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¿Qué se suponía que era aquello?, ¿Por qué demonios Nicola estaba haciendo eso?

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¿Qué se suponía que era aquello?, ¿Por qué demonios Nicola estaba haciendo eso?

«Algo está pasando y yo no me estoy esterando» pensé evaluando la cara completamente roja que tenía Verónica de absoluto enfado y Joan parecía impertérrito sin mover un solo músculo. Era como si el tiempo se hubiera detenido y ninguno hiciera nada para que algo sucediera.

—¿Qué tal una cerveza? —exclamó Zacker y apareció con dos vasos ofreciendo lo que parecía ser una tregua de paz.

Escuché como la reina del instituto bufaba ante la imposibilidad de hacer nada para que me largara y vi que Joan la seguía hacia el pasillo de aquella casa donde acababa de perderse.

—¿Ves como no era para tanto? —susurró una vez que Zacker se alejó de nosotros después de darnos las bebidas.

¿Qué no era para tanto? Probablemente el lunes me mortificara en clase, pero si... claro... no era para tanto.

«Más vale que le diga a mi madre que me cambie de instituto o me puede ir apuntando en la cola de un psiquiátrico»

—No... por eso han desaparecido esos dos —bufé refiriéndome a Verónica y Joan, que después de todo eran los que movían todo el grupo siendo la parejita perfecta.

—Bah... Verónica solo está molesta porque quiere ser siempre el centro de atención y cuando apareces tú, sabe que no lo es. No es tonta, ni tampoco ciega como ninguno de los aquí presentes —contestó observándome con esos ojos verdes que podrían derretir a cualquiera, inclusive a mi, que sentía como mis rodillas fallaban estrepitosamente si no fuera porque aún me sostenía firmemente de la cintura.

¿Qué quería decir con eso?, ¿Estaba comparándome con Verónica?, ¿Con esa rubia despampanante que todos los chicos del insti deseaban? Cierto era que yo jamás admitiría que era demasiado guapa, prefería considerarla vulgar solo porque no me caía bien, pero jamás habría osado compararme con la reina de la belleza más popular del instituto, por algo era la novia eterna de Joan... ninguna era más bonita que ella.

—Yo solo sirvo para ser el centro de atención de las burlas de Joan, para nada más —rectifiqué sin hacer mención a esa segunda parte que estaba a un abismo de acercarse a mi persona.

Nicola iba a contestar, pero en ese momento se acercó un grupo de chicos invitándonos a salir a la zona de la piscina donde se estaban bañando unos cuantos. No tenía intención alguna de bañarme y menos aún en ropa interior, estaba segura que de hacerlo, mi foto en paños menores aparecería colgada de todas las taquillas el mismo lunes a primera hora; no gracias. Ya había sido objeto de suficientes burlas en lo que restaba de mi vida. En cambio a los chicos no parecía importarles meterse en la piscina, algunos en ropa interior y otros sí llevaban bañador. Yo me limité a descalzarme y sentarme únicamente en el borde de la piscina para mojar los pies, tampoco quería parecer demasiado insulsa después de todo.

Andrea y sus neurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora