10. Dime algo que quiera que no tenga

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Todos estamos en la mesa; Alexander en la cabecera y a la derecha mi padre, Grace y yo, y al lado opuesto, Karen, Laura y Damián.

"Tengo ganas de golpear a tu padre" Bueno, él no es el único, pero al menos yo si tengo razones, él no tiene ninguna. Desde que pisó mi casa ha sido el hijo que Anderson siempre deseó tener.

Estoy jugando con la comida sin poder si quiera dar un bocado, todos hablan alegremente olvidando por completo el incidente de hace un rato, algo que para mí es imposible. Intento concentrarme en los coqueteos a la antigua que Laura le lanza a Damián, él parece muy animado al seguirle el juego. Me concentro en mi plato, es carne con salsa y verduras, junto con un vino traído directamente de Escocia. Tomo la copa y la ansiedad hace que me la lleve a los labios y beba con rapidez.

Pasa un minuto cuando un mesero viene y la llena nuevamente. Decido llevarme algo de comida antes de beber más, ya el alcohol está haciendo efecto y me siento un poco mareada. Empiezo a cortar la carne de mi plato cuando Laura pronuncia mi nombre.

—Amanda —habla tan alto que llama la atención de todos los presentes. Sonrío con hipocresía porque no creo que diga nada bueno, ella me ha ignorado toda la noche y se ha reído abiertamente de mi—. Alex está en una fiesta espectacular, dice que están todos, hasta Brandon —no sé por qué, pero mis ojos van directos a Damián.

— ¿Quién es Brandon? —pregunta mi padre.

—Brandon Tover —respondo calmada, sigo cortando un trozo de carne para no tener que mirar a nadie—. Es un amigo —meto un trozo de carne en mi boca y me concentro en masticar.

— ¿Tover? Creo que lo conozco —obviamente lo conoce, él conoce a todos los que tienen dinero—, son una buena familia.

—A Amanda le gusta mucho Brandon —dice Laura y suelto los cubiertos de forma brusca en la mesa, mi respiración empieza a acelerarse e intento controlarme. Tomo mi copa y llevo el delicioso vino escoses a mis labios para poder tragar la comida que se me ha atorado en la garganta.

No sé qué planea, pero no me está gustando el camino de la conversación. Le sonrío y me encojo de hombros restándole importancia.

—Me gustan esos intereses —bromea mi padre, todos ríen, todos menos yo que me concentro en meterme más comida en la boca, todos menos Damián que por alguna extraña razón no me quita los ojos de encima

—Volviendo al tema principal... ¿Por qué no vamos los tres a la fiesta? —Laura habla animadamente aprovechando las risas.

Así que ahí está, lo que quiere es llevar a Damián a su terreno para que le sea más fácil llevárselo a la cama. ¡Genial!

—Estoy cansada —soy cortante.

—Serás aguafiestas —bromea, luego mira a Damián con una sonrisa—. ¿Tú si quieres venir?

Él se encoge de hombros. ¿Por qué no dice que no le gustan las fiestas? ¿Por qué no niega rotundamente como cuando yo lo invité? La respuesta es fácil, es un completo imbécil.

—Me parece excelente —interrumpe Grace con su habitual energía—. Deberían ir a divertirse un rato, debe ser aburrido estar aquí con los viejos, deberían ir a mover el bote, como todos dicen.

Uno, nadie en esta época dice "mover el bote". Dos, no quiero ir a ningún lugar, maldita sea. ¿Acaso esta mujer no ve películas? Todas las fiestas tienen alcohol y sexo, yo siempre me quedo con la primera opción, pero sé que mis acompañantes no lo harán.

—Grace tiene razón, deberían ir a divertirse —apoya Fernando—. ¿Estarán con el hijo descarriado de los Bruce? —joder con esta cena que intenta acabar con mi paciencia.

Las reglas del deseo | 1.0Where stories live. Discover now