57. Accionista mayoritaria

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La conversación con Alex me dejó demasiado pensativa, no podía concentrarme y mucho menos seguirle el ritmo a la alegría de Laura cuando contaba el chisme de la pelea, estaba en mi propio mundo y necesitaba mi espacio, así que me escabullí de ellos y me adelanté a la peor clase del mundo.

Cuando llego al salón para mi mala suerte encuentro a Brandon apoyado en la pared al lado de la puerta, pienso en darme la vuelta y huir, pero es demasiado tarde, él se da cuenta de mi presencia y no me queda de otra más que seguir mi juego.

—Intentar estar a tu lado es demasiado complicado —me abraza con fuerza, intento sonreír y alejarme delicadamente para que no sospeche que me desagrada su compañía—. Amanda, parece como si me estuvieras evitando —bromea y se pasa la mano por el cabello, despeinándolo un poco.

—No, es solo que he estado muy ocupada, además, tampoco quiero que los demás se enteren de nosotros.

— ¿Nosotros? Suena tan lindo cuando pronuncias que hay un nosotros —ensancha su sonrisa, por un momento me siento mal por utilizarlo, nadie merece que jueguen con su corazón por un puñado de dinero.

—Si, nosotros —me rasco detrás de la nuca con demasiada fuerza, me están costando las palabras—. Y como estamos juntos... —trago grueso—, debemos pensar en el beneficio del otro, debemos actuar con precaución, nadie más puede enterarse de esto Brandon —toda mi postura se pone rígida.

—Sigo sin entenderlo mucho, antes no te importaba.

—Antes no, pero ahora si —necesito convencerlo a toda costa, más que nada porque así podré ocultarle a Damián lo que está sucediendo por más tiempo—, me gustas mucho —sonrío—, demasiado, pero necesito mi espacio y mi tiempo para procesar la... eh... magnitud —hago énfasis en esa palabra—, de mis sentimientos.

—Oh, vaya nena... no sabes... no sabes lo que significa esto para mi...

— ¿Eh? —ni siquiera tengo tiempo para actuar, Brandon rompe nuestra distancia y con más fuerza de la que me gustaría junta nuestros labios.

Abro los ojos sorprendida, porque me parece un acto de rebeldía por completo, está haciendo todo lo que dije que evitáramos, por otro lado, está su beso. Se junta hasta lo imposible e intenta abrirme la boca a la fuerza, sus brazos están aplastándome, me está asfixiando, todo es demasiado brusco.

Intento alejarlo, pero no me hace falta porque él lo hace solito, hay algo extraño en su mirada, estoy intentando procesar lo que acaba de pasar y si es cosa mía o no.

—Hoy en la noche formalizaremos lo nuestro frente a nuestros padres —no parece muy emocionado ante la idea, frunzo el ceño y él aprieta nuestros cuerpos, todavía sus brazos no me han liberado—, y después de eso princesa, se lo diremos a todos, sin reproches, no aceptaré una negativa.

—Pero...

—Desde que te vi me gustaste —su declaración suena demasiado apasionada—. Amor a primera vista —bufa.

—Oye... ¿Qué te pasa? —intento empujarlo con mis manos en su pecho—, no existe el amor a primera vista.

—Eres hermosa, y jodidamente sexy, todos quieren estar contigo, obviamente yo también —sonríe de forma aterradora y se inclina hacia mí.

He perdido el control de la situación, me siento como un ratón enjaulado que no entiende que está pasando, todo cambió tan abruptamente que estoy hecha un caos.

—Nuestros apellidos combinan muy bien... ¿No crees?

— ¿Qué..é...?

— ¡Buenos días! —mi cuello se dobla como la niña del exorcista y mis ojos se abren como nunca.

Las reglas del deseo | 1.0Where stories live. Discover now