Capítulo 23

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En lo alto del Olimpo, estaban allí mismo reunidas las tres reinas. Hera, reina de los cielos y de los dioses, Anfitrite, reina de los mares y Persefone, reina del Inframundo.

—Os echaré de menos cuando vuelva al Inframundo— Dijo Persefone a las demás reinas.

—No nos echaras en falta cuando estés con tu marido—Dijo Anfitrite —Él lleva esperándote seis meses, además de tus tres hijos.

—Envidio la fidelidad que tiene Hades a ti, Persedone- Comentó Hera —Mi hermano es un gran ejemplo marido que respeta y ama a su esposa. En comparación a Zeus y Poseidón.

-Lamento que vuestros maridos sean unos capullos con vosotras- Soltó Persefone- Os merecéis algo mejor las dos, especialmente tu, Hera. Has sufrido mucho y aguantado bastante.

—Lo sé mi querida Persefone— Dijo Hera.

—No te lo he preguntado, Hera—Dijo Anfitrite atrayendo la atención de la reina de los dioses —¿Como esta tu hijo Ares?

—¿Le ha pasado algo malo?— Preguntó preocupada Persefone.

Ares y Persefone siempre han tenido una buena relación de amistad, desde ya hacía años.
No es que fuera el sobrino favorito de Hades, pues es el que le proporcionaba una gran cantidad de almas al Inframundo, tanto buenas como malas.

Su amistad comenzó desde mucho antes de que Persefone fuera raptada por Hades, era una amistad secreta a los ojos de la madre de la diosa, Demeter. La diosa de la agricultura siempre y será muy sobreprotectora con su hija, a pesar de estar ya casada y teniendo hijos con el rey del Inframundo.

Si, aunque Ares fuera el dios más odiado del Olimpo, guardaba alguna que otra amistad con algún dios o diosa. Ya fuera algún hermano o ajeno.

—No le ha pasado nada, Persefone, está bien—Respondió Hera — Solo que esta un poco bajo de ánimo porque su guerrera se ha ido de su palacio.

—Entonces le comprendo— Añadió Persefone— Se siente igual que Hades cuando me voy del Inframundo.

—¿Pero puede visitarla, no?—Preguntó Anfitrite.

—Claro— Respondió Hera.

—¿Dónde está Hera? Me gustaría hacerle una visita antes de irme.

—Está en su templo—Respondió la reina de los dioses.

Persefone se marchó y se puso en camino hacia el templo de Ares. Durante su camino por los pasillos del Olimpo, se topó con Afrodita, la cual se mostraba hostil con todos los que se cruzaba. Esperó la diosa de la primavera y reina del Inframundo a que pasará la diosa de la belleza sin que se diera cuenta de su presencia y continuo su camino.

Cuando llegó a pasillo donde estaba el templo del dios de la guerra, se le hizo raro el silencio que había, acostumbrada a ella escuchar al dios al otro lado de la puerta practicando con la espada o planeando otra guerra con sus hijos.

Abrió la puerta muy despacio y todo estaba sumido en la tiniebla, solo podía percibir dos puntitos rojos en la negrura del templo.

—¿Ares?—Pronunció el nombre del dios de la guerra con suavidad.

—¿Persefone, eres tú?— Preguntó Ares.

—Si soy yo— Dijo entrando la reina del Inframundo.

Ares se levantó del sitio donde estaba sentado y fue a abrazar a la diosa de la primavera.

—Me alegro de poderte ver Persefone.

—Yo a ti también Ares— Persefone sintió el caluroso abrazo de su amigo.

—¿Por qué has vendió aquí?— Dijo Ares mientras deshacian su abrazo.

Esposa de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora