8

95 12 0
                                    

Jonghyun

Los labios del señor Lee han dejado tantas marcas en mi cuerpo y mi cuello que creo que estoy metido en un sueño del que no se en que momento despertaré.

No se como ha pasado esto ni cuando mi espalda ha chocado contra un colchón, sintiéndome acorralado entre el mismo y su cuerpo que vuelve a estar piel con piel sobre el mio después de minutos de besos húmedos que me han dejado como si fuese un cuadro. Ahora sus labios ocupan los míos, consentidamente por supuesto aunque me sienta confuso. Su mano derecha acaricia mi piel desnuda y marcada, sintiendo presión en algunas de las marcas. Un gemido se me escapa cuando roza mi parte baja de mi cuerpo con sus dedos, escuchando como desabrocha mi pantalón, deteniéndole antes de que lo consiga.

— Profesor —sus ojos, con las pupilas dilatadas, me miran fijamente —me encantaría seguir pero usted mismo ha dicho que no está bien que me acerque de esta forma. Hace unas horas además y ahora está así, desnudándome, habiendo marcado mi cuerpo tanto que voy a tener que usar una camisa negra, sin preocuparse por su salud.. ¿qué es lo que le pasa?

— Me estás volviendo loco Kim Jonghyun —se tira del pelo, frustrado claramente, aún arrodillado sobre mis piernas —vístete y largate.

— Pero.. ¿por qué me echa ahora?

— ¡He dicho que te largues!

Su grito me sorprende y asusta a partes iguales.

Cojo mi ropa del suelo, mi camiseta porque es lo único que me ha quitado y me la pongo, saliendo de la habitación antes de que vuelva a gritarme o se altere aún más.

— Profesor.. —me paro antes de salir de la casa —me ceñiré solo a ser su alumno no se preocupe. No olvide tomar su pastilla del corazón.

No obtengo ninguna respuesta por su parte. Salgo cogiendo en brazos a Roo, que parece ajena a todo lo sucedido y camino de vuelta a casa, donde dejo a Roo en el suelo, libre, para ir a mi habitación, encerrándome en ella, aún confundido por lo que casi pasa en esa casa, mirando mi cuerpo cuando me quito la camiseta, acariciando cada una de las marcas, sintiendo una punzada molesta en otras tantas, negando, pensando en que es lo que pasaba por su cabeza para actuar de esa forma cuando hace apenas unas horas estaba pidiéndome no seguir.

Me meto en la ducha, sintiendo un cierto escozor en las marcas que han hecho sus dientes y no simplemente sus labios. Enjabono mi cuerpo con cuidado, mi pelo también aún con la sensación de sus manos recorriendo mi cuerpo, aclarándome, y no solo el jabón del cuerpo, saliendo de la ducha, secándome con una toalla, poniéndome mi pijama, metiéndome directamente a la cama sin cenar, cerrando los ojos a la espera de que el sueño llegue, sin éxito, fingiendo estar dormido cuando mama entra en mi habitación para que baje a cenar, respirando aliviado cuando cree que duermo, volviendo a abrir los ojos, mirando a través de la ventana, tratando de ordenar mis sentimientos, mis pensamientos, todo lo acontecido en pocos minutos en casa del profesor y en como será mañana, que además tengo dos horas de su asignatura seguidas y la de tutoría aparte de gimnasia pero esa ya es de otro profesor al igual que las otras dos antes de ser libres e ir a casa.

Enredado en mis pensamientos a penas me doy cuenta del paso de las horas, de que es de día, de que mi alarma suena sobre la cama, apagándola, incorporándome agotado en la cama, sintiendo mi cuerpo demasiado pesado, estornudando cuando salgo de la habitación con mi ropa para el instituto ya puesta, volviendo a estornudar cuando me siento a desayunar, ignorando que mi madre toca mi frente y se altera por tener unas décimas de más.

— Hoy no iras a clase —niego con la cabeza —obedece. No puedes ir con fiebre.

— Solo son unas décimas mama y no puedo faltar a clase por eso —termino mi desayuno, dejando las cosas para limpiarlas —me voy ya a clase.

¡Oh profesor, Mi profesor!Where stories live. Discover now