Between cannibals

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"Una eternidad

esperé este instante

y no lo dejaré deslizar

en recuerdos quietos

ni en balas rasantes

que matan.


Come de mí, come de mi carne

Entre caníbales

Tómate el tiempo en desmenuzarme


Entre caníbales

El dolor es veneno, nena

Y no lo sentirás hasta el fin.

Mientras te muevas lento

Y jadees el nombre

Que mata."

Entre Caníbales, Soda Stereo.


Y, sin saber cómo realmente, me encontraba allí. Acorralada. Entre ellos, que me miraban, uno a cada lado de mí. Me sentía encerrada entre sus ojos, que trataban de perseguir mis movimientos, toscos y poco agiles, me sentía débil en cuanto me había levantado esa mañana. Poco había podido dormir luego de tanto tiempo encerrada en mi propia cabeza. ¿Qué me estaba pasando? No querían decírmelo ellas, ni yo misma quería obligarlas a responder algo que seguramente no me gustara la respuesta.

Cuatro ojos me miraban, cuatro manos estaban a punto de atraparme. La habitación donde me encontraba era completamente blanca. El escritorio donde tenía colocado mis apuntes era del mismo color, casi puro, inmaculado. Miré mis manos, la piel estaba pálida y casi competía por la pureza que me rodeaba, mis uñas rosas eran casi comparables al vestido que llevaba Sophie, a un lado de mí.

-¿Necesitan algo? Voy a la cocina -preguntó mientras se paraba, dejando su lapicera azul a un lado de la hoja donde hacía momentos estaba escribiendo.

Niego con la cabeza dos veces. Joshua, a mi otro lado, me observaba con detención hacía rato, casi hipnotizado. En poco tiempo, mi puño quedaría enmarcado en su rostro si seguía haciéndolo.

―¿Joshua? ―trató de despertarlo Sophie.

―¿Eh?

―Si necesitas algo de la cocina.

―Ah, no.

Ella asintió con una sonrisa frígida, casi de muñeca. No estaba siendo sincera. Rodee los ojos con escepticismo. Había algo que no estaba claro en esa situación incómoda que la profesora de historia nos había hecho pasar poniéndonos a los tres en un mismo grupo de estudio. Lamentablemente, nos había puesto juntos una de las tantas clases a las que había faltado, por lo que no pude estar ahí para quejarme. Según me dijeron luego, habíamos sido elegidos al azar por la profesora. Lo que demostraba la enorme casualidad casi mortuoria ―o más bien el enorme karma― que parecía no estar ni de cerca con lo que de verdad queríamos los tres, o al menos eso se denotaba con el rostro inanimado que teníamos. Hubiéramos preferido estar en cualquier otro lugar en ese mismo momento exceptuando ese.

Schizophrenic Obsession © (Trilogía Obsession #1)Where stories live. Discover now