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Hoy era el día, de hoy dependía todo, dependía mi vida y dependía mi trabajo. Recuerdo el plan en voz alta mirando a mis acompañantes –Entramos con rapidez, cogemos la pasta y nos vamos, no quiero ningún cadáver, no necesitamos que la policía nos busque por asesinato, ¿entendido? –pregunté alzando ambas cejas y todos asintieron –Nadie te ha nombrado la reina del golpe –espetó Connor yo rodé los ojos -¿Ah no? ¿Te recuerdo a quién han puesto al mando? –pregunté encarándome –Bien, bien, haya calma –di tres pasos hacia atrás y solté un gran suspiro, miré mi reloj y esperamos pacientemente a que la hora del golpe llegase.

Entramos en el lugar, abatimos a los guardias de seguridad del banco y de un momento a otro me estaban esposando, no después de pegarle una patada en sus partes a uno de ellos. Joder, ¿justo ahora la policía de Chicago tenía que ser útil? ¿Justamente ahora? –Al suelo, ahora –una voz femenina me tiró contra la acera y me esposó las manos con brusquedad –No hace falta ser tan brusca –espeté mientras la chica me levantaba violentamente del suelo –Llévatela Ruzek –espetó empujándome contra alguien que no logré ver porque me cogió antes de caer al suelo, imbécil fue lo único que quise decirle. El viaje en el coche de patrulla fue movidito, el conductor era bastante brusco e iban hablando de cosas totalmente banales. Lo habían jodido todo.

Me han metido en una sala de interrogatorios y todavía no ha venido nadie a hacerme el interrogatorio estándar, a asustarme o a vete tú a saber qué, esperaba dando toquecitos sobre la mesa con mis dedos hasta que entraron un par de hombres –Soy el inspector Halstead y él es el inspector Dawson –tras mirarle solté una pequeña risita –Siento la patada –dije con cierta chulería –Ya, yo también la he sentido –se quejó él, el otro inspector soltó una pequeña risita y Dawson lo fulminó con la mirada, él carraspeó –No llevabas identificación, ¿nombre? –me preguntó -¿Puedo hablar con vuestro superior? Habéis intercedido en una operación en cubierto en la que llevaba seis malditos meses –dije echándome hacia adelante -¿Perdona? –preguntó Dawson –Iré a por el Sargento –dijo Halstead –Gracias –dije asintiendo esperando a que lo trajeran.

-¿Qué pasa? –dijo una voz antes de entrar, una voz que me era tremendamente familiar -¿Voight? –pregunté un tanto confusa al verle entrar –Meredith Robbins... ¿Por qué está esposada? –preguntó yendo hacia mí y quitándome las esposas –La última vez que te vi estabas en la cárcel y... ¿Estás fuera dirigiendo una unidad? ¡Debiste haber avisado! –le di un manotazo en el brazo y luego le abracé con fuerza -¿Qué está pasando? –preguntó Dawson y Voight me miró con severidad –Es una agente de policía del distrito, creía que estaba fuera de la ciudad pero... ¿Por qué no lo explicas tú? –preguntó Voight mirándome, me senté sobre la mesa mirando a los presentes –Se supone que me han despedido del trabajo, nadie en mi estación sabe que estoy en cubierto excepto mi jefe, llevo seis meses infiltrada en una banda que, además de robar y vender droga hacen contrabando con órganos de niños –al decir esto bajé la mirada al suelo –Estaba muy cerca de cogerles con las manos en la masa, ya confían en mí el golpe de hoy lo dirigía yo hasta que aparecisteis todo iba como la seda... -añadí levantando la mirada hasta Voight.

-Aunque... Esta noche es una de las noches feas, todo el mundo está nervioso, sé de sobra que es porque es la noche en la que les hacen eso a los niños... Si no dejáis que los que iban conmigo hablen con nadie y no los juntéis con nadie todavía podríamos estropear el golpe –dije asintiendo, Voight me miró -¿Crees que funcionará? –me preguntó alzando las cejas, yo asentí –Me vais a cubrir bien la espalda, ¿verdad? –pregunté mirando a Dawson, Halstead y por último a Voight –Por supuesto –asintió Halstead mirándome, yo le sonreí de lado. Salimos de allí y Voight me obligó a ponerme un chaleco, la noche iba a llegar –Tenemos un problema Voight, si llego sin un rasguño de una redada policial y se suponen que no me han pillado tendré que estar mal –dije rascándome la nuca y una idea se pasó por mi cabeza.

Saqué mi pistola y se la di a uno de ellos, creo recordar que el nombre era Ruzek lo saqué del lugar en el que estaban todos y le miré a los ojos –Me vas a pegar un tiro en el brazo, ni muy cerca del hombro ni del codo, en esta zona –señale el lugar exacto donde quería que me diese –Cuando yo te diga –dije sin apartar mi mirada de la suya -¿Cómo te voy a pegar un tiro? No digas tonterías –dijo el chico yo suspiré –Mira, prefiero un tiro en el brazo a que me metan un tiro en la cabeza por sospechar de mí, no dudan en matar –dije muy segura –Espera aquí, voy a hablar con Voight –se fue de allí yo suspiré, Voight no dejaría que me hiciesen ninguna clase de daño -¿Estás loca? –preguntó cruzándose de brazos, yo negué muy segura de mí misma –Voight si no tengo nada me van a matar y no voy a tirar seis meses de trabajo por la borda, los he aguantado seis meses he tenido que hacer cosas que no quería hacer, robar, pegar a personas inocentes, como se escapen de esta... -cerré los ojos para relajarme ya que estaba alzando la voz.

Voight pensó mucho en mi decisión –Si alguien quiere hacerlo puede hacerlo, que tenga cuidado en dónde le da y trae un botiquín Lindsay –pidió Voight dándose por vencido finalmente, Ruzek se negó en rotundo, Halstead también y era a los dos que conocía más o menos bien -¿Dawson? ¿Lo harías? Antes te he pegado, podrías devolvérmela, por favor, no puedo permitir que sigan libres, no puedo –acabé por decir, Antonio cogió una gran bocanada de aire –Está bien, solo te va a rozar y no me vas a pedir hacer nada parecido –pidió muy a su pesar, eso provocó una pequeña sonrisa, no era la primera vez que me disparaban, me llevó a una sala -¿Estás segura? –volvió a preguntarme, Voight había entrado con nosotros y en pocos segundos una bala había rozado mi brazo, como quemaba, la madre del cordero como quema –Joder –me quejé al notar el alcohol que Voight me había echado –Lo estoy haciendo con alcohol porque es lo que encontrarías en un supermercado para que la policía no te encontrase –dijo a lo que yo reí –Esa me la he ganado –admití con cierta diversión mientras negaba –Son niños Voight, niños que quitan a familias felices, es solo por ellos –aseguré, él me sonrió de lado y asintió.

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Where stories live. Discover now