Capítulo 11.

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Rose.


Tranquila, no me puedo poner tan nerviosa o sino empezaré a sudar y mi maquillaje se arruinará.


Miré por última vez mi reflejo. Mi cabello estaba suelto pero me había hecho algunas ondas en las puntas, me había maquillado delicadamente, tampoco quería parecer un payaso. Me había puesto brillo en los labios, rímel en los ojos para que sobresalten y finalmente estaba mi vestido...

Suspire mientras pasaba mis manos por la tela. Era de un color rosado pálido. Estaba ajustado para sólo un hombro y tenía diamantes pequeños incrustados por la parte del hombro. Era de encaje por la parte de la cintura y caía hasta mis pies, en la espalda era algo descubierta y tenía un cierre a partir de la cintura pero no llegaba a cerrarlo.


—Rose— la voz de mi mamá me sacó de mis pensamientos.


Voltee a mirarla y ella acababa de cerrará la puerta de mi habitación. Me sentí intimidada por su presencia, así que solo voltee mi cuerpo para que ella me cierre el vestido.


—Estoy impresionada, pensé que nunca te iba a ver con un vestido así— habló fríamente. Toco mi cintura y agarro los dos lados de mi vestido para poder cerrarlo pero me estaba ajustado demasiado, así que di un pequeño grito.

—Te dije que no comas tanto— me regaño — pero tu como siempre, no me haces caso. Hoy comiste como un cerdo, casi mueres de tanto pollo frito que hizo Adeline.

—¿Y cómo quieres que baje tan rápido de peso? Estoy en mi talla perfecta mamá, no necesito bajar más, no es para tanto.

—Tú sabes cómo bajar de peso rápido. Lo hacías cuando eras una adolescente idiota— agarró mi mano y señalo mis dedos índice y medio. Yo asustada escondí mi mano detrás de mi espalda y ella solo río —¿En serio creíste que no sabía que lo hacías?

—Tenía la esperanza de que no controlabas esa pequeña parte de mi vida. — susurré.

Ella se rio. —Que divertida eres a veces, querida.— Apreté los labios y ella cerró completamente mi vestido —No lo pienses mucho, solo hazlo, no te tomará mucho.— Alzo los hombros —Una vez más no te matará.— Sonrió y salió de mi habitación.


Trate de contener las lágrimas que se aproximaban porque no quería arruinar mi maquillaje.



—¿Cuántas veces va haciendo eso en el colegio, señorita Dixson?— la directora pregunto mirándome preocupada.

—Les juro que es la primera vez que lo hago, estaba probando.— Mentí. Una mentira más, una mentira menos ¿Quién se da cuenta?

—Igual tendré que informarle a sus padres sobre lo sucedido.

—¡No, por favor! No puede hacer eso.— Yo estaba aterrada de que le diga a mi mamá, me gritaría que no soy ni buena para hacer algo así. —Le prometo que no va volver a suceder, pero por favor no le diga a nadie.— Suplique.

Suspiro —Que sea la última vez, señorita Dixson. Si vuelvo a escuchar eso rumores de nuevo, irá a terapia del colegio y serán informados tus padres.

—Se lo prometo.— Volví a mentir.

Obviamente que no iba a dejar de ser bulímica, si no lo era ¿Cómo iba a bajar de peso y que mi madre este orgullosa de mi?

The Proposal. {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora