Capítulo XII

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Mil lecturas! Quiero agradecerles de todo corazón por sus votos, lecturas, y comentarios, no llevo mucho publicando esta historia y ya llegamos a las 1k!!!!
Afírmense de su asiento para leer este capítulo porque está PO-TEN-TE!!!!
Un abrazo a todas y todos.

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Observé con las manos en los bolsillos como Thomas lanzaba piedras en el embalse, las piedras lisas rebotaban sobre el agua unas cuantas veces espantando a las aves para luego hundirse en la lejanía, se giró a verme con las mangas de la camisa arr...

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Observé con las manos en los bolsillos como Thomas lanzaba piedras en el embalse, las piedras lisas rebotaban sobre el agua unas cuantas veces espantando a las aves para luego hundirse en la lejanía, se giró a verme con las mangas de la camisa arremangadas hasta los codos, se había quitado la corbata y la chaqueta del traje, dejando la camisa con un par de botones desabrochados.

– ¿Qué tal Birmingham desde que el señor Kimber desapareció del mapa? – Cuestioné acercándome hasta la orilla del embalse, Shelby me sonrió.

– Creí que no haríamos o hablaríamos de negocios – Respondió inclinándose a recoger otro par de piedras, asentí terminando de acortar la distancia – ¿sabe lanzarlas?

– No.

– ¿Puedo enseñarle?

– ¿Qué tan difícil puede ser? – Tomé de sus manos una piedra imitando la posición que lo había visto tomar para lanzarlas, hice lo mismo, la piedra se hundió sin dar un solo rebote – al parecer lo es – Se rió mostrándome una vez más cómo hacerlo. Fracaso absoluto.

– Permítame – Susurró – es el movimiento, debe inclinarse y hacerlo fuerte – Explicó haciéndolo una vez más.

– No creo que... – Mi voz fue interrumpida por el fuerte trueno partiendo el aire e iluminando invisiblemente el cielo que comenzó a dejar caer las gotas gruesas de agua – pero qué mierda – Me giré al escuchar el relincho de los caballos seguido de la frenética carrera escapando de la tormenta.

Thomas tomó su chaqueta del suelo para colocarla sobre nuestras cabezas.

Las carcajadas se deslizaban de mi garganta mientras corrí delante de Shelby por la colina que llevaba al gazebo construido de piedra un tanto demacrado por el paso del tiempo y la naturaleza, me detuve dentro una vez hube encontrado refugio del monzón que nos había empapado de cabeza a pies, dejando que el agua de la lluvia goteara de mi abrigo.

– ¿Estamos muy lejos de la casona? – Cuestionó Shelby acercándose mientras trataba de secarse la cara.

– Lejísimos – Respondí estrujando mi chaqueta, la blusa blanca empapada se traslucía – es al menos una hora caminando.

– Quizás la lluvia mengüe.

– Eso espero – Suspiré apoyando la espalda en el pilar central de la antigua edificación, subí la mirada para encontrarme con Shelby observándome – ¿Qué? – pregunté divertida.

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