Hablando claro

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Como una mañana de tantas, David se despierta con un ligero sobresalto.

Aunque sus ojos tardan en abrirse, desde el momento en que su cerebro vuelve a la realidad, su mente se pone a maquinar y trabajar a cien por hora, como si nunca se hubiese dormido.

La resaca le impide despertarse con la celeridad acostumbrada, pero tras contar mentalmente hasta diez un autoimpulso lo incorpora hasta quedar sentado.

Entonces abre los ojos.

- ¡Ahh!

No ha sido un sueño. Realmente lo han secuestrado y ahora se encuentra en la cama de una habitación de hotel.

De un salto se levanta y corre a la salida.

El guardia que custodia la puerta lo agarra firmemente por el brazo en cuanto lo ve.

- ¡Cállese o lo llevaré con una mordaza!

El hombre se abre un poco la chaqueta mostrando que va armado.

David calla definitivamente.
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No hay nadie en el hotel. O todos duermen.

Incluso la recepción y las cocinas parecen tomadas por los hombres de Rodio.

Bajan al vestíbulo y una vez allí se desvían hacia la izquierda, en dirección a un cartel de madera tratada que reza: Galería.

El lugar en cuestión es una especie de cafetería elegante con una gran cristalera que recorre todo el lugar.

En el exterior se aprecia un idílico jardín, con flores y una gran fuente de agua en el centro.

Junto a la pared de la cristalera, Rodio está sentada con una elegante bata de satén de color rosa oscuro.

Se mantiene concentrada en un periódico.

El guardia arrastra a David hacia la mujer y lo sienta en la silla que hay frente a ella, que no aparta la vista del diario

- Si desea algo más...

- Fuera

Quedan los dos solos al instante.

- Te he pedido café

La furia del hombre escapa desesperada por los poros se su contraída expresión de enfado y odio

- Deberías tomarlo cuanto antes, se te va a enfriar

- No quiero tu maldito café

- Pues tú te lo pierdes

- ¡Se acabó!

Da un golpe tan fuerte en la mesa que ambas tazas estallan en mil pedazos al impactar contra el suelo, derramando todo el líquido de su interior.

Sin perder la calma, Rodio levanta la cabeza del periódico y observa la escena.

- ¡Estoy harto de que me trates como si fuese tu prisionero!

Ese vocabulario, ese brillo especial en los ojos cuando se enfada...

- Es que eso es lo que eres.

Se inclina hacia delante para dar más dramatismo a sus palabras

- Mi prisionero

Encolerizado, rescata de un rincón de la memoria su pose de Rey Goblin e intenta levantarse para cercar a su presa, pero los guardias le impiden llevar sus planes a cabo.

Se sitúan dos a su espalda.

Uno de ellos apunta al lateral de la sien de David con una pistola.

- No me hagas ponerte unos grilletes.

Intenta moverse, pero las manos de los hombres de su retaguardia lo mantienen en su asiento.

- No es elegante.

Da un último sorbo a su taza y saca otro cigarro mágico de su cajetilla especial.

Lo enciende y dedica la primera nube de humo a su rehén, quien la observa furibundo a más no poder, incapaz de decir nada coherente por la obcecación

- Antes hablabas mucho. ¿Ahora vas a tener vergüenza?

- No tengo vergüenza

Da otra calada antes de continuar

- ¿Y entonces?

- Te odio demasiado como para querer mantener una conversación contigo

Algo se revuelve en el interior de Rodio, pero decide pasarlo por alto.

- Pues vas a tener que hacerlo

- No voy a someterme a tus órdenes

- ¡Ja! Claro que lo harás. De hecho, vas a hacer todo lo que yo te diga y me lo vas a agradecer

- ¡SERÁS!

Se revuelve con tal fuerza que consigue desasirse de sus captores y caer al suelo, pero al momento dos guardias se lanzan sobre él y lo atan con saña.

- ¡¿QUÉ QUIERES DE MÍ?! ¡¿POR QUÉ ME HACES TODO ESTO?!

Lo devuelven a la silla ante la apática mirada de la mujer, que parece sentir más vergüenza ajena por lo patético que resulta el cantante de esa guisa  más que otra cosa.

- En realidad no quiero nada. Si fuera por mí, no nos habríamos vuelto a ver en la vida.

El hombre ya está recompuesto y ha recuperado la calma, aunque todavía se deduce el resquemor de sus palabras.

- ¿Y entonces por qué lo haces?

- Una persona me lo ha pedido.

- ¡¿Quién?!

- Cristina...

LeyendasWhere stories live. Discover now