Capítulo 7

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Mientras todos descansaban, la reina de los dioses se coló en el campamento de las amazonas.

—Que los dioses se apiaden de ella— Dijo una amazona preocupada.

—¿Pero que ha sucedido?— Preguntó otra amazona.

—Se ha desplomado como si su alma hubiera escapado de su cuerpo, pero esta viva.

Hera escuchó la conversación de las amazonas, parecía que la prodigiosa guerrera hubiera sufrido un percance.

Fue rápido a la tienda de esta y allí la encontró. Estaba ella dormida sobre una cama, arropada con una fina sabana que de podía ver su desnuda silueta. El cuerpo de la guerrera estaba lleno de cicatrices, algunas viejas y otras recientes.

Hera comprobó que ninguna amazona se había dado cuenta de su presencia, se acercó hacia la guerrera y puso su mano sobre la frente esta.

—No me ha mentido— Dijo sorprendida Hera —Pero está muy débil.

Movió su mano por el rostro de la joven y vio que no reaccionaba a su tacto. Preocupada la reina, sopló sobre ella, lo cual hizo que reaccionas y comenzase a abrir lentamente sus castaños ojos.

—¿Quién sois?— Pregunté débilmente y con cansancio

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—¿Quién sois?— Pregunté débilmente y con cansancio.

—Mariam, soy la diosa Hera.

—¿Hera, la reina de los dioses?

—Asi es.

—Os incaría la rodilla Hera, pero mi estado me lo impide.

Mariam intentó incorporarse en la cama para sentarse, la diosa la ayudo para que pudiera hacerlo rápidamente y se sentó a su lado.
La espartana vio que su cuerpo estaba desnudo, desprotegido ante cualquier ataque o mirada.

—¿A qué habéis venido, Hera?— pregunté mirando a los ojos de la diosa —¿Os he ofendido en algo?

—No me has ofendido Mariam, solo quería conoceros en persona— Respondió suavemente Hera —Tu nombre no para resonar en el olimpo.

—¿He ofendido al todopoderoso Zeus?

—No— Dijo secamente —No has ofendido a ningún dios.

—Entonces... ¿Por qué me queréis conocer?

—Te observé desde lo alto todo lo que has hecho esta noche, hasta aquello que ni los propios dioses comprendemos.

—Todos los que se han cruzado en mi camino, tanto mortales como dioses no comprenden lo que me suceden, ni siquiera yo misma— Dije desconcertada.

—Mariam, lo que te está pasando, es algo que solo los dioses lo hemos sufrido— Dijo Hera —Los mortales no tenéis esa capacidad...

—¿A qué os referís, Hera?— Miré a la reina de los dioses a los ojos.

Esposa de la GuerraWhere stories live. Discover now