T r e i n t a y s i e t e

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Cuando conseguimos que los dos pequeños se vistieron salí de la habitación evitando dar un portazo con James de la mano y con Mike en brazos – ¿Qué pasa? – preguntó Antonio dejando los desayunos de todos sobre la mesa de la cocina mirándome – Que Will está imposible, está nervioso y no quiere ir al colegio – suspiré subiendo a Mike a su sillita y James a la silla – Ahí sentadito, ¿vale? – escuché un vale por su parte y le sonreí acariciándole la cabeza. Antonio me miró unos segundos – Si es que necesita a su padre y ni si quiera sé dónde está... – dije sentándome a darle el desayuno a Mike.

Cuando terminamos de preparar a los niños, después de discutir con Will y prometerle llevarle al hospital cuando dejásemos a sus hermanos en la guardería conseguimos salir de casa – Tengo el coche de mi hermano, pasa por casa a cambiarte si quieres – dije terminando de coger las cosas, los niños estaban corriendo para arriba y para abajo por el rellano – No quieres que lleguemos juntos, ¿no? – preguntó él y yo asentí – En cuanto Hank nos vea juntos lo va a saber y si lo sabe o me voy yo o te vas tú y... No estoy dispuesta a eso – dije con seguridad y él sonrió de lado – Además, trabajamos con detectives de élite muy inteligentes que se van a dar cuenta en seguida – dije riendo dejando un beso en sus labios.

Me puse en dirección al hospital después de hablar con mi abuelo, seguía sin localizar a mi hermano y quedé con él en el hospital – Abuelo, tengo que irme a trabajar, eres familia de Sharon también te podrán ir informando sino... Espera un momento – dije dejando que cogiese a Will en brazos y jugase un poco con él. Me adentré en urgencias para ver si estaban Will o Connor libres, cuando vi a Will llegar con Jay saludé a Jay con un movimiento de cabeza – Will, ¿puedo hablar contigo un momento? – pregunté provocando que Jay me mirase confuso – Claro – señaló una sala que estaba vacía. – Mi abuelo está aquí con mi sobrino, no sé donde está mi hermano, ¿podrías informarle del estado de Sharon hasta que podamos verla? – pregunté esperando que no fuese algo que no pudiese hacer o que le pusiese en un aprieto.

La cara de Will cambió de un segundo a otro – No has hablado con tu hermano, ¿verdad? – preguntó consiguiendo una negación por mi parte – Vaya, pensaba que te lo habría dicho, lo siento mucho Meredith, Sharon murió anoche, entró en paro cardíaco durante la recuperación de la operación – abrí los ojos mucho y me di la vuelta – Gracias Will, siento haberte molestado para nada – me dispuse a irme y él me sujetó el brazo – Jack estuvo aquí por la mañana, cuando le llamamos y después desapareció – añadió con preocupación y yo asentí saliendo de allí.

Nada más salir tenía a Jay plantado en la puerta con mi abuelo – Que marcaje tío – me quejé con un suspiro – Jay, ven un momento – dije haciéndole un gesto – ¿Puedes llevarte a Will un momento? Podéis jugar ahí dentro – señalé el parque que tenían en el interior del hospital y él asintió no muy convencido – Me acaba de decir tu hermano que su madre ha muerto esta mañana, hace unas horas y su padre no se ha dignado a aparecer para contárselo, no sé qué quiere que haga con él, ¿se lo digo yo? ¿Espero? – pregunté empezando a agobiarme. Él colocó las manos sobre mis brazos y los acarició con suavidad – Robbins respira – me dijo con tranquilidad e intenté relajarme – Voy a hablar con mi abuelo a ver si localizamos a mi hermano, ahora me inventaré algo para que Will se quede tranquilo en clase – suspiré y fui a hablar con mi abuelo – Vale Meredith, voy a llamarle a ver si a mí me coge el teléfono y me llevo a Will al colegio o a la comisaría, tú vete a trabajar – asentí dándole las llaves del coche a mi abuelo – Me iré con Jay, luego le digo a la niñera que lleve a los niños a tu casa y los recojo, voy a ver si mi hermano aparece – acabé diciéndole a mi abuelo.

Cuando Jay y yo llegamos a comisaría estaban Antonio y Adam trabajando y el resto desaparecidos – ¿Dónde está todo el mundo? – preguntó Jay quitándose el abrigo – Aún no han llegado, son las 8 y media amigo, ¿cómo es que venís juntos? – dijo Adam divertido mirándonos a los dos, yo rodé los ojos – Te recuerdo que vivimos casi puerta con puerta, cabezón – le tiré un papel a la cabeza y él lo cazó devolviéndomelo provocando que soltase una carcajada – Claro, además te quemaron el coche, ¿no? – preguntó Ruzek tratando de picarme – Idiota – añadí con una sonrisa mientras negaba. Dejé mi chaqueta y me dirigí al vestuario dándole un golpe a Ruzek en el hombro por el camino.

– ¿Qué tal está Sharon? – me preguntó Antonio cuando estaba dejando mis cosas en la taquilla, levanté la mirada y me lo encontré con un brazo apoyado en la taquilla que estaba encima de la mía. No estaba segura de cómo dar la noticia – Murió esta mañana – y como no podía ser de otra manera fui directa al grano. Antonio se acercó – Vaya... Lo siento mucho – dejó un beso en mi frente, no sin antes mirar que no hubiese nadie – ¿Estás bien? – preguntó acariciando mi mejilla, asentí – Sí, creo que todavía no he digerido la noticia, pero lo que me tiene más mosqueada es que mi hermano no aparece – comprobé mi móvil por cuarta vez en los últimos 5 minutos – Eh, relájate ya aparecerá, tendrá que asimilar la noticia antes de decírselo a Will – intentó relajarme buscando mi mirada.

Cuando le miré asentí, conseguía que me sintiese totalmente segura. Miré hacia la puerta y al ver que no había nadie me puse de puntillas para darle un corto beso – Tenemos que poner normas – me susurró él cuando nos separamos y asentí – Esta noche las hablamos – le guiñé un ojo y salí del lugar dejándole con una sonrisa de idiota dentro. Vimos a Hank llegar con Erin, habrían ido a desayunar juntos – Tengo una llamada de una antigua colega, está infiltrada en una cárcel en la que están apareciendo presas muertas – dijo Hank mientras colocaba las fotos sobre la pizarra – ¿Ajuste de cuentas? – pregunté y Hank negó – No son de ningún grupo, mi amiga dice que eran las presas que menos llamaban la atención, pero sigue un patrón – señaló las fotos.

Adam se levantó y se puso junto a la pizarra – Todas son rubias, ojos claros y de tez pálida – dijo Adam y todos se giraron hacia mí – Vaya, me preguntó quién queréis que entre ahí dentro – reí y asentí – Entraréis las dos, no quiero que ninguna esté sola, os vais a guardar la espalda – dijo muy serio señalándonos a Erin y a mí, nosotras nos miramos y asentimos – Está bien, ¿cuándo entramos? – preguntó ella – Esta tarde, he conseguido que Adam y Jay entren como parte del personal de prisiones así que no vais a estar solas, ¿vale? – nos miró alternativamente y asentí, sin pensar del todo en lo que se me venía encima, mi hermano seguía desaparecido. 

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Where stories live. Discover now