papá, no te esfuerces, ya me han dicho lo que tienes, te resfriaste...
— Oh...— Suspiró aliviado.— Sí, me resfrié, pero aún así no es contagioso para ti, ven hija, quiero tomar tu manito...
— Papito...antes de todo. — La enfermera acercó la silla, después de eso apagó la máquina de signos vitales pues a Ivern le irritaba el sonido, pero más bien, ese era el deseo del viejo. 
Él hace veinte minutos atrás había hecho esfuerzos para firmar algunos papeles que Camille le pidió firmara, después de todo ya sabía su situación. 
— ¿Qué pasa, Margarita?
— Quisiera pedirte perdón, no es justo que te haya tratado así, ha sido muy egoísta de mi parte, Camille me ha contado muchas cosas y... tú siempre serás mi papá, nadie más lo será. 
— Y tú siempre serás mi hermosa hija, mi pequeña Margarita...— Tosió suavemente. 
Entre ellos hablaron un montón de cosas, las sonrisas se hacían más frecuentes, los besos en la mejilla, las veces que Ivern le dijo que la amaba y que siempre la iba a amar. 

Mientras tanto en el teatro todos estaban con los ojos llorosos, Camille había anunciado la terrible noticia a todos los presentes, la noticia fue tan fuerte que incluso las personas que habían sido malas con Margarita se sintieron fatal, ¿cómo pudieron hacerle tanto daño a una chica inocente? a otros no se les movió una pizca el corazón. 
Maokai estaba descolocado, ¿sabría margarita de esto? Pronto la directora aclaró que la alumna no tenía idea pues sería demasiado fuerte si se enteraba ahora, menos en la situación que estaba.
Jayce tenía abrazada a Caitlyn que estaba llorando hace un buen rato, ella estaba en la situación de Margarita en este momento. 
El minuto de silencio se hizo, todos, absolutamente todos tomaron sus manos para enviar buenas energías a Ivern para que se recuperara y tuviera un día más para disfrutar. 

— Papá...— Margarita notó como él comenzó a cerrar sus ojitos, probablemente por el cansancio. — ¿Estás cansado? 
— Mucho hijita, pero Camille te cuidará mucho. Prometeme algo hijita mía...
— Sí papito, todo lo que tú quieras...— Besó sus tibias manos. 
— Que cuando te recuperes, harás lo posible para dejar tu adicción, quiero que estés saludable, que salgas de la academia para que luego seas una profesional, te dediques completamente a ti, siempre saldrás adelante y que tapes bocas a la gente que te hizo mal. no les desees jamás el mal, siempre hazte ver con acciones y logros, jamás por venganza. 
— Sí papá, lo haré...pero por favor, no hables más que empeorará tu resfriado, ¿bueno?
— Bueno mi pequeña...soñaré con la vez que te cuidé por primera vez, también cuando me regalaste tus dientes cuando se te caían, todo lo bello que me diste en mi vida, la felicidad que me diste... — Su voz se iba apagando poco a poco.
— Qué hermosos recuerdos quieres soñar papá...— Sonrió dulcemente, con la poca movilidad que tenía pudo besar nuevamente sus manos casi heladas. 
Ivern había cerrado sus ojos completamente, tenía un aspecto calmado, relajado, ahora estaba descansando. 
La enfermera que estuvo presente en ese momento aguantó la tristeza, sacó a Margarita de la habitación. 
— Buenas noches mi viejito...— Susurró la enfermera dejando un beso en su frente. 
Cuando se retiraron, Margarita se sentía más aliviada pero con una extraña sensación. 
— Mi papi es muy cariñoso, pero no me había dicho tantas veces que me amaba tanto, seguramente fue por lo mal que lo hice sentir...ya me disculpé, lo sé, él me perdonó, lo sé, ahora duerme tranquilamente y yo también podré hacerlo. — 
La chica fue recostada en su camilla con cuidado, mientras el doctor ingresó a la habitación de Ivern, la máquina buscó sus signos vitales pero ya era demasiado tarde, tal como las enfermeras pensaron que estaba durmiendo, pero la realidad era otra, él falleció exactamente a las 19:26 PM. 
La noticia llegó a los oídos de Camille que todavía estaba dando un sermón a los estudiantes, en ese momento la directora se cubrió los ojos y la boca, Jhin subió de inmediato hasta el escenario para abrazarla y sacarla de ahí, Garen no tardó en tomar el micrófono para anunciar la terrible pérdida, fue tanto el impacto que los estudiantes se abrazaron y lloraron, los profesores bajaron la mirada, los trabajadores jardineros que estaban bajo el cuidado de Ivern lloraron, la noticia era muy fuerte.
Era un hombre maravilloso, esforzado, único y perseverante. 
''Hasta siempre, Ivern...'' Garen miró hacia arriba. 
Maokai se puso de pie, no dijo nada, solo se retiró de ahí y cuando estuvo fuera del teatro de la cúpula se echó a correr en dirección al centro asistencial, necesitaba ver al viejo, tenía que disculparse, tenía que abrazarlo, siempre te tuvo aprecio, afecto, amor, porque a pesar de que era un viejo celópata con su hija, se preocupaba de él para que no se apartara de Margarita como amigo. 

