💌 Carta 54 💌

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¡Querido Diario...!

La imagen en mi mente es tan nítida. Lo recuerdo bien.

Abrí los ojos con lentitud, siendo un techo blanco lo primero en mi campo de visión.

Cuando mis ojos sé acostumbraron a la alta luz de la habitación, examiné mi alrededor sin sorprenderme de despertar en un cuarto de hospital.
A un lado de la cama, sentado, acostado o algo por el estilo sobre una silla, había un Luca dormido pacíficamente. No tengo idea de cuando tiempo llevaba allí, pero casi podía imaginarlo luchando contra el sueño hasta que finalmente se dejó vencer por morfeo. Estaba retorcido y parecía que a penas estaba cómodo con aquella posición, y con justa razón. Intenté despertarlo pero mi mano no alcanzaba a tocarlo y mi voz no salía de mis labios, así que como última alternativa aventé una de las almohadas de la cama de hospital.

Él se despertó alarmado tomando la almohada como escudo y miró hacia todos lados buscando al responsable de haberlo despertado.

Lo miré conteniendo las ganas de reír.

Al notar que había sido yo, bajó la almohada y acercó la silla hacía la cama.

— Hola... — susurró con voz suave

Tomó mi mano y con la yema de sus dedos acarició el torso de la mía.

Ese simple gesto me hizo sentir como si el cáncer hubiese abandonado mi cuerpo para darle espacio a la calida sensación que Luca me hacía sentir.

— ¿Cómo te sientes?

— Bien — sonreí con cierta nostalgia — Estoy bien

Luca dijo que mis padres estaban hablando con el doctor y que en cuanto la charla terminará nos iríamos a casa.

Cuando llegaron mamá lucía molesta ya que despotricaba que debía quedarme en observación, así, si mi salud empeoraba no perderíamos tiempo en ser atendida. Para ser sincera, la idea no me fascinaba, y a papá y a Luca tampoco, no obstante, este último no dijo nada y papá dejó en mi la decisión final.

Al final me pregunté.

¿Qué era una noche más en el hospital?



11:54pm.

Con amor, HayselDonde viven las historias. Descúbrelo ahora