¡Mientes!

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Castiel dejó gotear la sangre entre sus manos hacia el suelo. A su alrededor yacían los cuerpos de más de treinta de sus hermanos. Casi había olvidado la sensación de matar a los que llamó familia una vez. Era como entumecer su corazón para dejar de sentir, concentrarse en el fin y no en los medios.

Limpió sus manos en el saco de uno de sus hermanos, evitando mirarle. Dio media vuelta, lejos de su masacre. Su mirada centrada solo en una cosa, Lucifer. Volvió a su lado como un cachorro. Se aferró a su cintura, cerrando sus ojos ante las caricias del rubio y fundiéndose lentamente en sus labios.

No había dolor a su lado, solo seguridad y amor.

Castiel era eficiente en cada misión, en cada tarea. Aunque tenían sus altibajos, todo parecía ir bien. Y Lucifer no podía hacer más que recompensarlo.

- Tú y yo reinaremos juntos eternamente, dulzura. – Prometió contra los labios del morocho.



Cuando Sam y Dean llegaron, aquella fábrica era un desastre absoluto, con sangre y cadáveres por doquier. Muchos objetos de metal duro estaban retorcidos como si una fuerza mucho mayor los hubiese presionado como papel. Aun había algo de fuego, apagándose lentamente.

- ¿Qué demonios paso aquí? – interrogó Dean.

- No lo sé, pero creo que no es necesario que sigamos buscando a Uriel. – Señalo a una de las esquinas el menor.

El recipiente de Uriel yacía medio sentado contra una de las paredes, sus alas plasmadas a cada lado. Los Winchester lo observaron un momento. No habían logrado congeniar en el poco tiempo que estuvo con ellos, pero aun así había sido de ayuda muchas veces.

- No deberían estar aquí. – Dijo una voz conocida detrás de ellos.

- ¿Castiel?

El ángel se mostró alejándose de la oscuridad. Los hermanos notaron la sangre en su gabardina.

- ¿Tú hiciste esto? – Interrogó Dean.

- Eran un estorbo.

- Son ángeles... como tú. – Defendió Sam.

- Mis hermanos siempre han interferido en los planes de Lucifer. A veces la guerra no es dulce, pero el éxito si lo será. – Su mirada triste no parecía muy de acuerdo con sus palabras. – Es mi deber.

De repente, poniendo a la defensiva al ángel, el fuego lo rodeo.

- Tú deber era en el cielo, luchando junto a tus hermanos. – Pronunció Gabriel. – Ahora vamos a hablar, te guste o no.



Gabriel le miraba apoyado en la pared, brazos cruzados al pecho. Le habían esposado a una simple silla, pero las esposas eran especialmente para él, no para cualquier ángel. Los Winchester estaban apostados al otro lado de la pared, solo observando.

- ¿Qué quieres apostar? Podría matarte aquí mismo y él lo vera como una baja más. –

Cas bajo la mirada, ignorando al arcángel. No iba a escuchar sus palabras hirientes y manipuladoras. Todos y cada uno de sus hermanos habían intentado de todas las formas alejarlo de Lucifer, ¿Por qué no comprendían que eso no iba a pasar?

- 1.235.698. ¿Sabes que es ese número, Cas?

El ángel no contesto, pero estaba escuchando atentamente, Gabe lo sabía.

- El número de personas inocentes que han muerto en el tiempo en que tú jugabas a Romeo y Julieta resucitados. – Ironizó. - ¿Cómo aprendiste tan rápido a ser un sádico?

- Es por un bien mayor.

Gabriel rio con ganas, no podía creer lo bien que su hermano mayor sabia lavar cerebros.

- Eso te dijo, ¿Cierto?

- Cuando Lucifer llegue al trono la humanidad será recompensada. – Dijo el ángel, como un disco rayado que solo repetía y repetía.

El arcángel se acercó a él, apoyándose en sus rodillas para tener su mirada a su altura.

- ¿Sabes lo que Lucifer quiere hacer con la humanidad? – Pronuncio lento, volviéndose a alejar. – ¡Destruirá cada maldita molécula de este lugar, Castiel! Odia cada creación de mi padre y eso te incluye. Solo te utiliza para joder al cielo y no tener que mancharse las manos.

Cas se dedicaba a negar suavemente, empedernido en no creer nada de Gabriel. Repetía en su mente cada promesa que Lucifer le había hecho, cada momento vivido.

- No eres más que una herramienta para él, y se deshará de ti cuando ya no le seas útil. – Por alguna razón, había tristeza en la voz del castaño. – Su plan es destruir la tierra junto con Michael, para luego encontrar la forma de matar a nuestro padre.

- ¡NO ES CIERTO! – Terminó por estallar. - ¡MIENTES!

Gabe volvió a posicionarse a su altura, mirándolo directo a los ojos, Cas no quería ver la verdad en el par de ámbar.

- Eres mi hermano y te amo. No voy a permitir que te arrastre de nuevo en su porquería, Cas. – Suspiró. – Pero si no quieres escucharme, tendrás que oírlo de su boca.

El mayor alargó su mano hacia Sam, que le entregó una pequeña grabadora de voz. Habían logrado infiltrar a su demonio aliado, Crowley. La confesión de Lucifer era clara, y todo lo que necesitaban.

En cuanto Gabe presionó el botón de reproducir, Cas reconoció la voz.

- ...para eso tengo que acabar con todo, pero lentamente. Si lo hago lentamente, quizás saque a papi de su escondite, para que vea con sus propios ojos a su amados humanitos hundidos en la mierda. ¡Oh! Por supuesto que lo primero que vera, es a su hijo favorito muerto. ¡Veremos qué tan feliz lo hace perder al dulce Mike! – rio divertido.

El sonido de finalizado se escuchó y el arcángel apagó la grabadora. Castiel parecía ensimismado, los Winchester lamentaban no haberlo logrado incluso con evidencias. Pero Gabriel lo libero de las esposas, aun así, el ángel no se levantó. Sus piernas temblaban y sabía que no le sostendría, pero Gabriel si lo hizo, abrazándole fuerte. 

El ángel de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora