12

75 11 5
                                    

Taemin

Mentiría si dijese que no estoy nervioso, muerto de miedo por lo que está a punto de suceder. Dejándome llevar por los nervios en las horas que restaban desde que terminé de comer hasta ahora que son casi las seis al menos habré limpiado tres veces toda mi casa, que ahora huele a producto de limpieza por cada rincón donde pises.

Además de eso he cambiado mi cama por completo, me he duchado, cambiado de ropa y no soy capaz de dejar de dar vueltas, nervioso, pensando si es realmente buena idea esto, sobresaltándome cuando suena el timbre.

Lleno lo máximo posible mis pulmones, intentando calmarme, abriendo la puerta cuando el timbre suena de nuevo, encontrándome con la razón de mis aún existentes nervios, vestido con unos pantalones rotos, una camiseta que le arrancaría ahora mismo aunque le haga verse más angelical para la situación en la que nos encontramos.

— ¿Puedo pasar o me va a tener toda la tarde aquí?

— Si, pasa —cierro a su espalda cuando entra —¿te apetece.. tomar algo?

— No —le miro confuso cuando suelta una carcajada —¿a que huele aquí?

— A productos de limpieza —me encojo de hombros, intentando mantener los nervios al margen —no me mires así.

— Me gusta verle nervioso —sus brazos rodean mi cintura, atrayéndome hacia su cuerpo —déjeme calmarle profesor.

Separo mis labios para hablar pero mis palabras se quedan sin poder ser expresadas cuando sus labios se posan sobre los míos, primero en un beso lento que me calma un poco, volviéndose más intenso mientras andamos hacia atrás, chocando en un momento dado mi espalda contra el marco de la puerta de mi habitación cuando nos dirijo hacia allí.

Sin calma, porque ya si que no puedo controlarme, subo mis manos por su cuerpo, sintiendo la suavidad del mismo cuando le quito la camiseta rompiendo el beso, mordiéndome el labio inferior cuando Jonghyun invade mi cuello, llenándolo de su saliva, de besos, de mordiscos que me hacen gemir. Mi camiseta tampoco tarda en desaparecer, cayendo sobre la cama recién cambiada cuando quedamos en ropa interior, gruñendo de forma ronca al sentir su miembro rozando el mio sin compasión alguna.

— Voy a terminar de desnudarle profesor —asiento.

Sus labios dejan besos desde mi cuello, marcado seguro con tanto mordisco que ha dejado sobre mi piel, bajando por mi clavícula, mi abdomen, ahogando un gemido cuando roza esa parte exacta de mi cuerpo, tirando con cuidado de su pelo cuando mi ropa interior desaparece y siento un dedo siendo introducido en mi interior, apretando las sabanas entre mis dedos con fuerza, arqueando mi espalda cuando dos más le acompañan, protestando minutos después al sentirme vacio.

Al menos hasta que volvemos a besarnos, sintiéndole desnudo sobre mi cuerpo, abrazándole con mis muslos, apretando mis manos en su espalda cuando empieza a penetrarme, gimiendo cuando está completamente dentro, manteniéndose quieto por unos segundos que se me hacen eternos, acercando más mi cuerpo al suyo para que siga, se mueva, gimiendo en la segunda estocada que da, aumentando el ritmo, arañándole sin querer la espalda dejándome llevar por la excitación, el calor que sus movimientos le da a mi cuerpo, rompiendo el beso cuando vuelve a ocuparse de mi cuerpo, cerrando los ojos, disfrutando cada embestida, cada beso, sus manos y las mías entrelazadas sobre nuestras cabezas, esos movimientos de caderas, esa forma de salir y entrar, el orgasmo que crea una corriente eléctrica en nuestros cuerpos cuando llegamos, cayendo todo su peso sobre mi cuerpo, besándole, enredando mi lengua con la suya, notando los espasmos en su joven cuerpo, llenándome con su propio semen sin deslizarse en ningún momento fuera de mi cuerpo, manteniéndose abrazado entre mis muslos y brazos.

— Está rojo como un tomate —ambos reímos por su comentario —¿le ha gustado? Si no es así puedo volver a intentarlo. En unos minutos cuando pueda volver a respirar con normalidad.

— Me ha encantado —acaricio con calma su espalda bañada en una fina capa de sudor —a pesar de los nervios por hacerlo con mi alumno, contra todo pronostico de locura.

— Se que le gusta y será mejor en cada ocasión que lo hagamos —separo los parpados, encontrándome con que también me mira —no quiero ser para usted un alumno y un encuentro de una sola vez. Prométame que no buscara en otro lo que yo puedo darle.

— Jonghyun eres joven y quizá seas tu quien encuentre todo esto y más en alguien de tu edad.

— Ya intente eso y no funciono —vuelve a abrazarse a mi cuerpo —prefiero esto a estar con otro.

Mis dedos continúan moviéndose sobre su espalda, sintiendo como la tensión que se ha formado en su cuerpo va desapareciendo poco a poco, aceptando la unión de nuestros labios de nuevo, girándonos cuando mueve una vez más sus caderas contra mi cuerpo, quedando sentados, unidos, moviéndome, sus dedos aferrándose con fuerza en mis caderas cuando llegamos al segundo orgasmo, rompiendo esta vez la unión de nuestros cuerpos pero no de nuestros labios, compartiendo una ducha donde eliminamos todo el sudor de nuestros cuerpos, pero no la sensación de sus manos suaves acariciándome, de mis dedos clavándose en su piel, besando cada marca que le he dejado cuando salimos, envolviéndonos con toallas, besándonos por unos segundos más, quedándonos dormidos en mi cama cuando cambio las sabanas en tiempo récord, abrazando su cuerpo contra el mio, manteniendo su pierna cubierta por uno de mis pantalones entre las mías, sonriendo cuando despierto y Jonghyun continua un par de horas más dormido, dejando pequeños besos en su cuello, removiéndose por mi contacto, acercando su móvil que empieza a vibrar, finalizando a los segundos la llamada de su madre, cuando sus ojos se mantienen fijos en mi y una sonrisa aparece en su precioso y delicado rostro.

— ¿Puedo pasar la noche aquí?

— Tu madre no te dejara Jonghyun..

— Le diré que estoy en casa de un amigo —se abraza mejor a mi cuerpo, llamando mientras tanto a su madre —ya se que no le gustan las mentiras. Sera la última lo prometo.

Quiero fruncir el ceño porque se que esa promesa será rota en la próxima ocasión que tenga de inventarse algo. Escucho la conversación que dura pocos minutos, observando embobado la sonrisa del chico que está casi bajo mi cuerpo, rozando mis labios contra los suyos, incorporándome, bajando de la cama bajo su atenta mirada.

— ¿Donde va?

— Ha preparar la cena —salgo de la habitación.

Escucho como ríe desde la cama, me llama, ignorándole su petición de volver a la cama con él, entrando en la cocina donde me dispongo a preparar la cena para los dos, colocando las cosas sobre la mesa, mi cajita con las pastillas, sirviendo minutos después, llamándole para que venga a cenar, sintiéndome confundido porque solo con eso parece realmente que estoy iniciando una relación real, cuando hasta hace poco me rendí con la idea de envejecer solo, sin nadie que quiera estar realmente a mi lado, compartiendo su vida conmigo, aceptando mi enfermedad.

Todo eso queda en mis pensamientos encerrado, observando al chico de diecisiete años que cena riendo por las escenas tontas que aparecen en la television, apoyándome en mi mano, pensando en si esto será a largo plazo la mejor decisión que tomaré en toda mi vida.

¡Oh profesor, Mi profesor!Where stories live. Discover now