Anna.

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Sam se despertó asustado, con el sudor cubriendo su rostro. Hace tiempo que no tenía sueños así, pero no tenía idea si era una simple pesadilla o algún tipo de predicción. No recordaba demasiado del sueño, solo fuego, Castiel cubierto de sangre y los ojos de Lucifer en rojo absoluto.

Al mirar a su lado, Dean estaba despierto mirando el techo. El rubio había intentado dormir, pero se sentía como en peligro. Casi como una presa siendo asechada por el depredador más temible.

- Una noche de mierda, ¿Eh? – Dijo Sam y su hermano asintió.

Alguien golpeó la puerta, provocando que dieran un pequeño saltito del susto. Se prepararon. Armas, cuchillos y posiciones seguras.

- ¿Anna? – Dijeron al unísono.

La pelirroja se abrió camino, cerrando la puerta con seguro. Dean se encargó de encender las luces, pero ella las volvió a apagar.

- ¿Qué pasa? – Interrogó Sam.

- Este no es un lugar seguro, Castiel vendrá en cualquier momento.

- Cas no es peligroso, aun. – Defendió Dean.

- Va a intentar matarte. – Explicó. – Sera más difícil para Michael enfrentarse a Lucifer si tu no existe, quiere matarte. Pero antes...

La chica puso su mano en el pecho de los chicos, quemándoles por un minuto.

- Deje simbología enoquiana para que Castiel no les encuentre.

Confiando en ella y comprendiendo todo, salieron de allí, al lugar seguro que ella señalaba. Era adentrado en los campos, costándole un poco al Impala sobrepasar, pero llegaron finalmente.

Dos hombres más le esperaban en la puerta, amigos de ella al parecer, frente a un galpón. Autos viejos y oxidados se disponían a los costados, el lugar parecía abandonado hace tiempo.

- Bien, es tiempo. – Dijo la chica.

De repente, un golpe de uno de los ángeles nublo la vista de Dean, tirándolo al suelo. Sam fue atrapado por detrás, anulado por la fuerza del segundo ángel por mucho que se retorciera.

- Es bueno que confíen tanto en mí. – Sonrió ella. – Es tiempo de terminar con los planes de Lucifer.

Su espada de ángel relució en la luz baja del lugar, acercándose a Sam. Pero entonces algo retumbo, un par de relámpagos a lo lejos y la luz del lugar parpadeo.

- Te creí muerta Anna. Que desgracia. – Bufó Castiel, caminando lentamente hacia la pelirroja. –

- ¿Pero qué...?

El enviado de Lucifer giró su mirada al rubio que yacía desmayado sobre el suelo a un costado, poso dos dedos sobre su frente, y lo despertó con sus heridas curadas.

- Puedes ocultar a Sam de mí, pero no a Dean, compartimos un profundo vínculo después de todo. – Enfrentó nuevamente a la chica. – Eres terrible para armar planes.

Los dos hombres se abalanzaron sobre el morocho, liberando al Winchester menor. No fue difícil enfrentarlos para Castiel, seguía siendo uno de los mejores. Pero entonces, Anna estampo su mano ensangrentada contra un símbolo en la pared.

Los ángeles se alejaron, pero Cas se paralizó en el centro del lugar. La pelea había removido la tierra bajo sus pies, mostrándole el rojizo símbolo en el piso.

- Quizás contaba con el hecho de que podías aparecerte, porque eres realmente insoportable. – Dijo ella. - Y como lo imagine, lo único que puede detenerte son los símbolos creados para parar a Lucifer.

Castiel se sentía tan débil como un niño, esa cosa absorbía su gracia a montones. Lo siguiente fue pura venganza de Anna contra el ángel de Lucifer, cobrándose todas las veces que se interpuso en su camino y todo el tiempo que fue la gran vergüenza del cielo, a golpes y cortes profundos. Sam, acorralado por los ángeles junto a su hermano, vio la misma imagen que en su sueño, Cas cubierto de sangre.

El morocho cada vez que caía, volvía a levantarse aunque su cuerpo parecía no resistir más. Sabía muy bien que si Anna terminaba con él, los próximos serían los Winchester y fallaría en su misión. No podía fallar en su misión, Lucifer realmente necesitaba a Sam.

Entonces, el exterior se ilumino, y los ángeles presentes sintieron la presencia de algo más grande.

- ¿Un arcángel?

La imagen de Lucifer ardiendo en furia, viniendo a proteger a su ángel, atravesó sus mentes y escaparon inmediatamente. Menos mal, porque Gabriel no estaba de acuerdo en que todos supieran de su identidad encubierta.

Sam y Dean corrieron a por el ángel. Estaba vivo y consiente, pero no estaría así por mucho. Le ayudaron a sentarse, y Gabe se puso de cuclillas frente a Castiel.

- Mírate, hecho un desastre y no se atrevió a arriesgar un jodido dedo por ti. – Acusó a Lucifer. - ¿A eso le llamas amor?

- Cierra la boca. 

El ángel de Lucifer.Where stories live. Discover now