White Lights

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"Yo contesté: "Esto no es nada sino un sueño;

Sigamos su trémula luz;

Sigamos bañándonos en su cristalina luz;

En su sibilino esplendor está brillando

La Esperanza y la Belleza de esta noche.

¡Veo sus alas subir al firmamento a través de la noche!"

E.A. Poe, Ulalume.


Caminaba de un lado a otro, estaba en una época del año que no podía descifrar... no hacia frío como para ser invierno ni tampoco calor como para ser verano. Al ver los árboles en la calle no estaban ni remotamente pelados como lo estarían si fuese otoño, pero tampoco estaban florecientes como si fuera primavera. ¿Podría haber estaciones dentro de otras? ¿O, en realidad, haber entre solsticios y equinoccios?

Pensaba y pensaba en nada y todo a la vez. Algo así como estar hablando de filosofía con un sordomudo y pretender que te escuche, que te conteste. Eso mismo pasaba con mi cabeza y ellas, las que no querían siquiera escuchar mis pensamientos y comentarios absurdos sobre todo... y sobre nada a la vez. La noche era larga y el insomnio la hacía oscura y llena de soledad. Cuando estás solo ya nada puede afectarte, no hay nadie para lastimarte. O al menos eso me decía para tranquilizar mi inestable cabeza y su comportamiento cada vez más extraño porque, desde hacía días, al darme la vuelta para ver algo alrededor mío, o siquiera cambiar de frente, luces aparecían en mi visión como rayos fugaces de verdades ocultas. Y éstas comenzaban a hacerse más frecuentes.

No confíes en tu mente, repetían incansables veces y yo no podía o no quería escucharlas. Estaba demasiado ensimismada en mis propios asuntos como para poder dejar que ellas me siguieran afectando. Nuestra relación se había deteriorado y sólo las alimentaba para que sus voces no me martillen el cráneo ni para darme jaquecas graves que remediaba con básicamente ningún medicamento a pastilla que ingiriera. Miraba el techo a oscuras y levantaba mis brazos esqueléticos a él, como si pudiera llegar a tocarlo acostada sobre mi cama. Sabía que era imposible pero me gustaba pensar que podía tocar el techo desde esta altura, algo así como si yo estuviera parada y pudiera acercarme al cielo. Aunque sabía que era imposible.

Comencé a pensar en las personas, siempre creí que todos en realidad éramos bisexuales en nuestra mente, la sociedad es la que nos dice luego qué hacer y cómo pensar frente al sexo opuesto y al nuestro. Pero, ¿Qué pasaría si hubiera otro sexo distinto al femenino o masculino? No creo que pudiese existir, o al menos mi corta mente no me deja pensar en alguna posibilidad tan remota, como la existencia de otro color que no sean los que ya siempre vemos. Me gustaría que existiese un color tan oscuro como el negro, fuerte como el azul y pasional como el rojo. Algo tan extraño y con personalidad como las personas mismas.

Cállate.

Aturden mis pensamientos con sus silencios oscuros y llenos de poesías rotas.

Vuelvo a pararme y a caminar, tal vez el insomnio sería mi amigo si es que no tenía ya a más nadie. Él jamás me abandonaba y aparecía todas las noches para hacerme compañía como un viejo amigo que quiere hablar con vos aunque tu no quieras y te parezca una persona insoportable. Pero supongo que ahí es donde la amistad fluye entre dos personas, cuando el otro acepta las dificultades, problemas y defectos del otro y aun así lo quiere y lo acompaña. Como si fuera una relación de novios, la amistad fluye por el tiempo gracias a la comprensión. Aunque tampoco puedo hablar demasiado de ello sin siquiera tener amigos. Aunque las tengo a ellas, en una relación infinita de amor y odio donde ambos lados queremos sacar como recompensa una sola cosa y esa es mi sangre... mi vida.

Schizophrenic Obsession © (Trilogía Obsession #1)Where stories live. Discover now