O n c e

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-La información que tenemos de él está en este archivo, llevamos detrás de él desde hace diez años, pero cambia mucho de escenarios, siempre ve su obra desde lejos y cambia de ciudad cada dos o tres meses, no tenemos suficientes pruebas contra él –admitió una de las agentes y yo suspiré –Por suerte ahora yo soy vuestra prueba andante, le vi la cara claramente y soy testigo –aseguré mirando hacia otro lado, Ruzek cogió la carpeta que nos tendía y salimos de ahí. Él ojeaba la carpeta sin dejarme verla y cuando me la dio vi que había sacado unos papeles.

Mi ceño se frunció y lo miré alzando una ceja –Déjame ver la hoja –pedí alargando la mano y Adam negó -¿Qué hoja? Estás loca Meredith –alegó él sin mirarme a los ojos, dejé escapar un suspiro –Vamos, no puede ser tan mala –pedí leyendo por encima el informe –En esas carpetas incluyen fotos de los incendios que le han atribuido, Meredith, no quieres ver la foto –aseguró sonriéndome unos segundos y yo asentí. La curiosidad era la peor de las balas y acabaría queriendo ver la foto así que decidí quitarle la foto de las manos.

Mi mirada se perdió en esa fotografía durante todo el camino de vuelta a la comisaría –No sé por qué existen personas así en este planeta –me quejé dejando la foto en la carpeta –Gracias por intentar protegerme, pero esa foto no me afecta tanto como parece, vi el lugar cuando los de incendios me dejaron verlo –aseguré sonriendo, aquellos días eran unos días que quería dejar en el pasado a toda costa, pero parecía que cuando quería empezar a pasar página el pasado me venía a pisotear.

Cuando llegamos a comisaría ya teníamos una dirección posible donde encontrarle, si no a él a alguien importante, el nombre de su madre –Vais a ir Antonio y tú a ver a la madre y a hablar con ella –dijo Voight señalando a Jay y luego nos miró –Y vosotros os vais a quedar en la puerta por si da la casualidad de que él esté allí –asentimos y fuimos hacia los coches. Ruzek y yo fuimos por un camino diferente para que no viesen dos coches de la policía seguidos, aunque estos coches eran los que se usaban en misiones en cubierto era mejor ir por caminos separados.

Estábamos esperando a que algo pasase o a que Jay y Antonio saliesen del lugar sin quitar la mirada de la puerta, era una situación extraña y sentía que el corazón se me iba a salir por la boca cuando vi que un elemento salía corriendo por la parte de atrás –Ruzek, por atrás por atrás –dije saliendo del coche y echando a correr, llevaba el arma en la mano y corría como si se me fuese la vida en ello. Era él, lo tenía a diez pasos por delante y le íbamos comiendo terreno poco a poco. Cuando vi la oportunidad pegué un salto y me tiré encima del cuerpo del hombre, Ruzek, Jay y Antonio me pisaban los talones y llegaron cuando le había esposado -¿Quieres que te lea tus derechos o te los sabes? –pregunté de mala gana levantándome del suelo y sacudiéndome la ropa. Antonio fue el que se llevó al cabrón hacia el coche y yo me quedé atrás, un mechero se había caído de su bolsillo –Maldito pirómano –me quejé caminando junto a Ruzek.

Al llegar a los coches noté como alguien se tiraba encima de mí y una fuerza nos empujaba lejos, para cuando fui consciente de lo que pasaba lo pude ver con mis propios ojos, la casa de dónde había salido antes de que le persiguiéramos había volado por los aires –Madre mía, ¿había alguien ahí dentro? –pregunté ayudando a Ruzek a levantarse, se había tirado encima de mí para protegerme. Antonio y Jay asintieron mirando hacia el lugar –Su madre, nos ha ofrecido pastas y galletas antes de escuchar como salía... -dijo Jay algo desorientado, cogí mi walkie talkie y pedí una ambulancia y que vinieran los bomberos al lugar –Creemos que había alguien dentro del lugar –añadí para que vinieran los del escuadrón –Eres un maldito cabrón, tu madre estaba ahí dentro, ¿qué creías? ¿Qué iba a poder salir? ¿Qué ibas a pillarnos dentro? No tienes corazón –le espeté y tuve unas inmensas ganas de pegarle, pero Antonio me lo impidió sacándome de allí, de las miradas de todo el mundo y de los vecinos arremolinándose en el lugar.

Antonio me cogió por los hombros y buscó mi mirada –Respira Meredith, coge aire y suéltalo, ya está detenido, vas a poder dormir tranquila por primera vez en mucho tiempo, ¿vale? No puedes perder los nervios delante de la gente, eres del cuerpo policial, no pueden ver que pierdes los estribos –me regañó y yo tragué saliva y asentí –Tienes razón, perdona –me llevé las manos a la cabeza y él me dedicó una sonrisa besando mi frente, se fijó antes que nadie nos viese y me empujó hacia el lugar. Estaban Severide y el escuadrón trabajando, además del camión 81 controlando a la gente y el incendio -¿Estáis todos bien? ¿Habéis ido a que os miren las chicas? –preguntó Matt acercándose a mí yo asentí y observé como Antonio hablaba con Brett muy animadamente –Estoy bien, tranquilo, deberíamos llevarle a comisaría y esas cosas –dije acercándome a Jay y a Adam, ellos asintieron y nos pusimos en marcha.

El resto del día en Inteligencia no fue mucho más entretenido, pero teníamos que acabar la jornada como todo el mundo, así que yo me dediqué a rellenar papeleo y a molestar a Mouse –Meredith, te lo digo por última vez, ¡respeta mi espacio personal! –se quejó Mouse empujándome y moviéndome mientras escribía –Oh, vamos, Mouse, me has movido ahora tendré que empezar de nuevo y ocupar más espacio por tu culpa –le tomé el pelo durante un rato más hasta que Atwater empezó una pelea de bolas de papel y, al no estar Voight en su despacho, todos le seguimos como si fuésemos niños pequeños. Hasta que mi abuelo fue el objetivo de una de las bolas de papel y yo reprimí una carcajada –Perdona abuelo –dije acercándome para besar su mejilla –Cuanta madurez has traído al equipo Meredith –me reprendió y yo suspiré mirándole a los ojos -¿Qué haces por aquí? –pregunté alzando una ceja.

Mi abuelo y yo fuimos hasta la sala de descanso y él cerró la puerta –Quería ver cómo estabas, después de lo de ayer y de lo que me ha contado Voight... Quizás querías hablar un rato –me miraba muy atentamente y yo negué -¿Sabes? Ese peso que tenía encima de mis hombros desde hacía cinco años ha desaparecido, ya he encontrado todas piezas del puzle y, aunque James siga muerto, ahora sé lo que pasó, por qué pasó y que no podía haberlo evitado de ninguna manera... Es la primera vez en cinco años que voy a dormir tranquila –aseguré con una media sonrisa –Vale cielo, otro favor que quería pedirte... Voight me ha comentado que Erin está como hace diez años, con drogas, alcohol y de fiesta en fiesta... ¿Podrías intentar hablar con ella? –me pregunté a lo que yo suspiré –No sé abuelo, tiene problemas y nunca nos hemos llevado demasiado bien... Lo pensaré –le dije dándole una taza de café, hablar con Erin no era fácil y más cuando siempre nos habíamos llevado a matar.  

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Where stories live. Discover now