Capítulo 4

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Como me había dicho Atenea, partí de inmediato hacia Delfos. No estaba muy lejos de Atenas, tenía que dirigirme hacia el oeste y subir el monte Parnaso, donde entraría en el santuario del dios Apolo y luego al oráculo.

Pase por lo menos cuatro días cabalgando hasta llegar allí. El santuario era completamente blanco, una pequeña ciudad blanca en la ladera del monte, estaba habitada por sacerdotes y sacerdotisas pero este lugar era reconocido por las famosas Pitonisas, sacerdotisas del dios Apolo, a través de ella se comunica el dios para dictar el destino de Los mortales que han venido desde muy lejos.

Ya en el interior del santuario, me dirigí al oráculo para hablar con la pitia, pero había un hombre que me lo impedía.

—Vengo a ver a la pitia.

—Solo los elegidos por la luz de Apolo pueden entrar— Replicó el hombre.

—Vale ¿Y como puedo ser una elegida de la luz de Apolo?

—Pues haciendo fila.

—¿Tengo pinta de vaya hacer fila?— Reproché mientras me cruzaba de brazos.

El hombre se vio intimidado y cedió, dejándome pasar al interior del templo.

El interior del templo estaba iluminado por grandes antorchas, pero lo que me llamó rápidamente la atención fue la pitia o pitonisa o como la llame, sentado sobre una silla de patas y debajo una grieta de la cual emanaba un humo que envolvía a la pitonisa dando un aura de conexión con lo divino. Mis pasos resonaron por todo el templo mientras avanzaba hacia ella.

—Vienes desde muy lejos, espartana— Dijo la pitonisa mientras alzaba su mirada —Veo en ti la semilla de la duda.

—¿Hablas por ti o por Apolo?

—Yo soy la voz de Apolo que esta hablando contigo, Mariam.

—¿Cómo sabes mi, olvidé lo ... Los dioses se me han hecho presentes y me han encomendado una misión pero antes me han dicho que vaya aquí para conocer mi destino.

—Los dioses siempre han tenido un pequeño lazo con la humanidad—Dijo la pitia —Unos más fuertes que otros ... Muchos héroes han llegado a mi con la misma pregunta que tu me haces.

—A si, pues dime la respuesta, Pitia.

—No todos aquellos que están bajo la mirada de los dioses su destino en favorable— Dijo la pitia desde su asiento —Y el tuyo se encuentra envuelto en una nube de sombras, de dudas, conflictos que acabaran en un destino fatal.

—¿Os referís a mi muerte?

—Todavía no está decidida ni escrita tu muerte por los dioses, joven espartana pero tened en cuenta que la muerte no lo es el fin de lo mortal sino un paso a lo inmortal.

—¿Y los trabajos que me han encomendado? ¿Para que sirve?

—Eso trabajos tienen el fin de acercaros a los dioses, más que uno que de otro pero que os forjar an.

—Gracias Pitia por desvelarme mi futuro pero antes de que me vaya que quiero hacer una pregunta ¿Dónde está mi primer trabajo?

—Tenéis que ir al espantosa llanura de Cistene y en una de las grutas de allí, la encontraréis.

                                                                                                        •••

Aquellas oscuras tierras estancadas al más valiente temblar. Todo era gris como la vida aquí no existe y si hubiera estado escondido en alguna parte. Seguí avanzando por esta por esta llanura sin vida hasta que encontré la gruta que mencionó la pitia.

Esposa de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora