Capítulo XXIV

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Me disculpo por el retraso, fue un día ocupado, les dejo un beso a todes, gracias por las lecturas, los votos, los comentarios, y por sobre todo, por su tiempo

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Me disculpo por el retraso, fue un día ocupado, les dejo un beso a todes, gracias por las lecturas, los votos, los comentarios, y por sobre todo, por su tiempo.
Les amo

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Me levanté en la cama al ver a Thomas entrando a la habitación mientras se quitaba la chaqueta del traje, caminó sin observarme hasta el pequeño bar en el rincón donde se sirvió un vaso de whisky luego de quitarse la gillete, las fundas del arma, y los suspensores, bebió pensativo girándose a observarme.

– Recibiste una bala por mi.

– Y aún así te involucraste con Eden..

– No pasó nada con ella, Mara – Se oía cansado, casi rendido camino hasta mi sentándose en la cama para quitarse los zapatos.

– ¿Qué haces?

– Vengo a la maldita cama a dormir – Respondió quitándose lentamente la camisa – tienes que ceder.

– Tienes que firmar los jodidos papeles.

– No encontrarás un solo abogado que quiera ayudarte a obtener el puñetero divorcio, Amaranta...

– Conseguiré uno en Londres.

– Nadie querrá trabajar para ti – Sentenció girándose a verme por sobre su hombro – Rüngue está en banca rota, Mara ¿Qué tendrás si me dejas?

– Cientos de libras esterlinas guardadas en un banco de canarias – Se giró a verme con los ojos muy abiertos.

– ¿Qué?

– Soy una mujer precavida, Thomas.

– Amaranta tienes que detenerte. Te amo.

– ¿Por qué no puedo creerte? – Sus ojos azules titilaron sobre mi rostro doblegándome, bajé la mirada, me sentí como una niña, necesitaba su atención.

– Porque estas enojada, hemos caminado el infierno juntos. Ya basta – Susurró
acercándose a mí para intentar besarme.

– Firma los puñeteros papeles – Dije levantándome de la cama para caminar a las puertas.

– ¡Maldición Amaranta! ¡Mara! ¡Mara! – Lo escuché gritar antes de que saliera de la alcoba. ¿Decía la verdad?

Michael Gray se había vuelto un problema, la chica con la que se había estado revolcando los últimos meses decía estar preñada, yo no lo creía, la rubia esnifaba cocaína como si su vida dependiera de ello, bajé la mirada escuchando a Linda parlotear.

Thomas tenía razón, querían su corona, y Linda Shelby la quería para su esposo. Arthur se veía cansado, angustiado, había bajado considerablemente de peso y su mirada de pronto se perdía, me sonrió alzando las cejas con resignación.

So f*cking close [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora