Capítulo 25

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Había pasado ya varios meses desde que se vio con la guerrera. Ares, en estos instantes, se había tomado un tiempo en el Olimpo para tener un poco de compañía de los más cercanos a él, pero eso también le conllevaba estar cerca de Afrodita.

En este momento se dirigía a la sala del trono. Zeus, su padre y rey, había citado a los doce olímpicos para una reunión, cosa que Ares tuvo que ir porque era un olímpico, y si no lo fuera, estaba encantado de no ir. No aguantaba a su padre en una misma sala, o uno de los dos se iba o terminaban peleando.

Se sentó en silencio en su trono y miró a todos los olímpicos desde allí.
Zeus, Hera, Demeter, Poseidón, Hermes, Dionisio, Apolo, Artemisa, Atenea, Afrodita y Hesfesto. Hestia, también estaba en la sala, encargándose del cuidado de la llama que alimenta el Olimpo y el hogar de los dioses.

Él evitaba a toda costa la mirada de Afrodita. No tenía ninguna gana de hacer contacto con ella, y esto no pasó desapercibido para algunos dioses. Hermes, Apolo, Artemisa y Hera se dieron cuenta de comportamiento.

—Bueno—Dijo Zeus mientras sentaba en su trono —Os he reunido para resolver varios asuntos que están teniendo consecuencias en nuestro plano.

Afrodita puso los ojos en blanco y eso no pasó desapercibido para la reina de los dioses, la cual, mantuvo su compustura como gran monarca divina. Zeus también se dio cuenta de los gestos que hicieron las dos diosas, y no quería comenzar ahí la reunión.

—Demeter—Nombró a la diosa de la agricultura —Hay algunas zonas que están pasando hambre y no estás haciendo nada al respecto.

—Y te voy a decir el porqué Zeus —Dijo De meter — Muchos de esas zonas, han mancillado la imagen de mi hija y la mía, y ahora están rufriendo las consecuencias por sus actos.

—Demeter, ya han padecido suficiente. Vuelve hacer que esas tierras sean fértiles y que alimente a los animales y los pueblos.

—Me lo pensaré—Dijo seriamente Demeter.

—Dionisio—Nombró Zeus —Tus bacantes están causando grandes estragos en algunas de tus fiestas. Será mejor que las controles o tendré que intervenir. El último altarcado que tuvo fue la muerte de Orfeo, ya tuvo bastante el hombre con no poder recuperar su esposa Euridice como morir a manos de tus doncellas.

Muchos de los presentes sabían la trágica historia de Orfeo.

Orfeo, fue conocido por tener una prodigiosa voz y un gran talento para tocar la lira, que el mismo Apolo, tuvo envidia pero a la vez admiración por el mortal.

Fue un hombre apuesto pero su corazón le pertenecía a una joven dama, con el cual se enamoró perdidamente y se casó con ella. Aquella afortunada fue Euridice, que también se enamoró perdidamente de él.

Su vida era perfecta hasta que el destino jugó una carta que los marcaría para siempre.

Euridice, mientras estaba caminando por el bosque, un hombre llamado Arsisteo, quedó prendido de su belleza y fue tras ella. Corrió la joven en huida, pues solo su corazón le pertenecía a su amado Orfeo, en su carrera no se dió cuenta de donde había pisado y sin querer pisó una serpiente, la cual mordió a Euridice y falleció por el veneno del animal.

Orfeo, no se podía hacerse la idea de que su amada esposa había muerto y tomó la arriesgada decisión de ir al inframundo. Viajo a las profundidades del Inframundo, cantando y tocando su lira, convenció al barquero del infierno, Caronte, para cruzar el río Estigia hasta llegar a los dominios del rey del Inframundo.

Con su don, convenció a Persefone y Hadas de poder llevar a su esposa al mundo de los vivos. Hades acepto pero con una condición, debe confiar de que su esposa le seguiría hasta la salida sin que él mirara atrás.

Esposa de la GuerraWhere stories live. Discover now