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Unos segundos después la Dama Dios, estaba en la tierra con un atuendo mortal. Un vestido de tirantes y su pelo suelto. A su lado: Vergil y Esteban quienes vestían ropa oscura pero suelta. Este último nada contento con el ser que ya habitaba en el vientre de la mujer. fruncía el ceño. Decepcionado tal vez.

—Chicos—, los miró a los dos que cruzaban los brazos—iré por Mina y Daniel.

—Su majestad, si desea yo la acompaño—Larsa trató de congraciarse con la mujer.

—No, creo que sea buena idea—, miró las escaleras del hotel, para después dirigir la mirada a su Esteban—arriba deben de estar Uriel y Miguel.

Cuando iba a dirigirse a las escaleras, Esteban la agarró de la mano para rodear su pequeña cintura y preguntar.

—¿Qué carajos hiciste?

—Ya lo sabrás, querido —besando su mejilla, en la parte que aún no se había curado —, lamento mucho que el Karma te diera tan fuerte.

Esteban tragó en seco, su manzana de Adán moviéndose de arriba a abajo en su garganta mientras intentaba morderse la lengua cuando la puerta de la habitación donde Mina y Daniel los esperaban, se abrió y unos ojos grises se posaron sobre el trio. Vergil y James, no la obedecieron siguiéndola.

Mina miró primero a su cuñado favorito, con varias heridas a medio curar que parecían haber sido bastante profundas, y luego su mirada pasó a su marido para finalmente caer sobre las brillantes esmeraldas de la Dama Dios.

Enojo brotó de su corazón de inmediato y la joven no pudo evitar que el sentimiento se transformara en palabras mordaces que no esperaron un segundo más para brotar de sus labios.

—¿Cómo diablos pudiste ser tan bruja de lastimar tan horriblemente a dos hombres que pondrían el mundo a tus pies si tú lo pidieras? ¿Acaso nunca los amaste? ¿Solo fueron tus juguetes para pasar el rato?

Sophia empuñaba las manos, pues ella era consciente de ese maldito daño. La semi mortal no entendería; eran 200 años de estar con ellos, siendo Reina y Señora de ambos y de ambos lugares también. Sophia suspiró dejando el aire entrar a los pulmones, comprendía que el amor de esos dos era de ella y de nadie más. Por otro lado Vergil se asustó mucho notando la ira de la Reina.

—Primero, esos dos son mi vida y fui yo quien les puse el mundo a sus pies—, miró la puerta y toco su vientre protegiendo su nueva semilla—Por la misma razón que tu tomaste las llaves del Infierno y nos tienes aquí ¿no? —giró los pies hacia los demonios y ordenó —saquen a Mina de aquí. No tengo idea que este pasando Dani.

—¡No! ¡No tienes derecho a sacarme como si fuera tu hija! —replicó Mina y sus ojos grises se tornaron dorados al instante—. No se atrevan a tocarme o la Chispa de Dios les hará daño —advirtió, posando su mirada sobre los dos demonios que acompañaban la diosa.

Sin embargo, Vergil se acercó hasta que sus dedos acariciaron la mejilla de su consorte. Humo comenzó a salir de su piel de inmediato y un tenue olor a carne quemada llegó a la nariz de Mina, pero ella se negó a apartarse. Esa vez su cojonuda esposa no parecía querer ceder como lo había hecho otras veces.

—No seas terca, paloma. Ven conmigo. Dejémoslos a solas por unos minutos —susurró el peliblanco, tratando de soportar el dolor de sentir su piel ser quemada capa por capa—. Esto es un asunto de pareja... bueno, ¿de trio?

Rápidamente Esteban intercedió antes de que Sophia hiciera alguna locura o que Mina siguiera con su terquedad o peor aún que Miguel y Uriel se dieran cuenta que Larsa y él estaban allí.

Cadenas Eternas (18+)Kde žijí příběhy. Začni objevovat