T r e s

2.6K 130 2
                                    


-Sigues igual que hace unos años –susurró alguien en mi oído -¡Severide! –exclamé con una sonrisa en mis labios y lo abracé –Siento lo de tu amiga –le susurré al separarme, él solo asintió en mi dirección, me había enterado por el periódico de lo ocurrido. -¿Cómo estás Meredith? –preguntó Kelly señalando la barra, Matt y yo caminamos hacia ella y les invité a una cerveza a los dos y me senté en el taburete para charlar con ellos durante un buen rato -¡No Antonio más chupitos no! –exclamé dejándome caer sobre la barra, estábamos bebiendo tranquilamente Kelly, Matt y yo y se acabaron uniendo Ruzek, Jay y Antonio a los juegos –Os habéis ensañado de mala manera en mi contra, os habéis aliado, ¿verdad Herrman? –pregunté señalándole, él asintió para que me callase, probablemente.

-Venga, te acompañaré a casa –dijo Kelly ofreciéndome su brazo y yo negué –Tienes a una rubia esperando lo mismo al fondo de la barra, ataca –susurré en su oído agarrándome al brazo de Antonio –No, Kelly, no hace falta este machote me acompañará, ¿verdad? –dije mirándole, el hombre asintió colocando mi chaqueta sobre mis hombros y cogió mi bolso, yo me aseguré de haberme agarrado bien a su brazo para no caerme.

-Y dime, ¿cómo has acabado trabajando con Hank cuando tú le metiste en la cárcel prácticamente? –pregunté alzando las cejas con diversión, Antonio cogió aire –Creo que fueron coincidencias de la vida de las cuales no me arrepiento –dijo sonriendo -¿Tú de qué le conoces? –preguntó mirándome, andábamos tremendamente lentos porque mis zapatos estaban tropezando todo el rato –Ha sido el tío Hank desde que tengo memoria, creo... -Antonio me miró extrañado –Es una historia muy larga que te costará más que unos cuantos chupitos y emborracharme –dije alzando un dedo hacia su posición -¿Ah sí? ¿Qué más voy a necesitar? –preguntó acercándose a mí peligrosamente, mis ojos fueron directos a los suyos y de allí a sus labios -¿Por qué nos hemos parado? –pregunté en voz baja sin dejar de mirarle, su mirada estaba en mis labios y su cabeza negaba –No tengo ni idea –susurró cada vez más cerca de mí.

No estoy segura de por qué lo hice, pero lo hice, me aparté de aquella hipnosis que habíamos creado y seguí caminando hacia mi casa –No hace falta que me acompañes si no quieres, vivo a unas pocas calles de aquí –aseguré caminando hacia allí, él me enseñó mi bolso -¿Crees de verdad que voy a dejar que vayas sola? Has bebido, tengo tu bolso y me debes algo –añadió alzando una ceja, yo asentí y seguí caminando, hasta que me encontré con el suelo en mis manos –De verdad, estos zapatos parece que van solos –me quejé intentando levantarme, Antonio me ayudó a levantarme y pasó un brazo por mi espalda depositando una mano en mi cintura –Mejor así, no te caerás más –aseguró sonriendo, yo asentí y terminamos el paseo hacia mi apartamento porque estábamos en la puerta.

Caminé hacia el portal y, como una idiota, busqué mis llaves –Todavía tengo tu bolso –gritó Antonio –Sssh, vas a despertar a la vecina del tercero que tiene una especial fijación por buscarme novio –susurré mientras dejaba escapar una carcajada, me acerqué a él y traté de quitarle el bolso pero él lo apartó con cierta brusquedad poniéndolo detrás de su espalda, bufé –Si no me lo vas a dar tendré que dormir en la calle –me quejé haciendo un puchero tratando de engañarle para coger el bolso, pero no funcionó –Vaya, eres más listo de lo que pareces... -musité mordiendo mi labio inferior y traté de quitárselo de nuevo, pero esta vez los labios de Antonio acabaron sobre los míos, en un principio no estaba segura de si seguirle el beso, pero todo eso desapareció de mi mente cuando mis brazos se pasaron alrededor de su cuello y sus manos se posaron en el final de mi espalda. Cuando nos separamos, en busca de aire, le miré a los ojos durante unos segundos y luego sonreí -¿Me devuelves el bolso? –pregunté alzando una ceja, Antonio asintió tendiéndome el bolso, ambos teníamos ganas de más, pero no era el momento, habíamos bebido y nos íbamos a arrepentir a la mañana siguiente.

Cogí el bolso y me acerqué para dejar un beso en su mejilla –Si seguimos la fiesta en mi casa mañana nos arrepentiremos –le dije asintiendo, no era algo fácil para mí volver a relacionarme con chicos, lo intentaba, pero no siempre resultaba. Antonio también dejó un beso en mi mejilla y asintió –No me arrepentiría –me aseguró cuando se estaba yendo. Nada más llegar a mi casa me cambié de ropa y me tiré en la cama, no recuerdo a qué hora me quedé dormida pero si me estoy acordando de la persona que ha decidido llamarme un sábado en el que no tengo que ir al trabajo ni tengo que hacer nada, además habiendo bebido el día anterior.

Alargué el brazo y descolgué el teléfono -¿Quién es? –pregunté malhumorada dándome la vuelta para mirar al techo -¿Abuelo? –pregunté dejando escapar un suspiro, lo que necesitaba en este justo momento era una charla con mi abuelo -¿A inteligencia? ¿Con Hank? ¿Por qué? –pregunté frunciendo el ceño, trabajaba en su comisaría desde hacía seis años y estaba muy a gusto allí, aunque tengo la etiqueta de "Nieta del jefe" en la frente me he ganado el respeto allí –Está bien, si me ha solicitado él mismo por algo será... -murmuré con resignación –Además, así no estarás todo el día encima de mí para comprobar si estoy bien o mal –añadí con diversión sabiendo que eso le cabreaba en exceso. Hablamos durante un rato más hasta que sonó el timbre –Bueno abuelo, te dejo que están llamando –espeté colgando, busqué una sudadera que ponerme por encima y me encaminé hacia la puerta de la calle.

Miré por la mirilla y abrí la puerta –Hank Voight, llevaba sin verte casi un año y ahora no dejo de verte, claro, pasa y sírvete el café tú mismo si quieres –reí mientras cerraba la puerta y le seguía hasta el salón -¿Has hablado con tu abuelo? –preguntó desde el salón mientras preparaba el café –Sí, por lo visto soy tu nueva agente en Inteligencia, ¿por qué? –cuestioné esperando a que se calentara el café, una vez caliente llevé las tazas al salón y se la entregué a Hank –Porque Erin no está en su mejor momento, sé que nunca os habéis llevado muy bien, pero... Necesito a alguien en ese puesto hasta que decida volver o no –me explicó yo alcé ambas cejas


–Hank, eres consciente de que has hecho que deje mi actual puesto en narcóticos para estar en inteligencia el tiempo que la niña caprichosa de Erin decida estar fuera del equipo, ¿verdad? –pregunté notando como el cabreo comenzaba a subir por mis venas –Meredith... -solo alcanzó a decir eso porque lo miré con cara de pocos amigos –Está bien, seré su sustituta el tiempo que me necesites, pero no pretendas que esté contenta con ser simplemente la sustituta de turno, puedes coger a alguien de patrullas –musité aclarándome la garganta ya que Hank estaba mirando las fotos de James y desde que se había muerto yo no había sido capaz de hacerlo –En esta salís muy guapos –dijo él tendiéndome la foto.

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Where stories live. Discover now