Necesito que entiendas...

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N. de la A.: ¡Sean muy bienvenidos a un nuevo capítulo!

¡Perdón por la demora! Pero estoy enferma de nuevo (ppfff...) y me quedé dormida en la tarde por las medicinas que tomé xD
Además, apenas sobreviví a mi semana zombi. ¡Estoy que muero!

Disclaimer: Los personajes utilizados aquí son propiedad de Takehiko Inoue. ¡Gracias por dibujar y escribir una historia tan hermosa!

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Necesito que entiendas...

La energía en la cocina de Fujii se fue oscureciendo hasta volverse tan densa, que incluso el aire adoptó una consistencia espesa y húmeda alrededor de los adolescentes.

Pasaron los segundos y ninguno hizo ademán de moverse, sino que se contemplaron con ojos enjuiciadores hasta que Fujii, al borde de un colapso nervioso, se acercó a Yohei y le cogió un brazo con fuerza.

Él sabía que era para impedir que actuara de manera impulsiva. Estaba muy cabreado, pero mantuvo una serena sonrisa en su rostro mientras analizaba a su rival. No se veía fuerte, tampoco parecía practicar algún deporte, aunque era delgado y más o menos de su misma estatura. A través del flequillo castaño que cabía sobre sus ojos pudo leer su mirada, y supo que la actitud petulante exhibida frente a Fujii era solo una careta, porque se le había quitado de golpe lo altanero y solo parecía un chico más, uno bastante preocupado, por cierto.

Estuvo a punto de largarse a reír cuando concluyó que no le aguantaría más de un puñetazo en pie. ¡No había ningún desafío en ese enfrentamiento!

—Tú —le dijo al amigo de su novia señalándolo con el mentón—, acompáñame al patio trasero.

—¿Para qué? —preguntó cauteloso.

—Vamos a intercambiar unas palabritas tú y yo.

—No tengo nada que hablar contigo.

—Permíteme no estar de acuerdo —le respondió en tono muy ligero—. Podemos hacer esto por las buenas, y todos felices. Si lo hacemos por las malas... bueno, es tu cara la que te juegas. —Se veía incluso más amenazador hablando con una sonrisa, aunque su tono era acerado.

Narita tragó saliva, mas no había forma de deshacer el nudo que se le había formado en la garganta. No le cabía ninguna duda: ese tipo era tan o más peligroso de lo que había escuchado.

—Yohei-kun... —Fujii redobló la fuera del agarre sin darse cuenta.

—Tranquila, te prometo que todo saldrá bien —susurró acariciándole la cabeza con la mano libre—. ¿Por qué no vuelves a la fiesta? Seguro que los demás se preguntan en dónde estás.

Ella negó rápidamente ladeando un poco el cuello, y no se separó de su lado.

—Solo dame cinco minutos. Si quieres, puedes esperarme aquí mismo —sugirió viendo que no lograba convencerla.

Le acarició la cabeza un poco más e intentó apartarse, consiguiendo que ella aflojara el agarre lentamente. Le hizo un gesto a Narita para que lo siguiera y no comprobó si le había hecho caso; esperaba que sí, por el bien de su rostro.

Fujii vio a Yohei saliendo por la puerta trasera seguido de Narita. No se percató de la expresión compungida que ahogaba los ojos de su amigo, porque tenía demasiado en qué pensar.

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Alejados de aquella álgida zona, los adolescentes reunidos en conmemoración al cumpleaños de Fujii no se enteraban de nada, por completo ajenos a la agitación de la cocina. La única que sí se dio cuenta de que las cosas podían estar color de hormiga fue Matsui, pues desde su rincón observó a Fujii siguiendo a Narita, y luego a Yohei deslizándose con cara de pocos amigos. Por eso se preocupó de mantener ocupada a la mamá de Fujii para que no se le ocurriera darse una vuelta por la cocina. Gracias a sus cuidados, la dueña de casa nunca se enteró que su hija estaba hecha un manojo de nervios.

Melodía de inviernoOnde as histórias ganham vida. Descobre agora