- Charlas con adultos -

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Sabía que ya habían cenado juntos hace poco, pero no estaba segura de cómo había terminado esa velada y no estaba muy dispuesta a que se pusieran a discutir silenciosamente en medio del evento de mis maestros.

-Quizás deberías volver a casa, si esto te aburre...- dije tratando de sonar desinteresada.

-Maya.- dijo tomando mi brazo con delicadeza.-¿Quién es ese?- preguntó inclinándose cerca de mi oído.

-¿Quién?-

-Ese.- dijo e hizo un ademán con su barbilla.

Seguí su mirada con curiosidad, intentando encontrar a la persona que trataba de enseñarme, probablemente habría sido difícil de hallar de no ser porque su voz delató un renovado interés. Unos metros más allá, charlando con mi profesora de idiomas, se encontraba un hombre que nunca había visto en la escuela. Era alto y de tez morena, debía rondar los cincuenta años y su cabello era negro y abundante.

Él la escuchaba con atención, pero algo en sus ojos cubiertos por un par de lentes demostraba rastros de aburrimiento. Era un tipo atractivo, sus pómulos eran geniales y se veía excelente para...

-¡Mamá, no!- exclamé en voz baja dándole una palmada en la mano para que me soltara.

-¿Qué?- preguntó con inocencia.-Tengo que ir a hablar con tus maestros y estoy segura que nunca he visto a ese, debe ser nuevo y alguien debería darle la bienvenida de parte de los apoderados.- dijo con simpleza.

-No me engañas, te gusta.- la acusé.

Mamá sonrió entretenida e incluso dejó escapar una melodiosa risa de su boca, como si nada de lo acababa de decirle fuera importante. Se veía tan relajada y segura que temí que en verdad se le acercara a coquetearle porque, tenía que ser realista, estaba siendo muy impulsiva últimamente. Oh, y aparte de eso era una mujer persuasiva y carismática que probablemente podía encantar a un tipo veinte años menor que ella.

-Es apuesto.- admitió alzando ambos hombros con desinterés.

-No puedes...- dije entre dientes.

Me interrumpí a mi misma porque lo que quería decir no era cien por ciento cierto, no podía serle infiel a papá si no estaban juntos. Pero no me importa si llevaban seis meses separados, no estaba lista para verla con otro hombre y más le valía no hacer nada de eso frente a mí.

-Sólo hablaré con él, no pongas esa cara.- me tranquilizó.

-Puedes hacer lo que quieras porque eres una adulta, pero debes saber que no estoy lista para que tengas novios y vas a dejarme traumada si te veo coqueteandole a alguien.- dije cruzándome de brazos.

-¿Por qué eres tan dramática?- me preguntó.

Dicho esto me dio una suave palmadita en la espalda y partió rumbo a hablar con el desconocido. Rodé los ojos exasperada y me encaminé en la dirección contraria. Nunca se me había pasado por la mente que mis padres podrían separarse definitivamente porque... bueno, tenían una relación poco convencional, nunca se habían casado, pero eso no quería decir que estuvieran menos comprometidos ¿cierto?

-Maya.-

La voz era familiar, por lo que detuve mi andar y me volteé con la mejor sonrisa que podía invocar luego de estar pensando que mis padres iban a separarse.

-Sr. Bruhl, hola.- lo saludé.

Mi maestro de letras me sonrió y estrechó mi mano. Él me agradaba, era de esos profesores que realmente se esmeran en enseñar y no sólo lo sabía por sus clases; también porque estaba atento a los aprendizajes de cada uno de sus alumnos y se encargaba de indicarnos nuestros errores y aciertos.

Mi Último AñoWhere stories live. Discover now