La tarde noche se tiñó de negro, nadie comentó nada, todos estaban apagados, tristes, era terrible la pérdida que vivieron, un hombre que dio la vida por ese hermoso bosque y alrededores, un hombre que puso toda su dedicación para enseñar a pesar de no ser un maestro con título, un padre ejemplar lleno de amor, un compañero y colega, alguien que marcó para siempre los corazones de todos. 
Camille al paso de las horas pudo calmar el llanto, una enfermera suministró un calmante a la mujer que sintió que su alma se iba, pero debía actuar fuerte, tenía que serlo, porque ahora debía decirlo a Margarita. 
La muchacha estuvo sonriente toda la tarde, se sentía feliz porque al menos pudo conversar con su papá, pedirle disculpas, repetir que lo adoraba, que lo amaba un sin fin de veces. 
Su pensamiento de felicidad fue interrumpido por la directora que entró con un aspecto bastante preocupante. 
— Señorita Camille, ¿está bien? — Vio entrar a la enfermera junto con un doctor, el mismo que siempre veía con su papá. — ¿Mi papá está bien? Usted siempre está a la siga de él...¿no quiere tomar su medicina? Dígale que lo regañaré...— Margarita estaba convencida de que eso era. 
— Margarita...— Camille se acercó para tomar su mano y presionarla suavemente. — Escucha cariño... — Mordió sus labios. — Tú papá está durmiendo, se portó muy bien tomando todas las medicinas que los doctores hicieron...
— ¿Entonces? ¿cuál es el problema?
— Es que... tu papá no se estaba cuidando muy bien, siempre supimos que tu papá era un tozudo de peor, que si le decías eso no lo hacía, ¿verdad?
— Sí, siempre fue así...
— Bueno, resulta que tu papá nos ocultó algo durante muchos años y apenas hoy me vengo enterando de esto. — Su habla comenzó a quebrarse.— Ivern asistió siempre al doctor porque constantemente decía sentir dolores musculares, resfriados, tos por resfriado o supuestamente alergias. 
— Sí, en ocasiones lo traía cuando no estaba molesta...
— Pues resulta que tu papá le pidió a los doctores que no nos dijeran la verdad porque sentía que se debilitaba cada día más, siempre quiso demostrar que era fuerte, que no dejaría que nada te pasara, pero esa lucha ya terminó...
— ¿Se jubiló por fin? — Margarita sintió felicidad, su papá se había retirado del trabajo, podría descansar. 
— En parte se jubiló de la vida...— Camille sostuvo fuerte a Margarita.— Tu papá falleció esta tarde luego de que tu te despidieran de él, Ivern tenía cáncer terminal de pulmón, yo me enteré hoy y por un descuido me enteré...— Terminó de decir. 
— ¿Qué? — Margarita se quiso levantar de la cama con prisa, necesitaba verlo. — No, papá está durmiendo, él... ¡ÉL ESTÁ DORMIDO, AHORA MISMO ESTÁ SOÑANDO CON NUESTROS MOMENTOS HERMOSOS! 
— Margarita...él está en un sueño eterno...— Camille la abrazó de inmediato.
— ¡PAPÁ! — Gritó desesperada la muchacha, necesitaba verlo otra vez. — ¡PAPÁ, NO TE VAYAS, PAPÁ, DESPIERTA POR FAVOR, PAPÁ! — 
Los gritos de la chica eran incluso más desgarradores que cualquier persona, era lo peor que se podía escuchar. 
— ¡PAPÁ, PAPÁ, NO ME DEJES POR FAVOR! — Margarita se había despedido, su papá había pedido verla por última vez antes de partir, ella era el último recuerdo, su preciosa y pequeña flor margarita. 
