Sobre tus alas [Jason Todd]

XI Lesión

—¡Isabel, cuidado!

Eso fue lo último que oí y lo primero que recordé al despertar. Tengo un brazo firmemente sujeto a mi cuerpo y no puedo moverlo.

Estoy en un hospital.

Cuando intento levantarme, un dolor punzante en el hombro me lo impide. Suspiro, resignada a que alguien venga para saber qué pasó.

Y la primera que llega es Brenda.

—Creo que alguien me atropelló.

Ella ríe en una mueca nerviosa.

—Wally, de tercero. Iba corriendo y chocó contigo.

—¿Me quebró un brazo?

—No, claro que no —me tranquiliza—, pero te lo dislocó, fracturando tu clavícula. Y también te golpeaste la cabeza, tienes un feo chichón aquí —señala un costado de mi frente y no logro evitar tocarla con mi mano buena.

¡Es enorme, como una espinilla súper desarrollada!

—Le avisé a tu tía. Le dije que con mi chofer te llevaríamos a casa.

—Gracias, Brenda.

～🦇～

Lo bueno es que ya no necesito una excusa para no ir a las prácticas de gimnasia, debo evitar mover el brazo por al menos tres semanas, así que me será imposible entrenar.

Lo malo es que me han dado licencia por todo ese tiempo y yo no quiero faltar tanto a clases.

Sólo me tomo una semana, en la que me mantengo al día gracias a los apuntes de Brenda y a sus comentarios de las clases.

—Debiste ver la cara del profesor Crane cuando volvió a ver al nuevo. Todos creímos que empezaría a tartamudear otra vez.

Ella ríe y yo no logro encontrarle la gracia. La presentación sigue siendo un momento muy incómodo de recordar y pensar en el chico nuevo me produce confusión.

Vuelvo a clases, agradeciendo que el brazo inmovilizado sea el izquierdo y pueda tomar notas. Ya me estaba volviendo loca sola en casa, aquí me siento útil y puedo aprender mucho, eso es lo mejor de todo.

Tanto es mi entusiasmo que llego muy temprano y los pasillos están casi vacíos, lo mismo ocurre con el salón. Soy la primera en llegar.

Aburrida, me pongo a borrar el pizarrón y luego corro las cortinas. El salón está sobre el estacionamiento y mi vista se posa en cierta motocicleta que conozco bastante bien.

Él ya está aquí.

De pronto, una mano se posa sobre mi hombro. 

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¡Gracias por leer!