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¿Qué pasa con tu padre en la Nochesfera? Tus lágrimas, están purificando todas mis esferas. Tocas mi cabello, estoy tocando tu bajo.

¿Tan difícil era poder tener algo de tiempo? Sí, lo era. Mi diversión era limitada, cuidar de mi reino era lo primero más importante —incluso lo segundo. —y lo que más me dolía, había perdido a mi mejor amiga —y quizás mi amor platónico de por vida. —, Marceline; quien seguramente hoy me odia, aunque no mentiré, muchas veces solo me distraía del trabajo, por lo cual tuve que alejarme de ella, y es bastante buena evadiendo responsabilidades.

De ella solo me queda una pequeña fotografía que atesoro en la pared de mi closet y una camiseta que aún huele a ella, la cual uso sin el conocimiento de nadie más que yo. A veces la extraño, y hoy luego de mucho la vería, mis nervios aumentaron desde que desperté y para mi mala suerte, mi estómago amenazaba con devolver el almuerzo.

—Dulce Princesa. ¿Se encuentra bien? —preguntó Mentita, tan fiel como siempre.

—Sí, no pasa absolutamente nada. —sonreí levemente mientras me encontraba en el vestíbulo, revisando por última vez los detalles de la fiesta que organizaba.

Últimamente el Dulce Reino se encontraba con gran descontento por algunas de mis decisiones, pero. ¿Qué debía hacer? El estrés me consumía, el reino crecía cada vez más y se me hacía más difícil gobernar, así que decidí relajarme un poco y convencer a la gente de que tenía todo bajo control, demostrándolo con una elegante, pero pequeña y demostrativa fiesta.

—Entonces, qué tal están los preparativos. —preguntó uno de mis asesores de eventos.

—Todo a la perfección, creo que los invitados comenzarán a llegar, así que quiero la entrada principal con guardias. Cada invitado debe mostrar su invitación. —mi asistente asintió y se esfumó de mi vista.

Mi mejor amigo, Finn, me había convencido de entregarle otra invitación para Marceline, puesto a que se habían conocido hacia algunos meses y se habían vuelto inseparables. Era de esperarse, ni para Finn tenía tiempo.

Mientras los demás se ocupaban de recibir a los invitados, yo subía a mi habitación para revisar mi maquillaje y mi recatado y aburrido vestido, muy en el fondo quería que Marceline me viera. Me acerqué al pequeño balcón de mi recámara viendo cómo comenzaba a llegar la gente, y en cuanto veo ese gran sombrero que la cubre de los últimos rayos del sol que se escondían, mi corazón comenzó a latir con fuerza. Me alejé instantáneamente del balcón y me armé de valor para bajar al gran salón.
La escalera parecía ser infinita en otras ocasiones, pero en este momento, no había demorado nada en bajar. Todos se voltearon a verme, y con una sonrisa me acerqué al escenario y tomé el micrófono.

—Muchas gracias a todos y todas quienes vinieron, espero y disfruten de la fiesta, que con mucho gusto, planeamos con el equipo de eventos del Palacio. Los dejaré con la música en vivo. —sonreí y luego de algunos aplausos, bajé del escenario. Comencé a buscar a Finn y Marceline, con la excusa de saludar a los invitados.

—Déjame decirte que es la fiesta más aburrida que jamás haya visto. —escuché detrás de mí. —Y créeme. Sé de fiestas. —mi corazón se detuvo por un momento. Esperé unos segundos y me volteé.

—Marceline, hola. —dije lo más calmada posible. Ella lucía diferente, su cabello había crecido un poco más, lucía un recto flequillo y sus facciones del rostro se veían más definidas.

—Hola, Dulce Princesa.

—Gracias por tu comentario anterior, pero te recuerdo que no es una fiesta a las que acostumbras ir. Es un evento elegante. —dije con firmeza. —Aunque gracias por venir.

Good Little Girl [Bubbline]Where stories live. Discover now