Maokai estaba en el pasillo esperando entrar para ver a Daisy, pero no pudo, los gritos que ella repetía lo habían descolocado, tanto que se sentó en el piso para llorar, la vida nuevamente le dio un golpe a la chica de hermosa cabellera rubia, de piel blanca y ojos preciosos.
La enfermera tuvo que poner un calmante a la chica, si seguía así se volvería a fracturar, tendría algo más grave si no prevenían esos movimientos bruscos. 
Margarita sintió el efecto del calmante, pero aún así, no paraba de llorar, las lágrimas brotaban solas de sus ojos. 
En una hora la situación se calmó, Camille estaba sentada al lado de Margarita que no dejó de cuidarla ni un solo segundo. 
— Tu papá te heredó todo, por ser menor de edad aún tú quedarías en tutela del gobierno, pero no será así, tu papá fue precavido en hacer papeles donde tú quedas a mi cuidado, volverás a ser parte de la familia Ferros, tomé el papel de tu legítima mamá, seguirás teniendo los mismos beneficios. — Sonó su nariz nuevamente.— Sé que esto es muy doloroso para ti como también lo es para mí y para todos, pero tú le prometiste algo a Ivern. Puede que ahora te sientas sola, pero no, no estás sola, me tienes a mí que siempre he sido como tu hermana mayor. Sé que el trabajo absorbe parte de mi vida, pero recuerda que tú formas parte de ella.
— Camille...— Murmuró Margarita a duras penas pues su cuerpo estaba relajado. — Yo siento mucho amor por ti, por tu mamá, por mi papá. Yo le prometí a él hacer mi esfuerzo para dejar mi adicción y eso haré cueste lo que cueste, aunque así llore y quiera tirar toalla en el espacio de pelea, no lo haré, siempre estaré pensando en él pues se esforzó mucho para tener todo lo que tengo ahora. Mi papá...mi papá es único, mi único papá, no existe nadie más. 
— Así se habla mi vida, él va a estar orgulloso. A pesar de que ya no está con nosotras, él todo lo ve y ten por seguro que te está cuidando, porque siempre estará aquí en tu corazón, acá en tu mente, y en todos lados, él es tu guardián. 
— Gracias por tus palabras...Yo haré todo para avanzar, para no terminar en una cárcel como mujeres de mala vida, yo me esforzaré siempre. 
— Hablando de eso...sé que no es momento, pero di autorización médica para que te examinara una matrona. ¿Sabes lo que es eso?
— Sí, sé lo que es eso, pero...¿por qué? yo aún sigo virgen, ¿es porque siempre siento dolor cuando están mis días? 
— Sí, Ivern siempre me llamaba para hacerte infusiones naturales para esos días, por eso deseo que te revisen, para así estar más acertada, no solo será matrona también ginecólogo, ¿bueno? probablemente esté presente en ese momento, pero no te asustes, te cubren con mantas y todo eso. 
— Esto de acuerdo, si eso ayuda a mejorar, entonces bien.— Sonrió a duras penas, no tenía ganas de hacerlo, pero era una manera de mostrar gratitud por la preocupación. — Camille, ¿te quedarás esta noche conmigo?
— Sí, dormiré todos los días contigo, siempre y cuando tú quieras, si no lo deseas, me iré.
— No, por favor, quédate conmigo, no quiero dormir sola hoy...
— De acuerdo, me quedaré acá. 

