D i e z

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Después de que él se duchase me metí yo en la ducha y dejé que todo mi cuerpo se relajase, aunque estaba excesivamente relajada gracias al buen despertar de Antonio. Cuando salí y me encontré la ropa de deporte encima de la cama gruñí y me puse unos pantalones de chándal y un top para hacer deporte y salí del cuarto de Antonio –Oye, gracias por dejarme estar aquí, lo último que me apetecía era que además de perder el coche que decidiese incendiar mi casa... -murmuré cogiendo la taza de café que me tendía y él negó –Puedes estar aquí hasta que estés cómoda en tu casa, no es molestia- aseguró sonriéndome. Cuando terminamos de tomar el café me terminé de arreglar, me hice una coleta y esperé a Antonio –¿Quieres ir corriendo? –preguntó alzando ambas cejas y asentí, ya que iba a hacer ejercicio lo haríamos bien.

Al cabo de unos 15 minutos estaba en la puerta del gimnasio esperando a que Antonio abriese y una vez dentro me senté a esperar a Jay y a Ruzek y mi móvil empezó a vibrar, mi abuelo. Decidí salir a la calle para cogerlo –Sí abuelo, estoy bien, luego me paso por tu casa a cenar contigo y te cuento todo con detalle, voy a entrar al gimnasio ahora y luego iré a trabajar a encontrar a ese cabrón –dije con mucha seguridad en mí misma, pensaba encontrarle.

Entré al gimnasio y de repente unos brazos me habían envuelto en un abrazo cuando me separé reconocí a Jay mirándome, yo suspiré –La próxima vez que te diga que me quede a dormir me haces caso –se quejó él y yo asentí –Siento haberos preocupado... -admití rascándome la nuca algo avergonzada, no debería haber pasado de ese anónimo y lo sabía. Ruzek me revolvió el pelo y luego me besó la frente con una sonrisa –No vuelvas a hacerlo –me regañó -¿Quién quiere boxear? –preguntó Antonio una vez habíamos calentado y yo levanté la mano, Ruzek se animó para pelear conmigo –Te voy a machacar –me susurró a lo que yo reí –Por favor, me crié en una comisaría, sé luchar desde los siete años –alardeé divertida provocando una carcajada por parte de Antonio y Jay -¿No os creéis que pueda ganarle? Venga ya, sois unos machistas –me quejé cruzándome de brazos una vez arriba del ring –Yo apuesto por ti, 50 pavos –dijo Jay y Antonio aceptó la apuesta a lo que yo alcé ambas cejas hacia su dirección. Adam se pavoneó al principio pero acabó tumbado en el suelo –Vale, vale, esta chica sabe cómo jugar –se quejó bajándose del ring –De nada –le dije a Jay, gracias a mí había ganado 50 pavos.

Cuando nos duchamos y nos cambiamos de ropa fuimos todos en dos coches a la comisaría, yo con Ruzek y Antonio con Jay -¿Estás bien? –me preguntó Adam y yo asentí –He pasado una noche fatal, pero sí, dentro de lo malo estoy bien –asentí mirando a mi alrededor. Nada más llegar a la comisaría Voight me llamó a su despacho y yo tragué saliva cuando me mandó cerrar la puerta –Te quiero fuera del caso –me dijo según me sentaba –Ni de coña –me negué en rotundo, recibí una severa mirada de Voight –Vamos, tío Hank... -dije mirándole a los ojos, sabía de sobra que decir "tío" en ambiente de trabajo era trampa, pero no podía sacarme de ese caso.

Voight cogió aire –No es justo que utilices eso en mi contra, Meredith –me miró y yo negué –No, lo que no es justo es que lleves cinco malditos años diciéndome que todo estaba en mi cabeza, que no había nadie detrás de su muerte, que le estaba dando más vueltas de las necesarias cuando tenía toda la razón, Hank, joder, me lo admitió, ese cerdo lo único que buscaba era matar bomberos y James acabó en medio y muerto, Hank tenía razón –dije enfadada, sabía que había subido el tono de voz porque Voight estaba arrodillado a mi lado y acariciando mi mano con suavidad.

-Meredith, lo sé, tenías razón, tenías toda la razón... Tu abuelo, tu hermano y yo estábamos equivocados, tenías razón –me dijo mil veces y yo solo quería llorar –Tener razón no me lo va a devolver –dije levantándome y saliendo corriendo de allí, estaba muy agobiada y solo quería gritar y llorar. El primer lugar que encontré para poder llorar fue el vestuario, sabía que allí no entraría mucha gente. Voight no iba a seguirme si sabía que me pondría más nerviosa en su presencia porque todo mi enfado con ellos podía ir en su contra. Me senté en una esquina y me abracé a mis rodillas dejando que las lágrimas saliesen, alguien entró en el vestuario y me di cuenta cuando me acarició la cabeza –Meredith, tranquilízate –me pidió Adam –Sé que te duele, llora todo lo que tengas que llorar, pero respira conmigo, ¿vale? –me pidió y yo intenté respirar, Ruzek se sentó junto a mí y me tendió una bolsa de papel –Respira ahí dentro, estás teniendo un ataque de pánico –me informó y solo me puse más nerviosa y traté de respirar.

Al cabo de unos minutos estaba tranquila y con la cabeza apoyada en su hombro -¿Mejor? –me preguntó suavemente, asentí y le abracé con fuerza, como si aferrarme a él fuese la mejor idea que pudiese tener en todo el día –Gracias –susurré cuando me iba a separar –No pasa nada, ¿estás mejor? –me preguntó y asentí –Sí, debemos trabajar –dije observando cómo se levantaba, me tendió la mano y me levanté junto a él. –Lávate la cara, estás horrorosa –me dijo antes de salir de allí, le mandé a la mierda y fui directa al grifo para poder quitarme la cara de depresiva de encima. Cuando terminé entró Antonio y le sonreí -¿Ya estás bien? –me preguntó yendo hacia su taquilla –Sí, no es un día fácil –añadí con un suspiro y salí de allí.

Al salir del vestuario la cara del cabrón estaba en el tablón pegada con su nombre encima –No tenemos muchos datos de él, es invisible en las redes sociales y solo hemos encontrado artículos de noticias que parecen conducir a él – informó Olinsky, me acerqué para ver los artículos de periódicos y cogí el de James –Me confirmó que este había sido cosa suya –lo pegué en el tablón y me senté en la silla de Mouse recibiendo un golpe por su parte, pero no me echó de ella.

–Bien, intentad encontrar familia, multas de aparcamiento, lo que sea para poder localizarle en alguna dirección –nos ordenó Voight y yo comencé a teclear cosas para ver si estaba en la base de datos de alguna compañía, sin éxito alguno -¿Alguien ha llamado a la oficina de investigación de incendios? A lo mejor le tienen fichado –pregunté en voz alta y negaron –Bien, Meredith ve con Ruzek a preguntar a la oficina –asentí y me levanté para caminar junto a Adam hacia su coche -¿Por qué nunca me dejáis conducir? –refunfuñé sentándome en el asiento del copiloto –Porque eres la novata –me respondió el muy idiota riéndose. 

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Where stories live. Discover now