1

81 3 2
                                    


El plan de Emmanuel se había salido de control, su amada hija se levantó en armas contra él, después de descubrir y matar a su hermano mayor; Lucifer. Ella sola reunió a los ejércitos propios y demoníacos, para ir tras él.

En medio de la pelea: en medio de la sangre de los ángeles, demonios y humanos, ante dios creador o sea Emmanuel, se encontraban tres almas muy diferentes entre sí, buscando libertad sobre todo para los humanos, quienes creían fielmente en la única mujer en batalla, esta era Sophia. Ella que seguía con la mirada a su padre, con un par de espadas en las manos, la armadura desgastada y quebrada, por los ángeles y demonios que lo protegían. Estaba cansada, magullada además, llena de cicatrices, pero aún, rebosante de vida. Con muchas ganas de acabar de una vez con todo para gobernar o morir; la habían criado para ese momento, sin saberlo.

Chicos, voy a seguirlo. No me dejen sola, hablaba telepáticamente con sus ojos verdes olivo, internándose en el pasillo que llevaba hasta el trono de Dios; de esa manera alertando a Esteban y Daniel para que le sirvieran como protección.

Vamos —Daniel se hizo delante de la chica para abrirle paso y acabar con cualquier potestad que se le atravesara a la "Dama Dios". Esteban hacía lo mismo desde la parte atrás.

—Guarden su poder, entraré yo sola —ordenó arrepintiéndose de su anterior orden telepática. No quería que les pasara nada a los padres de sus hijas.

—No te dejaremos, princesa —habló Daniel con autoridad.

Esteban no dijo nada, solo la abrazó para besarla con pasión.

—Todos vamos ir —dijo, sacando la lengua. Daniel solo giró los ojos.

—Espera que también hay para ti —Ella saltó hacía el ángel y lo besó—. Terminemos con esto; quiero acabar e ir con mis hijas.


La joven princesa, iba por el pasillo el cual se veía más largo o se sentía más largo desde la última vez que lo vio o más bien desde la última vez que se fue del paraíso, cuando pensaba que ya había acabado y que por fin, gobernaría, para darle oportunidad a todos los pensamientos que conoció cuando se escapó de Sión. Huyendo para no ser obligada de enlazarse con el «idiota de Alejandro Duks», como le decía Esteban.

Por otro lado, había miedo, desilusión, rabia y un hueco en su corazón, por un príncipe; aquel que la engañó y la destruyó, sin embargo quería verlo, quería estar con él. Lucifer jugó tan bien sus cartas envenenado su alma que al descubrir la verdad, su muerte fue la más dolorosa de todas. Pero sabía que la había usado para vengarse de su padre. Sí, se enamoró de Lucí, pero adoraba todo lo vivido con sus amantes y por eso sin importar lo sucedido, tenía claro que ambos estarían con ella hasta el fin.

Al encontrar a su padre tiró a matar; cuando Esteban y Daniel vieron como su princesa, la única mujer que realmente ellos amaron, apretaba un arma contra el cuello de Emmanuel.

—Tu mataste a Dios para que el apocalíptico presente llegará conmigo —La dama sonrió y más al decir lo próximo—: Tu madre me lo dijo. Despídete de todo padre.

Al instante en que ella iba a dar su estocada final, una luz envolvió a la princesa, junto a sus guardias, sacándolos a una nueva dimensión. Se había alterado el espacio y el tiempo; parecía que ellos habían vuelto en el tiempo a la primera era y creían que había sido su culpa. Cayeron en un puente y era muy oscuro, el frío le calaba en los huesos.

Los dos hombres sintieron diversas energías de todos lados.

—¿Dónde estamos? —preguntó la reina.

—Chicos, les recomiendo que dejen su poder a un lado, puede ser peligroso —sugirió Daniel, guardando sus alas y su aura divina.

De inmediato, Esteban dejó de ser un demonio y Sophia cubrió sus alas. La joven estaba agotada; sentía cómo su cuerpo estaba al límite y su alma, igual.

Cadenas Eternas (18+)Where stories live. Discover now