D i e c i o c h o

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Escuché sus palabras y suspiré – Vale, ¿tenéis algo de ropa en la comisaría que pueda ponerme para la ocasión o me llevo yo algo? – pregunté y tuve que entrar con cuidado en mi habitación y coger un vestido. Como no quería que nadie se asustase cuando se despertasen y no estuviera entré en la habitación de Voight – Hank, Hank, despierta – susurré zarandeándole ligeramente, cuando abrió los ojos me separé – Me han llamado de la comisaría, tengo que ayudar a Antonio con una cosa, supongo que hasta mañana no volveré a casa, avisa tú a mi hermano, por favor – pedí y cuando él asintió y se volvió a tumbar yo salí de casa con una bolsa colgada del hombro.

Me monté en el coche y cuando llegué a los aparcamientos suspiré y entré hacia inteligencia. Cuando llegué estaban Antonio y Jay esperando – Sé que no podéis vivir sin mí, pero... Podríais haber esperado a mañana – me quejé dejando escapar un suspiro, me apoyé en una mesa y esperé a que me explicasen por qué me habían despertado.

– Vale, primero sentimos haberte despertado, pero llevo un par de semanas trabajando con un camello que me va a llevar hasta su proveedor, esa droga es defectuosa y ha matado a muchas personas inocentes – empezó Jay – Y Jay le ha hablado de su guapa novia, sabiendo que a ese camello le gusta tontear con toda mujer atractiva, así que te necesitamos en escena para ver si podéis sacarle entre los dos el nombre del proveedor y poder ir a por él – terminó Antonio y yo asentí – Vaya, parece que he vuelto a narcóticos, por cierto, ¿ellos saben algo? – pregunté frunciendo el ceño y ellos asintieron – Bien, son las dos de la mañana y nos vamos de fiesta, ¿no? Ponte guapo Halstead – le di una palmada en la espalda y me dirigí al vestuario para cambiarme de ropa. Sabía que era el cebo de ese camello, pero no era la primera vez que lo hacía.

Cuando salí cambiada noté la mirada de los dos – Ya lo sé chicos, estoy muy guapa, ahorraos el comentario y vámonos, ¿sabes dónde está ya el tipo ese? – pregunté metiendo mi móvil en el bolso, nos dirigimos hacia el sótano y allí Antonio nos tenía preparados unos micros y cámaras para tenerlo todo grabado y vigilado. – Este collar lleva una cámara y un micrófono incorporado así que todo lo que hagas lo veremos desde la furgoneta que aparcaremos fuera Olinsky y yo y toma Jay, esto va incorporado a uno de los botones de tu camisa y hace la misma función – nos informó, Antonio se movió para ponerme el collar y nos metimos en el coche.

Estábamos en la puerta de la discoteca esperando para poder entrar – Me tendrías que haber puesto al día un poco, ¿qué sabe de mí? ¿A qué te dedicas supuestamente? – pregunté para que no me pillase en ninguna pregunta trampa – Trabajo en un banco y me interesa vender lo que su jefe ofrece entre mis clientes y un círculo de confianza, pero hasta que no mencioné que mi novia estaba metida en el negocio no le empecé a interesar de verdad, así que tiene pinta de que es un cerdo – admitió Jay y yo asentí. Me coloqué bien el vestido y caminamos.

Dentro de la discoteca estuvimos bailando durante un rato muy pegados, no sabía si a Jay le incomodaba la cercanía, pero cuando me dijo que estaba merodeando por ahí el tipo me pegué bastante más y me puse cariñosa – Vamos a hablar con él, ya nos ha visto, hazte la borracha un poco – me susurró Jay agarrando mi mano, caminé detrás de él fijándome en mis pasos, así era como andaba cuando no sabía ni dónde estaba. Al llegar a un apartado VIP me decidí a sentarme encima de Jay pasando una mano por su nuca y haciendo como que no prestaba atención a lo que hablaban – Cariño, este es el tipo del que te hablé – me dijo Jay y yo sonreí girándome para mirarle – Oh, vaya, un placer – me levanté para dejar un beso en su mejilla, cerca de sus labios y luego volví a sentarme con Jay, entrelacé mi mano con la suya.

La conversación había fluido y le teníamos en el bote, nos iba a poner en contacto con su proveedor cuando vimos a Erin por la discoteca, esperaba que Jay no la viese porque le iba a desconcentrar demasiado. Aunque también esperaba que ella no nos viese agarrados de la mano y tan pegados o iba a tener problemas. – Genial, entonces nos vemos mañana allí, tío – Jay se estaba despidiendo de él – Sí, pero vamos a quedarnos un rato por aquí, venga os invito a unos chupitos – dijo haciéndonos un gesto con la cabeza, yo miré a Jay y asentí, no nos quedaba otra – Vamos cariño, yo quiero tequila – le supliqué caminando hacia la barra.

Me adelanté y me incliné para hablar con el camarero – No me sirvas nada de alcohol ni a mí ni a mi novio, le verás conmigo, vamos a pedir alcohol pero tú asegúrate de que sea solo agua o algún refresco – pedí y el camarero asintió. Cuando vinieron Jay y el amigo me volví a pegar a él y comenzaron con los chupitos, Jay se dio cuenta, como es obvio, de que no llevaba nada con alcohol y me sonrió – ¿Y a qué te dedicas tú preciosa? – me preguntó y yo tardé unos segundos en reaccionar – Trabajo como recepcionista en el mismo banco que él, ahí nos conocimos – sonreí ampliamente.

– Os he visto pegados toda la noche, pero no os habéis dado ninguna muestra de cariño lejos de un baile juntos... Es raro – comentó después de unos cuantos chupitos, miré a Jay unos segundos y sonreí – ¿Acaso te pone ver a otros? – pregunté frunciendo el ceño y el otro se encogió de hombros, Jay me cogió de la cintura y de golpe y porrazo me encontré con sus labios contra los míos, pasé los brazos por su cuello y al cabo de unos segundos nos separamos, vaya, sabía besar – Veo que el machote se ha ofendido – dijo el tío dando un par de palmadas en la espalda de Jay y desapareció – Nos vemos mañana – dijo antes de irse.

Cuando nos giramos me encontré de frente con Erin, bueno, con una cabreada Erin – ¿Qué hacéis por aquí? – preguntó casi sin mirar a Jay y clavando la mirada en mí, bueno, si las miradas matasen yo estaría bien muerta e incluso enterrada, solté una carcajada y tapé el collar unos segundos y me arrepentí de lo que iba a decirle así que miré a Jay unos segundos – Vuelve al cuerpo y lo sabrás – me encogí de hombros, agarré la mano de Jay y le obligué a salir de allí. Sabía que eso le sentaría a cuerno quemado, pero, aunque Jay besase tremendamente bien, no me interesaba en ese sentido y menos sabiendo que Erin le quería. – ¿Estás bien? – le pregunté cuando estuvimos fuera, el aire fresco me sentaba bien. Olinsky puso la furgoneta delante de la discoteca y nosotros con rapidez entramos para ir hacia la comisaría. 

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum