XIX Princesa

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Deslumbra luna Azul en cuna de estrellas de plata, dando respiro al sofocante calor que acosa a la Fantasma en las mañanas. Ya llevan veinticinco días clavados en la desesperación y la lenta agonía de una muerte cercana. Arrojaron algunos cuerpos por la borda en solemne despedida.

—Capitán la tripulación está... —alerta el guardiamarina.

—Ya sé cómo están esos esqueletos harapientos, no necesito ningún loro parlanchín que venga a recordármelo. Poco les dura la alegría y menos la confianza en su capitán —vocifera el aludido dando bandazos de un lado al otro del puente de mando, cargado con rollos de mapas y de instrumentos extraños, haciendo cálculos y cábalas—. Avisa a ese mono de mal agüero y venid, he de mostraros los secretos que esconden las maravillas de esta bóveda que nos envuelve.

Apenas ha terminado de hablar el capitán, se descuelga a toda prisa el vigía sobre sus cabezas, atento a las instrucciones del pirata, curioso por saber que nuevas se le han ocurrido.

—Mirad allí, unidas por hilos invisibles se forman las constelaciones, esa es Orión y aquella Escorpión, son las más brillantes. —Señala el pirata hacia el cielo buscando la vía láctea—. Y allá está la Osa Mayor y su hermana pequeña la Menor, a la cola está la Estrella Polar la más cercana al Norte... Y mirad ésto es un astrolabio con el que podemos medir la latitud, incluso la hora.

—¡Oh! sí, capitán, el astrolabio es un instrumento muy útil, pero ha quedado desfasado, la Armada Imperial apenas lo usa ya. Ahora se utiliza el sextante que es mucho más preciso y además puedes calcular los ángulos entre... —interrumpe con airea autosuficiente Olaf la exposición del pirata.

—Calla canalla o te arranco la lengua. ¿Crees que lo sabes todo, listillo? Pues asómate a la borda y dime qué es eso... —Señala el capitán sobre un océano cubierto de alfombra de luces azules tintineantes, tan hermosas y bellas que deslumbran a la mismísima Vía Láctea; entre ellas, un puñado de sirenas saltan y bailan impregnando su piel y sus cabellos de radiantes destellos-, vamos sabiondo, tú que lo sabes todo, dime lo que es...

—Yo... —Se rasca el joven la cabeza sin saber que decir, asombrado se agarra a la baranda, pues pareciera que la nave estuviera volando por el cielo entre las estrellas y no sobre el mar—, no sé, nunca...

Echa a reír el capitán mientras se pavonea por la cubierta como un pavo real, sabiéndose vencedor de este nuevo duelo.

—Son millones de algas que suben a la superficie con la Luna Azul y absorben sus rayos.

Extasiados ante el hermoso espectáculo, ninguno a bordo siente como suave brisa besa las velas, retorciendo los cabos que las atan, hasta hacerse arrogante viento que las zarandea tensándolas después de tanto tiempo.

Resuenan las voces del pirata al darse cuenta de la llegada del viento.

—Vamos caballeros, es hora de volver a tierra, cada uno a sus puestos. Y tú chico listo, te dejo al mando de la Fantasma, llévanos a puerto Esmeralda, tengo una cita con la Barracuda. Recordad este lugar perdido en los mapas y las estrellas porque algún día desearéis volver.

Calcula el guardiamarina apuntando el astrolabio a la Estrella Polar, rectifica sobre los mapas algunos grados. Una racha de viento revolea el sombrero de tres tiros del vigía pues le queda grande, dejando su rostro al descubierto; el guardiamarina lo caza al vuelo en cruce de miradas.

—¡Pero...! —Enmudece al descubrir los secretos que guardan las estrellas reflejadas en unos ojos a punto de romper en lágrimas al ser descubierta—. Será mejor que le pongamos un cordel a este sombrero para que no se vuelva a volar y descubra a miradas lujuriosas tu hermoso rostro. —Lo coloca sobre la cabeza de la vigía y vira al bajel viento en popa tensando todas las velas.

MarkadoWhere stories live. Discover now