Tres días después.

Antes del entierro de Ivern, los alumnos hicieron un hermoso homenaje al señor de las plantas, al viejo hada de la naturaleza, el rey de los árboles. Era conocido por muchos nombres, todos con aprecio. El carnaval de despedida fue hermoso, las clases para ese día Lunes fueron canceladas pues después de ese hermoso momento, los maestros que habían compartido con ese hombre, también alumnos y apoderados asistieron al entierro. 
En primera fila estaba Margarita en silla de ruedas, bien abrigada, a su lado estaba Camille que no la dejó en ningún momento sola, el doctor y enfermeras que lo asistieron también lo estaban despidiendo, el consejo de alumnos estaba presente en ese momento, Yorick y Maokai también pues era el maestro jefe de la muchacha y el presidente del curso de ella. 
Las palabras de Margarita conmovieron a los presentes, contó que habían conversado antes de que él falleciera, mencionó sus ganas de ser mejor persona, entre otras cosas que iban a marcar el antes y el después. 
Cuando el ataúd fue bajando, Margarita comenzó a llorar junto con Camille, el encargado de poner la tierra lo hizo con tranquilidad, todos lanzaron una flor junto con la tierra. Al terminar el entierro, las últimas en irse fueron Margarita y Camille, ambas se retiraron con un gusto amargo en las bocas. 
Margarita tenía que estar en reposo todavía, el centro asistencial la atendió en todo momento, sabían que iba a pasar desde ahora momentos muy difíciles incluso, sentiría mucho más crisis que antes. 
La muchacha lloraba a todas horas, su baja de peso fue de inmediato, Camille intentaba hacer que comiera, pero Margarita se rehusaba una y otra vez. 
Así transcurrieron dos días más, la lucha estaba siendo en vano, la chica se sentía con angustias severas.

— Por favor, tienes que comer Margarita, ahora mismo Camille no puede venir, está trabajando...
— No tengo hambre, ¿no lo entiende? ¿por qué tendría que comer? ¿qué razón tengo para seguir aquí?
— Yo comprendo tu dolor, Margarita, pero por favor no caigas. 
— No, usted no lo comprende. — Le decía a la enfermera. 
Maokai consciente de la actitud de Margarita no dudó en entrar y tomar las cosas por cuenta propia. Caballeroso apartó a la enfermera para que él hiciera el intento. 
— Margarita...— La voz gruesa de Maokai hizo reaccionar a la chiquilla que incrédula lo vio. 
— ¿Qué haces acá? No deberías perder clases, el maestro te va a regañar. 
— Tengo permiso para estar acá, la directora me dijo que tal vez conmigo se te abriría el apetito. 
— ¿Por qué diría eso Camille? — Sonrió. Eso era bueno, estaba sonriendo al menos después de días. 
— Pues supongo que por mi aspecto algo tostado, seguramente pensarás que soy un cuerpo musculoso fornido y bien cocinado, yo qué sé. — Siguió la cadena de bromas, al menos Margarita se mostraba sonriente.
— Yo no lo creo así, pero es verdad, no tengo mucha hambre. 
— ¡Ah! Acabas de decir: ''No tengo MUCHA hambre'' es decir, si tienes hambre pero quieres que te haga avioncito para comer. 
— ¿Ah? ¡No! eso es muy infantil. — Siguió sonriendo, es que la situación era divertida. 
— Venga, abre bien grande...— Tomó la cuchara sopera llenándola de comida, la llevó hasta la boca de Margarita haciendo sonidos raros con la boca como si fuera una locomotora. — Chu chu...
— ¿No era un avión? ¡Eso es un tren! — Reclamó la chica con gracia. 
—  ¡Es igual! — Sonrió junto con ella cambiando el sonido de avión. — ¡Ahora sí, abre bien grande! — 
Margarita recibió la comida no solo una vez, sino que varias veces mostrando esperanzas en que sí se podía recuperar. 
La enfermera de inmediato notificó las buenas nuevas a Camille, la chica había enviado un corto vídeo que pudo grabar mientras ella esperaba en una esquina de la habitación. 
La directora sonrió aliviada, sabía que Margarita se sentía más tranquila con Maokai, sabía que él iba y sería la persona correcta para ayudar en esa tristeza. 
En un principio Maokai dudó en ayudar a Margarita, pero se puso en sus zapatos, por fin las cosas cobraron sentido para él cuando Camille le contó la historia sin omisiones de Daisy al chico, esto abrió nuevamente ese cariño perdido que tenía por ella, incluso sintió sospechas de que Margarita no solo sentía afecto amistoso por él, sino que ese afecto era más amoroso. 

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