8 EL PUNTO DE VISTA DE UN CASI-ZOMBI

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Me aterra tener que decir lo que no quiero decir o que me digan lo que no me quieran decir.

Ahora a los vivos les dan miedo las palabras. Ellas tienen toda la culpa de que nos estemos convirtiendo en mudos. Nos han utilizado para decir tanta estupidez que ahora todos prefieren quedarse callados y tragarse sus palabras con tal de no lastimarse unos a otros.

Hoy, soñé con que todo sería distinto: hablaríamos de nuevo. De la pantalla, escapé. Di pasos: unos a la derecha, bajé uno y subí otros dos. Dejé las rodillas en el suelo, la izquierda creo llegó primero. Me agaché y bajo la cama, estuvo polvo, y en mi voz, una nota. La tomé y la leí con la velocidad con la que leíste velocidad. Después de tanto tiempo sin hacerlo, marqué el 369 22 30 y balbuceando en tu contestador traté de articular: ¡Hola, cómo te...!, pero se me acabaron las palab.

* * * * * * * *

A veces, sin razón aparente, nos desentendemos, como burbujas flotando por los aires, sin darnos cuenta que hay idiomas que no se comunican con palabras, pero que peor es cuando, en su momento, no las utilizamos.

—Lo siento, ya está hecho. No hay más cera que la que arde. Supieron que nos vimos y los tórtolos escaparon de mi boca. La nube de plumas blancas que trataba de atrapar agitando desesperadamente mis manos, delató mis deseos de remontar el aire por el cual antes volábamos.

El porqué tanto tiempo sin hablar. Pasa al texto 12.

El aire por el cual antes volábamos. Pasa al texto 67.

Se me acabaron las palab. Pasa al texto 47.

Prométeme que jamás escribirás estoWhere stories live. Discover now